No habrá fusión entre BBVA y Banco Sabadell. Ambas entidades han decidido dar por finalizadas las conversaciones que mantenían para una eventual operación corporativa entre ambas, que habían sido anunciadas hace poco más de 10 días.
Sendos comunicados remitidos a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a primera hora de este viernes han confirmado los rumores de las últimas horas, que apuntaban que las negociaciones habían entrado en una fase de tensión debido a la dificultad de llegar a un acuerdo.
Ecuación de canje
Ni siquiera ha habido consenso a la hora de aclarar los motivos de la decisión. Mientras Banco Sabadell asegura en el escrito al supervisor que la ruptura de las negociaciones se ha debido a una falta de consenso en torno a la ecuación de canje de las acciones, BBVA se ha limitado a dar cuenta del cierre del proceso “sin que se haya llegado a un acuerdo”.
Los acontecimientos se precipitaron el pasado 16 de noviembre, cuando la entidad que preside Carlos Torres anunció la venta de sus negocios en EEUU, una operación valorada en 9.700 millones de euros y que alimentó aún más los múltiples rumores sobre la posibilidad de que participara en el proceso de consolidación del sector financiero aprovechando el refuerzo de capital. El nombre que toda la banca de inversión tenía sobre la mesa era el del Sabadell.
Asesores
Apenas unas horas después, ambos bancos admitieron a la CNMV que habían iniciado las conversaciones para analizar una operación de fusión y que incluso ya disponían de los correspondientes asesores financieros y legales para proceder a la due dilligence previa.
Una maniobra que ni siquiera se ha podido culminar debido a las diferencias que han surgido entre las entidades durante el proceso.
Dudas insuperables
El proyecto de operación ha estado todeado de dudas prácticamente desde el principio, que han estado firmemente instaladas en ambas entidades, especialmente en el consejo de administración del BBVA. Como informó Crónica Global, las divergencias en el órgano ejecutivo del banco hicieron que la entidad no diera un paso adelante sin tener antes asegurado un notable colchón de liquidez, que llegó con la operación de EEUU.
Por su parte, la fusión tampoco había generado un excesivo entusiasmo en el Sabadell, en cuyo seno se extiende la idea de que su situación le permite continuar el viaje en solitario o, en todo caso, con una operación que no le deje reducido a un mero recuerdo, como era la que planteaba el BBVA debido a la diferencia de capitalización bursátil entre ambos (aproximadamente de diez a uno).
Enfriar la operación
Las tensiones se han hecho incluso públicas desde los primeros momentos, cuando apenas unos días después de la confirmación del inicio de las conversaciones, el consejero delegado del BBVA, Onur Genç, se encargó en enfriar el ambiente en torno a la operación al afirmar en un foro del sector que ésta sólo se llevaría a cabo en el caso de que la entidad estimara que generaría valor para el accionista.
“Se han sacado demasiadas conclusiones”, aseguró por entonces Genç al hilo de las informaciones publicadas a raíz de los comunicados de los bancos. Incluso, el ejecutivo instó al mercado a “no dar al asunto más importancia de la que tiene hasta que haya algo encima de la mesa”. Aquellas palabras, que parecían formar parte de la estrategia negociadora en busca, quizá, de un precio más ventajoso han resultado ser premonitorias. Tampoco es extraño si se tiene en cuenta que Genç es uno de los miembros del consejo de BBVA que siempre han visto la posible fusión con muchos recelos.