La presión de los trabajadores ha evitado el traslado forzoso de 35 empleados de Pastas Gallo de Granollers (Barcelona) hasta las instalaciones que la compañía posee en El Carpio (Córdoba). Las conversaciones entre el comité de empresa y la dirección han culminado con un acuerdo satisfactorio para ambas partes, según han confirmado fuentes de la negociación.
Aunque el grupo de alimentación completará la deslocalización de su maquinaria de pasta seca, el personal de la central vallesana será reubicado en el resto de fábricas catalanas en Granollers (productos frescos y placas), Esparreguera (artículos sin gluten) y Sant Vicenç dels Horts (especialidades orientales Ta-Tung). Dos de los 37 trabajadores de la planta de secos no formarán parte de este plan.
Proyectos empresariales
Un delegado de UGT ha puesto en valor las mejoras laborales del acuerdo: "Hemos mejorado las condiciones que teníamos por convenio y hemos logrado que los traslados se queden en Cataluña. Además, la empresa nos ha adelantado proyectos para el grupo en Cataluña".
Entre estas iniciativas se encuentra el crecimiento de la fábrica de frescos, la incorporación de dos líneas de envasado de harina en Granollers que potenciarán el negocio de semolería y el incremento de turnos en la fábrica de especialidades asiáticas. La asamblea de trabajadores ha ratificado el acuerdo este miércoles por la tarde y, por su parte, un interlocutor de la empresa ha ratificado la satisfacción por el pacto.
Desacuerdo de CCOO
Sin embargo, el desenlace del conflicto genera dudas a nivel orgánico. Pese al apoyo de los trabajadores directamente afectados, un portavoz de CCOO que no forma parte de la plantilla del grupo ha criticado la "falta de un plan industrial" claro por parte de la propiedad. "No hay garantías de futuro en lo que se ha aprobado. La gente ha priorizado su garantía económica antes que la garantía de los puestos de trabajo a largo plazo", ha apuntado este afiliado a Crónica Global.
Otras fuentes sondeadas por este medio consideran que, por el momento, no hay riesgo de despidos ni de cierres en la estructura del grupo en Cataluña. Desde que la familia Espona Massana vendió en 2019 la totalidad de la marca a Proa Capital por 227 millones de euros, una parte de los empleados teme que el fondo termine aplicando una reestructuración interna parecida a la que se aplicó en Gallina Blanca, otra gran enseña de alimentación que también trasladó su fábrica de Sant Joan Despí (Barcelona). Pese al avance parcial sobre esta deslocalización, un sector sindical muestra su escepticismo sobre el futuro inmediato de la compañía.