Parte de la esencia de la época navideña es recorrer avenidas llenas de luces, ver las mismas películas sentimentales y nostálgicas de cada año, comer castañas asadas o pasear por los tradicionales mercadillos. Estas casetas son un atractivo turístico, tanto para locales como para turistas, marcado por los paseos por la Plaza Mayor o por la Fira de Santa Llúcia durante cualquier visita a Madrid o a Barcelona. De hecho, aunque estos son dos de los mercados navideños más conocidos, en España se realizan a lo largo del año unos 3.500 mercadillos periódicos que dan trabajo de forma directa a más de 60.000 personas.
Pero el coronavirus lo ha cambiado todo, incluso este clásico. Las zonas de muchas ciudades españolas donde solían colocarse estos puestos ahora están huérfanas y los mercadillos que se pueden celebrar lo hacen a medio gas como consecuencia de las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los visitantes y la limitación del aforo. En ese contexto, y para tratar de paliar el duro varapalo que han sufrido, muchos vendedores han dado un gran paso y se han estrenado, a la fuerza, en la venta online.
La modernización del sector
Como muchos otros comercios minoristas, la pandemia ha afectado duramente al sector de venta ambulante, que ha sufrido pérdidas de entre el 50% y el 75%, según detalla Francisco Lobato, presidente de la Asociación Mercafer, que agrupa a cientos de vendedores de mercadillos y ferias. “Hay muchos compañeros que han tirado la toalla porque no podían seguir y otros que lo están pasando muy mal”, asegura Lobato.
Algunos han encontrado la solución en replicar su negocio físico en internet y compensar así las pérdidas. “Llevamos años trabajando en la modernización y la transformación del sector ambulante”, explica el presidente de Mercafer. Si hace años ya era necesario adaptarse y dar mayor visibilidad a los mercados y a las ferias, “ahora es urgente”, matiza, pues las nuevas generaciones, que serán los futuros consumidores, están acostumbradas a comprar online.
Alternativas para sobrevivir
Aunque, en un primer momento, el sector de la artesanía vio la pandemia como el final de su actividad, el confinamiento fue, para algunos, “un curso exprés y avanzado para adentrarse en las nuevas tecnologías y ver la continuidad de su trabajo”, explica a este medio Eva Pijuan, experta en consolidar negocios de productos hechos a mano en el entorno digital. “Hay emprendedores que han multiplicado las ventas que hacían en los mercadillos gracias a crear una marca digital y abrir su tienda online”, asegura esta experta.
Es el caso de Gemma Calatayud, que confecciona ropa a mano y aprovechó el confinamiento para crear su tienda virtual, Yudboheme. “Al inicio de la pandemia me paralicé porque estaba empezando y las ventas se pararon, pero aproveché el momento para darle más caña y crecer”, cuenta. “Cualquiera puede vender online, pero hay negocios que no podrán aprovechar al 100% las oportunidades que ofrece internet porque el producto requiere del contacto directo con el cliente”, agrega Pijuan. Aun así, “es mucho más de lo que se puede conseguir vendiendo en mercados locales”, asegura esta experta.
La experiencia ‘in situ’
Miguel Ángel Fernández tiene un puesto de figuras artesanales para belenes en el Mercado de Navidad de la Plaza Mayor de Madrid y asegura que a los compradores de este tipo de productos les gusta ver el producto antes de comprarlo. “Aunque representen la misma postura, la forma o el color nunca son idénticos entre figuras y el cliente prefiere verlo”, cuenta Fernández, quien, además, es el presidente de la asociación que se encuentra tras este tradicional mercadillo.
“Hay compañeros con tiendas online porque se dedican a esto el resto del año y les interesa, pero a mucha gente le gusta comprar in situ porque así viven también la experiencia”, agrega. Con más de un siglo de vida, este mercadillo siempre ha contado con 104 casetas, pero, este año, sólo están permitidas 56. “La respuesta de la gente ha sido muy buena y vienen con mucha tranquilidad”, asegura Fernández. Este mercadillo, como todos los que pueden celebrarse, cumple todas las medidas sanitarias: tienen un recorrido de dirección única, gel hidroalcohólico repartido en zonas y distancias de 1,5 metros entre vendedores. Además, “es un evento al aire libre donde se presupone una menor probabilidad de contagio”, recuerda este vendedor.