El logo de Caixabank en la antigua sede de Bankia en Madrid / CAIXABANK

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Business

La fusión de Caixabank y Bankia ya renta 1.500 millones al Estado

La participación pública en la entidad resultante de la operación, auspiciada por el Gobierno, se revaloriza notablemente en el transcurso de la misma

5 abril, 2021 00:00

La nueva Caixabank apenas ha iniciado su andadura tras el registro de la fusión con Bankia el pasado 26 de marzo, pero la operación comienza a dar frutos, especialmente para los accionistas del ya extinto banco, entre los que se encuentra el Estado. En los siete meses que han transcurrido desde el anuncio de las conversaciones para la operación hasta su culminación desde el punto de vista mercantil, la participación pública se ha revalorizado cerca de 1.500 millones de euros.

Tras procederse de forma oficial al canje de acciones aprobado en septiembre por los consejos de Caixabank y Bankia para articular la operación, la participación del Estado en la entidad resultante, que ostenta a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), es del 16,11%, según se refleja en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Disparado desde septiembre

A precios actuales de mercado, esta participación está valorada en unos 3.450 millones de euros. Una cifra que contrasta con los aproximadamente 1.460 millones de euros en que la bolsa valoraba el 61,8% que el FROB mantenía en Bankia a comienzos del mes de septiembre, justo antes de que se conociera que ambos bancos habían iniciado las conversaciones para una, por entonces, eventual operación corporativa que se ha convertido en realidad en un tiempo récord.

El pasado 26 de marzo fue el último día de cotización de Bankia, la misma fecha en la que se inscribió su absorción por Caixabank en el Registro Mercantil de Valencia. A partir del 29 de marzo han empezado a cotizar los nuevos títulos emitidos por este banco para atender el canje de acciones.

Exigua recuperación

Así, a través del mercado, el Gobierno comienza a hacer efectivo el plan para maximizar el valor de la participación pública en el ya extinto Bankia, proveniente de la inyección de fondos realizada en 2012 para el rescate financiero de la entidad.

La meta era recuperar los cerca de 24.000 millones de euros de esta operación a través de una futura venta de la participación del Estado en el capital de Bankia. Sin embargo, la errática trayectoria del banco en bolsa hizo inviable la estrategia, más allá de las colocaciones de dos paquetes de acciones en el mercado, de en torno al 7% cada uno que, junto a los dividendos repartidos, han totalizado poco más de 3.000 millones de euros hasta la fecha.

Largo plazo

En un primer momento, el resultado de la operación no ha podido ser más satisfactorio para los intereses del Estado, que ha visto cómo la valoración de su participación en Bankia se ha disparado en los siete meses que ha durado el proceso de fusión con Caixabank.

No obstante, la diferencia con el montante del rescate aún es muy notable, hasta el punto de que el mercado da por hecho que la presencia pública en el capital de la nueva Caixabank va para largo y que no tiene una fecha de salida marcada, ni siquiera en el largo plazo.

Oportunidad aprovechada

Por lo pronto, el Gobierno aprobó a finales del pasado año la prórroga por dos años más de su presencia en el capital de Bankia, hasta 2023. Algo que se repite de forma recurrente desde 2015, cuando se alcanzó el primer plazo fijado para salir del capital de la entidad financiera sin que se hubieran cumplido ni de lejos los objetivos.

El Ejecutivo vio en el actual proceso de consolidación del sector financiero, auspiciado también por el Banco Central Europeo (BCE), el momento ideal para tratar de poner en valor esta participación. Tras valorar diferentes opciones, incluida una posible fusión transfronteriza, como admitió la ahora vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, desde la Moncloa se puso en marcha el operativo para dar salida a Bankia, tras el interés mostrado poco antes del verano por la Fundación La Caixa, primer accionista de Caixabank.

Buena acogida

Con otras opciones encima de la mesa, especialmente la del BBVA (más complicada desde el punto de vista político, pero igualmente viable), las partes optaron por no perder tiempo y en poco menos de un mes los consejos llegaron a un acuerdo para la fusión.

Desde el primer momento, los inversores acogieron de forma positiva la operación, lo que ha derivado en la revalorización de la participación del FROB, que ya es una realidad en el nuevo banco.

Blackrock y Norges Bank

Tras el canje de acciones, y junto a la Fundación La Caixa y el FROB, el único accionista de la antigua Caixabank que ha logrado mantenerse como accionista significativo (con una participación por encima del 3%) ha sido Blackrock, merced a que también tenía una destacada presencia en el capital de Bankia.

Mayor ha sido la dilución para otros accionistas institucionales, como el fondo soberano de Noruega, cuya participación en la nueva Caixabank se ha quedado en el 2,4%.