Tras la Segunda Guerra Mundial, uno de los emblemas del lujo alemán quedó debilitado. Las copas de cristal con bordes dorados de Josephinenhütte --firma fundada en 1842--, que habían dado color a multitud de banquetes, comenzaron a perder resplandor poco a poco, una vez que la producción quedó dividida entre Alemania y Polonia. Fue en 1983 cuando la planta de Stuttgart echó el cierre, mientras que la de Silesia aguantó hasta 2007. Tuvieron que pasar 11 años de hibernación hasta que en 2018 tres amigos se unieran para tratar de insuflar vida a un proyecto destinado a traer de vuelta un vestigio del que aún quedaban ascuas.
Ahora, Josephinenhütte se ha reconvertido en una startup cuya actividad se inició en septiembre de 2019. Un año después, la compañía prepara su desembarco en España pese al lastre de la pandemia de coronavirus, que obligó a paralizar su fábrica durante tres meses. En el escaso tiempo de su segunda vida, la vidriera ya se ha colocado como uno de los actores principales del mercado premium y tiene presencia en Alemania, Austria, Italia, Bélgica, Países Bajos, Suecia, Dinamarca, Singapur, Hong Kong y Australia.
Arranque en tiempos de pandemia
“En marzo, todos los restaurantes estaban cerrados y las perspectivas eran bastante malas, pero en los últimos meses se han hecho nuevos clientes y se empieza a ver la luz”, aseguran sus nuevos propietarios en conversación con este medio. Ahora, seña de la nueva identidad, la firma ha lanzado su primer portafolio, una colección de cinco copas, alejado de las bandas doradas que dieron lustre a la marca durante el siglo pasado. En su lugar, la compañía apuesta por las líneas curvas y ligeras.
Para tal labor, los empresarios viajaron hasta Austria para buscar al maestro vidriero Kurt Josef Zalto, miembro de la séptima generación de una saga que se inició en este arte en el siglo XVIII en el Véneto. Ahora Zalto es copropietario y director creativo de la compañía, y se encarga de que tomar vino se convierta en “una experiencia casi sensual”. “El vidrio es a la vez tan fino que tienes la sensación de estar aguantando el vino en la palma de la mano”, explica.
Oportunidad en España
El objetivo de Josephinenhütte es ahora posicionarse en España, de la mano de Primeras Marcas, a través de bodegas de primer nivel y restaurantes de gama media y alta, mientras que el canal físico quedará reducido a tiendas de referencia del sector. Pese al impacto provocado por la pandemia en sus principales canales de venta, desde la compañía, que no reporta cifras sobre el volumen de facturación, aseguran que no se llegaron a plantear la posibilidad de retrasar el lanzamiento.
Alemania, donde ya trabajan con 500 productores y 200 sumilleres, fue el mercado más golpeado por la pandemia, mientras que otros como Bélgica y Países Bajos dieron rápidos signos de recuperación. Además, encuentran en su singularidad el mejor motivo para seguir adelante: “Este es un mercado limitado, con apenas tres o cuatro empresas mundiales del máximo nivel, y vimos que en España no había ninguna productora premium: era una oportunidad”.
Además, consideran que las condiciones de España la hacen un mercado idóneo no solo para introducir su producto, sino también para favorecer la recuperación del sector: “La cultura gastronómica de España pasa por los restaurantes, incluso en los pueblos más pequeños hay un gusto elevado, eso marca diferencia. En Alemania hay quien gasta 25.000 euros en reformar la cocina solo para hacer una pizza en el horno”.