Los fondos europeos dividen a las empresas: euforia energética, pesimismo turístico
Las expectativas que genera el dinero procedente del presupuesto comunitario distan de ser homogéneas en todos los sectores
4 octubre, 2020 00:00El acuerdo del histórico Consejo europeo del pasado julio para constituir los llamados fondos de reconstrucción supone una de las escasas buenas noticias en el entorno de la crisis sin precedentes provocada por la pandemia del coronavirus. Sin embargo, no todos los sectores empresariales miran al salvavidas lanzado desde el entorno comunitario con los mismos ojos. Tampoco el punto de partida es homogéneo. Pese a las buenas intenciones, lo que algunos bautizaron en su día como un nuevo ‘Plan Marshall’ va camino de ser una nueva historia de ganadores y perdedores.
En el caso del ámbito empresarial español, no resulta complicado a simple vista observar dónde genera mayor entusiasmo el fondo de ayuda europeo. El sector energético se perfila como uno de los que mayor rendimiento podrá obtener del plan comunitario. De ahí que sus principales actores no dejen de hacer referencia a él cada vez que tiene oportunidad.
La línea del "semestre europeo"
Una de las principales premisas a la hora de conceder las partidas que corresponden a cada país es que su destino coincida con las líneas fundamentales de la política comunitaria, recogidas en entornos como el denominado “semestre europeo”. Entre ellas destaca, prácticamente por encima de cualquiera, lo referente al desarrollo de las energías renovables.
Hace tiempo que la Unión Europea arrió la bandera de la lucha contra el cambio climático y la descarbonización total de la economía en 2050. Desde el primer momento, las autoridades comunitarias han situado los avances en este ámbito como una de las claves para que las economías se recuperen del fuerte impacto sufrido por la expansión del Covid-19.
Hasta 40.000 millones extra
En el caso de España, está previsto que aproximadamente un 30% de la cuantía que teóricamente le corresponde, en torno a 145.000 millones de euros en total, se destine a proyectos relacionados con las energías renovables, la principal apuesta de las grandes del sector. Unos 40.000 millones que sumar a los más de 230.000 millones contemplados hasta 2030 en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec).
Desde la consecución del acuerdo por parte del Consejo, los empresarios del sector han hecho repetidos llamamientos públicos al Gobierno para que acelere los objetivos del Plan algo que, incluso, algunos como el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, y el consejero delegado de Endesa, José Bogas, ya habían hecho con anterioridad, precisamente como fórmula propuesta para salir de la crisis.
Acelerar los planes
Galán destacó en su día que el histórico pacto, que llevará a la UE a mutualizar deuda por vez primera, supone la consolidación del llamado Green Deal, la apuesta comunitaria para fomentar el crecimiento económico (en este caso, la recuperación) a partir de la transición energética hacia fuentes que no emiten gases contaminantes.
En una reciente intervención en un foro organizado por el diario El Economista, el presidente de Naturgy, Francisco Reynés, hizo hincapié en que, en el fondo, el dinero procedente de Europa irá a parar en buena parte a proyectos “que todos sabemos ejecutar y que, por lo tanto, lo mejor es que se hagan cuanto antes”.
Dudas en la construcción
En este punto, el sector energético es el que, sin duda, cuenta con el viento más a favor, especialmente si se tiene en cuenta que el Gobierno español y el comunitario comparten muchos puntos en lo relativo al desarrollo de la energía verde y la transición energética.
No cunde tanto, sin embargo, el optimismo en otros sectores con peso significativo en la economía española. Uno de ellos es el de la construcción y las infraestructuras. Desde múltiples ámbitos, patronales y otros grupos empresariales han partido multitud de propuestas para favorecer la reconstrucción de la economía nacional que tenían el foco central en estas áreas.
La baza del empleo
Sin embargo, su acogida por parte de Gobierno no ha sido precisamente cálida. El sector puso sus esperanzas en un plan de reconstrucción propio, sin necesidad de tutela europea, que tuviera en cuenta algunas de las características más propicias del sector para la recuperación; entre ellas, su capacidad para generar empleo, uno de los aspectos más preocupantes de la crisis, de generar valor con las inversiones y también de repercutir de forma positiva a las arcas públicas a través de la contribución fiscal.
El hecho de que los planes se muevan ahora en el ámbito comunitario no resulta tan beneficioso. Entre las prioridades de la política comunitaria cuentan con un peso significativamente mayor ámbitos como el mencionado de la transición energética y el de la digitalización.
Movilidad urbana
En este caso, la esperanza de estos sectores pasa por su capacidad de contribuir al desarrollo de aspectos como la movilidad urbana y también la eficiencia energética asociada a la construcción. Se trata de áreas en las que el Gobierno español también está poniendo el acento con la elaboración de planes y normativas que formarán parte del programa que presente a la Comisión Europea, a finales del presente mes, con el fin de empezar a tramitar los fondos.
Todo lo contrario de lo que sucede con otro de los sectores que apuntala la economía española, el turismo, cuyo peso en el Producto Interior Bruto roza el 14% y se sitúa muy próximo al de la industria en su conjunto.
El drama del turismo
Su visión de conjunto en relación con los fondos de reconstrucción es notablemente pesimista. Mucho más desde que ha trascendido que España no ha tramitado ayudas económicas de urgencia para el sector a pesar de ser, con diferencia, el más castigado por el impacto de la crisis, con un agujero que podría acercarse a los 80.000 millones de euros al cierre del año.
A estas alturas, el turismo no se asoma entre los principales beneficiados por los fondos de reconstrucción ni tampoco está en la primera línea de la hoja de ruta comunitaria para diseñar el crecimiento de los próximos años.
Cambio de paradigma
Lo mismo sucedía ya antes de la pandemia aunque, por entonces, los factores que podían poner en peligro su estabilidad y prosperidad (la mayoría relacionados con la seguridad) estaban bajo control.
Las sensaciones en la industria del turismo son negativas con vistas al futuro ya que cada vez cala con mayor fuerza la idea de que la Unión Europea tomará la crisis del coronavirus como el punto de inflexión necesario para modificar la dirección del crecimiento económico con una clara apuesta para las próximas décadas por líneas fundamentales como la digitalización, la I+D, la industria y la energía sostenible. Un entorno en el que el turismo tiene un encaje complicado.