Sí, pero con una condición: que quede difuminado lo que aporta cada Administración. Barcelona exige salvaguardas presupuestarias para que la 37ª edición de la Copa América de vela se celebre en 2024 en la Ciudad Condal, como avanzó este medio en exclusiva. La petición es que la cantidad que aportan cada institución y los privados hasta los 70 millones de euros exigibles para organizar la competición se lleve con discreción.
Es lo que explican fuentes conocedoras de las negociaciones que han logrado atraer el trofeo náutico más importante del mundo --y la competición deportiva más antigua del globo-- a la capital catalana. En otras palabras: la Copa América recalará en Barcelona en 2024 salvo sorpresa mayúscula y de última hora, pero lo hará a un precio.
"Que no se detalle quién puso los 70 millones"
Este coste es el que detallan voces internas de las conversaciones entre Administraciones y el sector privado. "Que no se detalle quién pone cuánto de los 70 millones necesarios para organizar la prueba", indican. La discreción en el gasto es necesaria, señalan las fuentes consultadas, porque Barcelona en Comú, partido de Ada Colau, ve "elitista" la competición. Teme un rechazo de sus bases o vecinal, por lo que pide que la factura, al menos por ahora, no se publique.
Como explicó este medio, no siempre hubo consenso para armar el dosier de la candidatura de Barcelona. El empeño del Emirates Team New Zealand en que fuera la capital catalana la sede ha sorteado cierta desunión en el campo barcelonés. Especialmente fuerte ha sido la presión de Jaume Collboni, primer teniente de alcalde de Barcelona y vicepresidente primero de la Diputación de Barcelona, y del Govern de Pere Aragonès. En las mesas privadas se llegó a amenazar con invitar a Grant Dalton y al resto de equipos sin la confluencia de Colau. Al final, la sangre no llegó al río y hubo acuerdo.
Collboni da las gracias a los privados
Con la 37 edición de la Copa América decidida salvo sorpresa, ¿qué falta? La firma con el trofeo, que será en las próximas horas. Y la financiación, que llegará en forma de avales por parte de diversas fuentes. Ayer, Collboni dio las gracias a unos 20 empresarios que, "de manera discreta y anónima", han colaborado para traer la regata a Barcelona. Fuentes del sector enfatizan la aportación de la familia perfumera Puig, cuyo patriarca, Mariano Puig, fallecido en 2021, presidió el Salón Náutico y el Club Náutico de Barcelona. Indican que han jugado un papel clave para traer la regata a la ciudad.
Otras voces del ramo apuntan también a que habrá aportación de todas las partes públicas, claro, aunque quizá vehiculada por medio de los organismos de promoción turística. Del Ayuntamiento de Barcelona solo se espera que facilite los permisos necesarios para que la competición tenga lugar. Y, sotto voce, se pide que los comunes respeten el pacto para que la prueba se celebre y no hagan oposición política con ella. De la Generalitat sí se espera un esfuerzo económico directo. Igual que de la Diputación de Barcelona.
Impacto colosal
Todos los esfuerzos políticos van encaminados a lograr que Barcelona retenga un evento que dejará unos 1.000 millones de euros de impacto económico, según cálculos del Govern autonómico. Y, también, que el destino no deje escapar una competición por la que ya peleó en su momento. De hecho, el exalcalde Joan Clos (PSC) trató de atraer la prueba, pero las negociaciones no dieron los frutos esperados.
Las fuentes conocedoras apuntan a que Grant Dalton, líder del Team New Zealand, tenía fijación por Barcelona, aunque el entorno no fue propicio para que la regata recalara en la capital catalana. Ahora los vientos habrían cambiado y, pasada la inestabilidad del procés independentista y sin el estrés político de unas elecciones en el horizonte, los astros se habrían alineado para encumbrar a la segunda mayor ciudad española.
Inversión bienvenida
Sea como fuere, el tortuoso camino para lograr que Barcelona sea la ciudad-sede de la 37 edición de la Copa América de vela significa que la urbe capta una inversión de calado después de diversos fiascos. El último, que avanzó El País, fue la marcha de la subsede del Museo Hermitage en el Puerto de Barcelona, cuyos inversores vieron cómo los comunes torpedearon desde el gobierno municipal un proyecto que ha terminado en los tribunales y con Málaga postulándose como alternativa.
Antes, la capital catalana dejó escapar la sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), organización que migró a Ámsterdam (Países Bajos) cuando tuvo que dejar Londres tras el Brexit en Reino Unido. Y la tercera sede del Centro de Europeo de Predicciones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF, por sus siglas en inglés), que eligió Bonn (Alemania). En el capítulo de las regatas, y atribuible a la pandemia, Barcelona también ha perdido la World Race de 2023, como avanzó Crónica Global, aunque se trata de una cancelación temporal por la crisis sanitaria.