Los Pirineos entran en cólera por la gestión de la pandemia por parte del Govern. Las grandes nevadas de estos meses auguraban una recuperación de la restauración, la hotelería y el comercio de las comarcas de montaña, que se vieron marcadas por los cierres perimetrales en la temporada alta del año pasado. Esta blanca Navidad, no obstante, no ha servido para evitar que las restricciones para frenar el Covid-19 anunciadas por la Generalitat arruinen a un territorio que basa su economía en el turismo invernal y estival. El norte de Cataluña habla, airado, sobre desconocimiento de la realidad fuera de Barcelona, las mínimas ayudas gubernamentales y la falta de previsión del Ejecutivo catalán liderado por ERC y JxCat.
El Vall d’Aran y la Cerdanya son las dos comarcas que más sufrirán estas medidas Covid. Sin embargo, la repercusión en restauración, alojamientos, turismo y otras actividades secundarias se verá resentida en toda Cataluña. La presidenta de la asociación de hostelería de la Cerdanya, Nativitat Bover Tarrés, asevera que están “enfadados” por la actuación del Govern durante toda la pandemia, con actuaciones “fuera de hora y de forma incoherente”. Todos los gremios de los Pirineos consultados por Crónica Global apuntan en esta dirección. La “incertidumbre” en la que les sume el gobierno catalán, y la incapacidad de gestionar el 100% de ocupación para Navidad, San Esteban, Nochevieja y Año Nuevo de la mayoría de los establecimientos son las trabas de los pequeños y medianos empresarios para estas fiestas.
Terraza a -5º
Bover es la más crítica con el president de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC), al que dirige una pregunta abierta: “Lo del 100% de aforo en terrazas está muy bien para Barcelona, pero ¿cómo ponemos a la gente a -5º de temperatura en Puigcerdà?”. El desconocimiento del territorio es una de las carencias que el Govern demuestra con la implantación de medidas estandarizadas, según los hosteleros, y que no pueden ser aplicadas en ciertos lugares que, además, anhelaban recuperarse este invierno después de los azotes de la temporada alta del año anterior.
El presidente de la asociación de hostelería del Alt Urgell, Miquel Àngel Sánchez Figols, coincide con su homóloga de la Cerdanya. “Una terraza, si no hace sol, tiene un horario limitado en los Pirineos”, indica. De hecho, esta es una de las principales inquietudes del sector, que aprieta a los gremios comarcales para saber cómo reaccionar ante el alud de reservas --al 100% de ocupación en la mayoría de bares y restaurantes del Vall d’Aran y la Cerdanya--, que no van a poder servir. Temen “denuncias por incumplimiento” si cancelan alguna de estas mesas a los clientes.
La “limosna” del Govern
Los restauradores pirenaicos estallan contra el Govern al asegurar que han hecho “todo lo que han pedido”, desde la higiene para evitar los contagios, hasta la ventilación y el uso del pasaporte Covid. Por el momento no se han registrado muchas anulaciones, aunque esperan que una vez el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) apruebe las restricciones, mucha gente cancelará reservas. El presidente del gremio de hostelería del Vall d’Aran, Xacobeo Batolomé, confirma la “desesperación” del sector, ya no tan solo por el coste de la temporada navideña, sino por “todo el producto comprometido con los proveedores que provocará pérdidas” extraordinarias y alimentos que acabarán en la basura.
“Parece que siempre seamos los culpables”, afirma Bartolomé. El hotelero recuerda que las ayudas que el Govern ha dado a venteros y restauradores es “limosna que no cubre las pérdidas reales”. Estos días los Pirineos se juegan el 20% de los ingresos de todo el año, por lo que piden a Aragonès y al consejero de Salud, Josep Maria Argimon, que les expliquen “cómo debemos proceder” para evitar denuncias y cumplir las nuevas restricciones.
Evitar el cierre y la incoherencia
Sánchez Figols recuerda que “la recuperación no se para como en marzo de 2020”, aunque cree que hay que “espabilar” --especialmente por parte del Govern-- para “evitar otro cierre”. “Siempre pegan el primer batacazo a la hostelería, el ocio y los espectáculos, donde creen que hay más transmisión, pero pronto comenzarán los botellones”, asegura el alturgellense. Esta es una realidad que la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, ha reafirmado este martes, porque “volverán a verse imágenes --de gente bebiendo-- en las calles”. El sector recela de las medidas, aunque cierra filas en la lucha contra el virus.
La desesperación llega más allá, con Argimon sin alertar a los sectores afectados y justificándose con que “el virus tampoco avisa”. Bover remarca que el Govern “no es coherente, no escuchan nada”, mientras Bartolomé pide una “gestión nacional” de la pandemia, al ser el turismo madrileño uno de los principales focos de atracción en el Vall d’Aran.
Las comarcas de montaña se rebelan ante el Govern, conscientes de que hay que actuar para parar la pandemia, pero hastiados por ser “siempre señalados” y sin tener en cuenta que la dinámica de los Pirineos no es la de las grandes ciudades. Muchos restauradores han aceptado reservas cobradas previamente que desconocen cómo realizarán, mientras otros piensan en aplicar las burbujas en las terrazas como en Móra la Nova (Tarragona) para poder salvar una temporada de invierno que, con el Covid, está próxima a terminar.