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La banca aflora los primeros sacrificios al BCE a cambio de recuperar el dividendo

La dotación anticipada de provisiones de Bankinter y proyectada desinversión en Erste por parte de Caixabank refuerzan la solvencia de las entidades como exige el regulador

25 octubre, 2021 00:00

La vuelta al dividendo sin aparentes limitaciones no le saldrá gratis a la banca. Las continuas advertencias del Banco Central Europeo (BCE) sobre la necesidad de que las entidades refuercen su solvencia están detrás de la decisión del regulador de abrir la mano en lo que se refiere a la retribución al accionista. Los primeros ejemplos, protagonizados por Bankinter y Caixabank, no han tardado en aflorar. Y todo parece indicar que no serán los últimos.

Las cuentas trimestrales publicadas este jueves por Bankinter recogían un ingreso extraordinario de 45 millones de euros por la venta del fondo de energías renovables Helia I al grupo canadiense Northland Power. En lugar de anotárselo, la entidad ha optado por dotarlo en forma de provisión adelantada para próximos litigios.

Provisiones y ventas

La consejera delegada, María Dolores Dancausa, explicó en rueda de prensa que “siempre que el banco tenga la posibilidad de reforzar su solvencia lo hará y ésta era una buena oportunidad”. Por su parte, el director financiero de la entidad, Jacobo Díaz, indicó que las provisiones de 240 millones de euros consignadas por Bankinter con motivo de la crisis del coronavirus seguirán figurando en el balance y que “no hay una fecha definida” para deshacerlas.

María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter / EUROPA PRESS

María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter / EUROPA PRESS

Apenas unas horas después, Caixabank anunció al mercado, a través de una comunicación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que analiza diversas opciones para deshacer su posición en el austriaco Erste Group, en el que está presente desde hace once años, con una participación que en la actualidad roza el 10%.

Reacción inmediata

La entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri hizo hincapié en que, de ejecutarse, la operación generaría 15 puntos básicos adicionales de capital, que servirían para fortalecer la ratio CET1 fully loaded del banco. Es decir, su primera maniobra corporativa tras la fusión con Bankia, formalizada a finales del primer trimestre de este año.

El presidente de Caixabank, José Ignacio Goirigolzarri, durante la última junta de accionistas del banco / EP

El presidente de Caixabank, José Ignacio Goirigolzarri, durante la última junta de accionistas del banco / EP

Ninguno de ellos es un movimiento casual. Tras el primer anuncio por parte del BCE de que levantaría definitivamente el veto a las retribuciones al accionista, los principales bancos españoles no tardaron en hacer pública su intención de recuperar la política de dividendos que tenían antes de la pandemia.

Mensaje de prudencia

Incluso con alguna novedad, como en el caso del programa de recompra de acciones de Santander, que la entidad ha puesto ya en práctica por primera vez en su historia.

Unos anuncios que no cayeron precisamente bien en el seno de la institución que preside Christine Lagarde. Las permanentes llamadas a la prudencia por parte del regulador parecían caer en saco roto en el caso de la banca española, que había manifestado en reiteradas ocasiones su malestar por la suspensión temporal del dividendo.

Rebeldía

Las entidades sostenían que cumplían sobradamente con los mínimos de solvencia que el BCE fija para cada banco y que contaban con un colchón más que suficiente para continuar con la retribución a los accionistas en el mismo punto en el que la habían dejado cuando irrumpió la pandemia.

Banca

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Por el contrario, la suspensión temporal del dividendo ocasionaba un considerable perjuicio para los bancos cotizados, toda vez que numerosos fondos de inversión enfocados en compañías que retribuyen a sus accionistas tenían que sacar de sus carteras estos valores.

Sin cubrir el coste de capital

A la hora de volver a la estrategia de dividendos, además de la correspondiente autorización, la banca se ha comprometido a realizar los sacrificios necesarios para que la medida no afecte en demasía a su solvencia. Las entidades españolas que se sometieron a las últimas pruebas de esfuerzo del BCE aprobaron el examen pero, al mismo tiempo, demostraron no estar en exceso sobradas.

A pesar del buen tono de sus resultados, la banca española sigue sin cubrir el coste del capital en la mayoría de los casos debido al escenario continuado de los tipos de interés negativos, que el mercado espera que permanezca al menos hasta mediados de la presente década.

Un escenario permanente

Hace unos días, el consejero delegado de Caixabank, Gonzalo Gortázar, admitió durante su intervención en el desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum que la entidad trabaja desde hace tiempo bajo el escenario de que los tipos serán negativos de forma permanente.

En este sentido, toda señal de prudencia que las entidades envíen al BCE será bien recibida en Francfort, desde donde siguen instando a los bancos a llevar a cabo operaciones de concentración con el fin de incrementar sus tamaños y hacerles más fuertes con vistas a los desafíos que aún tendrán que afrontar en los próximos años.

Por otro lado, la mayoría de las entidades ha ejecutado notables recortes de plantillas como consecuencia de la crisis y la creciente digitalización del negocio, lo que también supondrá un coste a asumir en los próximos trimestres. Presión añadida para su liquidez y solvencia aunque, por el momento, cuentan con el inesperado aliado de la morosidad, que continúa estabilizada pese a que constituía uno de los grandes temores del sistema al inicio de la pandemia.