La llegada de una tercera oleada del coronavirus a Europa, cuya avanzadilla sería la cepa británica detectada en los últimos días, complicaría el cumplimiento de las previsiones de crecimiento para 2021, que ya fueron revisadas a la baja hace semanas debido a la incidencia de los rebrotes de la pandemia en la actividad económica del Viejo Continente.
Aunque los epidemiólógos ya habían hablado de la posibilidad de una tercera oleada, el mercado no la esperaba tan pronto. Y, además, contaba con el factor de que cuando se diera este segundo repunte, tras el registrado después del verano, las campañas de vacunación hubieran avanzado lo suficiente para contrarrestar de forma notable sus efectos.
Más restricciones
Sin embargo, los últimos datos en el Viejo Continente, que hablan de un repunte notable de los contagios, especialmente en Reino Unido, parecen indicar que los primeros síntomas de esta nueva oleada ya están presentes en Europa, sin que aún haya concluido la segunda y sin haber empezado a vacunar a los primeros ciudadanos.
De esta forma, la situación podría derivar en una nueva vuelta de tuerca en cuanto a las medidas de restricción de la actividad con el objetivo de detener a tiempo el contagio provocado por lo que ya se conoce como la “cepa británica”. Por lo pronto, los gobiernos de las principales economías de la Unión Europea han procedido a suspender con carácter urgente los vuelos hacia y procedentes de Reino Unido.
Salvar la Navidad
Supone tan sólo una primera medida de emergencia pero llega en un momento especialmente delicado, cuando se acaba el plazo para alcanzar un acuerdo que permita una salida de ordenada de la Unión por parte del país británico.
Además, las grandes economías del Viejo Continente han aplicado hace semanas medidas de contención para salvar las fiestas de Navidad, entre las que se incluyen importantes limitaciones a la actividad económica, en especial en lo que se refiere a la hostelería y otros sectores relacionados con el consumo.
El efecto vacuna
“El mayor efecto de la segunda oleada se esperaba para finales de año, de ahí que los gobiernos se apresuraran a tomar medidas con antelación para tratar de minimizarlos. Pero con lo que no contaban era con un nuevo impacto, que viene a reforzar el anterior y que podría hacer que esas medidas fueran insuficientes”, señalan desde un banco de negocios internacional instalado en España.
A lo largo del mes de noviembre, el optimismo se desbordó en las principales bolsas internacionales debido al anuncio por parte de varios laboratorios, especialmente Pfizer, Moderna y AstraZeneca, de los positivos resultados obtenidos por las vacunas contra el Covid-19 en las que trabajan. Tanto es así que hoy en día ya se está empezando a administrar la elaborada por Pfizer, con la colaboración de la alemana BioNTech, en EEUU y Reino Unido, mientras que en la UE comenzará en breve tras la reciente aprobación de la Agencia Europea del Medicamento.
Las señales bursátiles
“Lo que entonces reflejaban las bolsas era la posibilidad de que la recuperación económica fuera, incluso, más intensa de lo previsto. Los mercados suelen ser indicadores adelantados de la evolución de la economía y el éxito de varias vacunas abría las puertas de par en par a una verdadera vuelta a la normalidad para mediados de 2021”, apunta la fuente.
El escenario contemplado pasaba por que, por entonces, un porcentaje significativo de la población, especialmente los colectivos más vulnerables, como los ancianos; y los más expuestos, el personal sanitario y de residencias de la tercera edad, estuviera ya vacunado, lo que permitiría alcanzar la tan ansiada inmunidad de rebaño.
Efecto minimizado
En este caso, “la llegada de una nueva oleada de contagios tendría un efecto muy atemperado, siempre y cuando las vacunas administradas alcanzaran, en realidad, la eficacia demostrada en los ensayos”. De modo que ya no sería necesario aplicar medidas restrictivas, al menos no tan severas, para paliar la situación, lo que permitiría a las economías continuar con su recorrido alcista.
Este era el panorama que descontaban las bolsas en el noviembre mágico que vivieron, en el que fueron capaces de recuperar una parte importante del terreno que habían perdido desde el estallido de la pandemia. Y es el que ahora se ve amenazado por la cepa británica.
Rebrotes anticipados
Un buen ejemplo de este efecto se encuentra, precisamente, en lo sucedido en la recta final de 2020. Las previsiones iniciales apuntaban a que la recuperación se iniciaría, en realidad, en la segunda mitad del presente ejercicio, cuando comenzaran a la relajarse las restricciones a la actividad económica y fueran desapareciendo las diferentes medidas de reclusión para los ciudadanos, lo que abría la posibilidad de un 2021 pleno de crecimiento.
El panorama cambió cuando los rebrotes del Covid-19 derivaron en una segunda oleada más agresiva de lo previsto e, incluso, algo adelantada a las fechas para las que se había previsto su llegada. Los economistas no contaban con que a un tercer trimestre de repunte espectacular del PIB iba a suceder un cuarto en el la actividad no sólo no seguiría repuntando (aunque a menor ritmo) sino que volvería a retroceder, como probablemente suceda.