El camino que Marc y Emma Bournazeau iniciaron juntos hace más de 20 años ha desembocado en Terra Remota, un proyecto de vida en el que la uva, el vino y la tierra se funden para ofrecer la esencia del Empordà. Este matrimonio de origen francés con raíces catalanas instaló su bodega sobre un suelo granítico, al pie de la sierra de la Albera que lo resguarda de la tramontana. Allí comenzó a diseñarse el boceto de lo que hoy es un vino ecológico con Denominación de Origen que produce 100.000 botellas cada año de GG, Clos Adèle, Clos Amae, Camino y Caminante, entre otros.
Terra Remota “es una bodega joven que entra en su madurez”, describe su propietario. Representa el regreso a los orígenes, la recuperación de una identidad perdida en el exilio del abuelo catalán de Emma, que se refugió en Perpiñán durante la Guerra Civil. “Es un proyecto nuestro, de los dos. Nos enamoramos de una colina y de su entorno, de un lugar privilegiado”, relata al echar la vista atrás Marc Bournazeau, quien desde su infancia siempre ha vivido rodeado de viñedos.
Integrada en el entorno
Terra Remota está situada en la población gerundense de Sant Climent Sescebes. Nacida en 1999 tras la adquisición de una propiedad de 40 hectáreas por parte de la familia Bournazeau Florensa, es una bodega integrada en el entorno con una marcada sensibilidad hacia el territorio, agradecida al paisaje natural que la envuelve y que se plasma en sus vinos. Su nombre, por sí mismo, describe su ubicación geográfica. A 15 kilómetros del Mediterráneo, sobre una altitud de 140 metros sobre el nivel del mar, un sitio solitario, cautivador que parece querer marcar distancia con el resto del mundo y que guarda como un tesoro restos de asentamientos pertenecientes a la cultura ibérica.
En estas dos décadas, Terra Remota ha conseguido hacerse un hueco e incluso despuntar en el panorama vinícola como uno de los nuevos grandes valores de la DO Empordà. Produce vinos de perfil diferentes a los del resto de bodegas. Destacan por su elegancia y complejidad, por sus valores ecológicos y de calidad que son muy apreciados por chefs de prestigio como los hermanos Roca y Nandu Jubany, entre muchos otros.
Expansión internacional
La propiedad ha conseguido colocar sus vinos en medio mundo a pesar de que su interés radica especialmente en el territorio nacional. Aun así, quiere llegar lo más lejos posible. “Un 40% de nuestra producción va dirigida a Cataluña y un 10% al resto de España. El resto lo exportamos a Francia, Suiza, Holanda, Austria, Bélgica, Dinamarca, Reino Unido, China, Hong Kong, Canadá… Pero me encantaría entrar en el mercado de Estados Unidos en un futuro”, reconoce Marc Bournazeau.
El terreno en el que actualmente se asientan los viñedos de Terra Remota define la suavidad y elegancia de los vinos elaborados. “Lo más importante es la tierra, más incluso que las uvas”, dice. Es un territorio de ámbito granítico, muy interesante para la viticultura, ya que el suelo no es fértil y facilita un buen drenaje. “El terreno de granito es un lugar fantástico para el equilibrio de tanicidad, acidez, corpulencia y ph”, que posibilita la producción de variedades típicas de la zona como la Garnacha tinta y blanca y también variedades de larga tradición en Francia y de buena aclimatación en el Empordà como la Syrah, Cabernet Sauvignon y Chardonnay.
La mejor materia prima
Los principales criterios que rigen la organización de la bodega son calidad, respeto a la materia prima e identidad. “Obtener uvas de calidad es nuestro primer objetivo”. Esta es la razón por la que el dominio trata de aislar la mejor uva durante todo el proceso, desde la cepa a la elaboración de los vinos. “Nuestro vino respeta las uvas”, dice. “Intentamos reducir al máximo las intervenciones que podrían dañar la uva, ya que cuanta más calidad tiene la materia prima, menos necesaria es la intervención en el proceso de elaboración y crianza”, explica este productor de origen francés.
Los nombres de la gama principal de vinos se basan en el concepto Camino, en alusión al conocido poema de Antonio Machado. En línea con el poema, se apuesta por una filosofía de trabajo donde prevalecen el respeto a la naturaleza, la tenacidad y la perseverancia como valores esenciales para conseguir los objetivos propuestos. “Concebimos la elaboración de cada vino como un camino único, un método que no puede ser sistemáticamente repetido”.
Modernas instalaciones y enoturismo
La bodega dispone de unas modernas instalaciones de elaboración, basadas en el principio de la gravedad. En efecto la entrada de la vendimia se realiza por la parte más elevada de la bodega, donde se efectúa la selección de uvas. “Es obra del arquitecto Pepe Cortés. Tiene una caída de 28 metros. La idea es usar la gravedad en beneficio de la producción porque el oxígeno es el peor enemigo en la primera fase de la fabricación del vino”. Su filosofía de trabajo se basa en un respeto máximo a la naturaleza (la bodega tiene certificación de agricultor ecológico desde 2012), el objetivo de calidad del producto a través de la perseverancia en el trabajo y la marcada personalidad de Marc y Emma Bournazeau impregnada en sus vinos.
Terra Remota es una bodega que también apuesta por el enoturismo. Organiza visitas a la bodega, degustación de vinos y un picnic ecológico en un pequeño bosque de pinos adaptado para disfrutar de la gastronomía local entre las viñas.
El Covid
Marc Bournazeau, como otros tantos elaboradores de vino, ha sufrido muy de cerca el alcance de la pandemia de Covid-19. El cierre de la restauración les ha afectado en gran medida, ya que ha dificultado la salida de sus vinos. “Todos los bodegueros hemos perdido mucho durante el confinamiento, ya que nuestros principales clientes son los restauradores. Hemos tenido que adaptarnos a una nueva forma de vender, directamente desde la bodega", reconoce.
Empatiza mucho con ellos, tal vez porque su sector es de los que más han sufrido la pandemia. “Es difícil, los políticos tienen que tomar decisiones difíciles, pero es cierto que las restricciones han matado a las empresas y la vida de la restauración”, admite. “El sector ha sufrido. Nuestros clientes son la restauración y las tiendas y tanto nosotros como los distribuidores hemos perdido un 60% de nuestro negocio", insiste.
El vino como válvula de escape
Pese a todo, Marc apuesta por ser optimista ante la adversidad. “Será difícil volver a las cifras de antes de la pandemia. Hará falta una fuerte inversión para que el restaurador pueda volver a captar clientes y que estos pierdan el miedo al Covid”. Desde su punto de vista, “el vino puede participar de la salida de la crisis porque es un generador de sueños y de esperanza y porque nos anima a reunirnos con otras personas y a compartir. El vino será importante para salir de esta situación”, asegura.