Las regulaciones europeas y su supuesto incumplimiento han abierto otro conflicto en el sector de la pesca. La Plataforma de Afectados por la Potencia Pesquera ha denunciado a la Comisión Europea por lo que consideran “su inacción ante la ilegalidad presente” con respecto a los motores de las embarcaciones de pescadores.
Según denuncian desde la plataforma, desde hace años hay un incumplimiento generalizado de la potencia motriz, lo que supondría un agravio económico para los que sí cumplen la ley. No todos los agentes del sector coinciden en que los pesqueros actúen al margen de la normativa --de hecho, algunos se oponen a la denuncia--, pero sí existe un amplio malestar con el rol de la Unión Europea al regular un oficio que ven en peligro.
“Los caladeros se agotan”
Según la plataforma, el hecho de que los buques naveguen con más potencia instalada de la reglamentaria repercute en un agotamiento de los recursos marinos. “El problema es grave y no tiene una solución sencilla, pero mantener la situación así supone dejar los caladeros sobreexplotados y en vías de colapso”, explica su portavoz, Francisco Pérez.
A modo de ejemplo, Pérez relata que a pesar de que en el noroeste de Cantabria se han desguazado 42 barcos de arrastre de los 109 que había en 2012, “la gente que está operativa está asustada porque los caladeros se agotan”. La organización tiene una implantación en Galicia y el Cantábrico, pero también asegura que se trata de un problema que se extiende al Mediterráneo.
La flota “no está en regla”
La asociación se basa en un informe presentado en 2019 ante el Parlamento Europeo, que señalaba que más de la mitad de las naves incumplían la normativa. Esta proporción se eleva a los dos tercios si añadimos aquéllas con indicios de haber sido manipuladas. Sin embargo, el patrón mayor de la Cofradía de Palamós, Antoni Albalat, apunta que estas cifras se quedan cortas: “El 98% de la flota pesquera del Mediterráneo no está en regla con respecto a las potencias”, sentencia.
Albalat considera que esto se debe a que “en los papeles figuran unas potencias que no son las reales, independientemente de si hay mucha o poca potencia”. ¿La raíz del asunto? “Es un problema en el que la Administración es partícipe. Con los fondos europeos, a partir de los 2000, muchos barcos solicitaron ayudas para la modernización de la flota y lo que se hizo no fue modernizarlas, sino aumentar las potencias motrices”.
“Falta de compañerismo”
Como reconocen los mismos profesionales, la pesca es un oficio muy amplio con variedad de intereses y puntos de vista. Por eso, la denuncia no ha sentado bien en todas las cofradías. A la de Verge del Carme, en Sant Carles de la Ràpita, le sorprendió negativamente que estas reivindicaciones se planteen por parte de los mismos pescadores.
“Me parece una falta de compañerismo”, reconoce Joan Balaguer, secretario de la cofradía. “Me sorprende este planteamiento, en Cataluña no lo había oído nunca”, asegura. Y desde luego, no en su pueblo: “Aquí no tenemos ninguna queja. Hay inspecciones. Si hay incumplimientos, que lo denuncien”, opina.
Oposición a los límites europeos
Desde la Federación Nacional de Cofradías de España, también valoran que casi la totalidad de los barcos cumplen con la normativa y añaden que la potencia no tiene nada que ver con la sobreexplotación de los caladeros. “Estamos superregulados: tenemos tope de capturas diario, número máximo de tripulantes, limitación de las especies que puedes pescar, en Cataluña solo se puede faenar en determinados días... ¿Qué más da coger la pesca en una hora que en dos si el barco es más potente?”, se pregunta su presidente, Basilio Otero.
Al contrario, Otero apuesta por una mayor potencia en los motores, que “es seguridad, descanso y conciliación”. “El 99% [de los barcos] ya se han hecho con la normativa actual y tienen sus motores adaptados. No es verdad que los barcos que faenan tengan más potencia de la exigida”, concluye. La federación se opone además, junto a otras entidades del sector, a los planes europeos para recortar en un 15% el esfuerzo pesquero de arrastre.
La “picaresca” pesquera
En Blanes, la denuncia de la plataforma también genera rechazo. El gerente de la cofradía local, Xavier Domènech, cree que se ha presentado “para que Bruselas meta caña a los pescadores”. Igual que en la Ràpita, choca que sea una iniciativa de compañeros de oficio y no de organizaciones ecologistas como Greenpeace.
Sin embargo, Domènech admite que “en todos lados hay picaresca” y que “seguro que hay gente que lo hace bien y gente que no”. “Es una problemática antigua, hace unos años no había tantos controles. Es un problema que, si existe, es a nivel de España y de toda Europa. No creo que nadie quede fuera”. Y destaca además que son las autoridades quienes certifican cualquier cambio en las embarcaciones, que están muy reguladas.
Un futuro en riesgo
Detrás del conflicto regulatorio, se esconde un tema mayor calado en el que sí parecen coincidir prácticamente todas las fuentes consultadas, sea cual sea su posición en la polémica. “Quizás las Administraciones no hicieron su trabajo”, reprocha Domènech, que lamenta que “el pescador hoy en día está muy perseguido”. Y advierte: “Hay la mitad de barcas que hace diez años. Si no hacen nada, no hará falta que se preocupen, porque la gente se va retirando. No hay relevo generacional y cuesta mucho. Y mira que es un trabajo muy visceral, quien lo es, lo es porque lo siente: es un oficio para toda la vida”.
En este punto, Albalat coincide: “Cada año que pasa, el Mediterráneo está en una situación más precaria y cada vez es más difícil que la pesca sea una actividad económica sostenible”. Según el pescador de Palamós, “hace falta un pacto de los políticos”, porque “si no se aplican las políticas correctas, esto no hará más que ir a peor”. Y entonces, “todavía será menos viable” ganarse la vida con una profesión a la que han dedicado sus vidas.