Si el Black Friday ha provocado jaqueca al pequeño comercio desde su adopción en España, celebrarlo en plena pandemia, con restricciones a la movilidad y reducción de las visitas a las tiendas, supone hurgar en la herida. La campaña de descuentos ha pillado con el pie cambiado a los negocios de menor tamaño, con escasa digitalización para facilitar el comercio online y forzados a aplicar descuentos que en ningún caso se traducen en incrementos del beneficio.
Pese a que entre un 40% y 45% del pequeño comercio se ha sumado este año al Black Friday, la mayor parte de los negocios consideran inviable mantener esos descuentos, según la Confederación Española de Comercio (CEC). No obstante, los vendedores son conscientes de que quien no aplica rebajas corre el riesgo de quedarse fuera de la foto y, lo que es peor, perder una porción de las ventas de Navidad. “La mayoría lo harán arrastrados por otros formatos comerciales o resignados”, ha resumido el presidente de la CEC, Pedro Campo.
Menos margen, más volumen
“A las grandes cadenas les resulta beneficioso aplicar descuentos porque sacrifican un margen en favor del volumen. Al vender grandes cantidades, les sale a cuenta. Pero los pequeños negocios no pueden afrontarlo porque el volumen de ventas no sube tanto y no compensa”, explica la profesora de Economía y Empresa de la UOC, María Teresa Ballestar.
Esta situación provoca que sean las grandes marcas las que apliquen mayores rebajas en los precios y, por tanto, las que se lleven a los clientes. “El consumidor va convencido a cubrir sus necesidades en estas campañas y se decantará por el coste más atractivo”, subraya Ballestar.
Desfase digital
A esta desventaja que se venía dando en los últimos años se le unen los cambios de hábitos generados por el coronavirus. La pandemia ha provocado un incremento de las compras en internet por el temor a los contagios en espacios públicos. Es ahí donde el pequeño comercio muestra otra de sus carencias: la falta de una estructura digital que le permita competir y copiar la estrategia a sus grandes competidores.
El diagnóstico del profesor de Economía de la UB Gonzalo Bernardos se centra en la “escasa formación empresarial” del grueso de propietarios de pequeños comercios. “Su gran aspiración es limitar la competencia, como la de Amazon, en lugar de usar sus herramientas para crecer. Cuando tus competidores tienen más oferta y precios atractivos, quedas en inferioridad”.
La web no lo es todo
La previsión de Bernardos es “fatal” para el pequeño comercio durante este Black Friday, que se presenta como “la avanzadilla de la peor campaña de Navidad de la democracia”. El entendido lamenta que estos negocios no hayan aprovechado las nuevas estrategias para sacar rédito del acercamiento de los ciudadanos durante los meses de restricciones, cuando la movilidad era menor. Con todo, avisa: “Tener una plataforma web no lo es todo, hay que saber popularizarla”.
Pese a esa reticencia o falta de estructura del pequeño comercio para competir mediante la digitalización, Bernardos esgrime otra cuestión: “En el caso de Cataluña no ha contado con la ayuda de nadie”, en referencia a la Generalitat. “En el momento actual necesita ayuda tanto en tecnología como en formación empresarial”.