No hay casa española que no haya fregado un plato Duralex. Pero este detalle pasará a la historia. La compañía francesa, que comercializaba sus vajillas en más de cien países, ha quebrado.
Los vasos y platos de la empresa son inconfundibles debido a su color transparente y ámbar de sus gamas. Además de sus tonalidades, eran reconocidos por su dureza y resistencia: ”Utilícelo como martillo, déjelo caer, golpéelo, hágalo pasar del hielo al agua hirviendo", se leía en su publicidad de hace décadas.
Desarrollo en España
Duralex se ha ido rompiendo poco a poco. De los más de 2.000 empleados a los que daba trabajo a finales de la década de 1970, durante los últimos años apenas quedaban 200 personas en nómina. España fue uno de los centros neurálgicos de operaciones de la empresa y en esa época abrió una filial en Azuqueca de Henares (Guadalajara), con más de 500 trabajadores, tal y como recoge Nius Diario.
Como suele ocurrir en los grandes inventos, Duralex nació de rebote después de que el fabricante de coches Saint-Gobain, en 1939, desarrollara una nueva técnica de vidrio para los coches que se enfriaba rápidamente para tener una gran resistencia a los golpes.
Auge y caída
Duralex destinó gran parte de su facturación para darse a conocer a través de los medios de comunicación, algo que le sirvió para vender 133 millones de vasos y platos en tan solo un año. Tras décadas de éxito, los dueños originales vendieron la compañía al grupo Bormioli Rocco & Figlio, que no supo gestionar Duralex, dejándola en números rojos.
Para salvar la delicada situación de la empresa, el turco Solmaz cogió las riendas del accionariado, pero ya era demasiado tarde. La llegada de otros agentes al mercado mundial, como gigantes del estilo de Ikea, que ofrece vajillas por menos diez euros, han dado la puntilla a una compañía mítica.