En un momento en el que el centro histórico de Barcelona está prácticamente vacío, hay un espacio donde el tráfico de gente parece más intenso. Son las Galerías Maldà, un centro comercial que hace 10 años era un lugar semiabandonado y donde eran pocos los que se atrevían entrar.

El cambio de esta situación tiene unos responsables: los frikis, esas personas que se disfrazan de sus personajes favoritos y que coleccionan todo lo coleccionable para identificarse con la filosofía de ciertas ficciones. Y también tiene culpa un hacedor: Rubén Sánchez, el fundador de Reino de Juguetes.

Mundo friki

Él y un equipo de cuatro colaboradores pusieron en marcha hace seis años un proyecto que les apasionaba: una tienda friki centrada en el mundo de la fantasía y de la animación. Empezaron en el barrio barcelonés de Sant Andreu pero, cuando ya llevaban tres años, se desplazaron hasta el viejo centro de Barcelona.

En 2017, Sánchez y su equipo abrieron la primera tienda de Harry Potter de España, en las Galerías Maldà. Ahora, el mercado ha crecido tanto que ya son tres los espacios dedicados al joven mago: uno de regalos, otro de joyería y otro textil. Pero no son las únicas tiendas temáticas que han abierto. Siguieron con los establecimientos de Funko, de Dragon Ball, de Willy Wonka, el supermercado friki y tantas otras. Y no van a parar. “Ahora tenemos 10 tiendas, pero el año que viene habrá 17”, avanza Sánchez.

Gente paseando por las Galerias Maldà

Pyme de éxito

Él mismo se sorprende del éxito logrado. Todo empezó de manera casual, observando “el cementerio de locales y lugar oscuro” en que se convirtieron las Galerías Maldà, un espacio de moda y glamour hace medio siglo. La primera tienda la puso aquí como una nueva aventura, y ahora “ya se ha convertido en un circuito de tiendas” frikis. La última ha sido la Poketienda, pero el mes que viene se estrena otra “friki-feminista”.

El negocio ha crecido tan rápido que, tres años después de haber aterrizado en las Maldà, Sánchez mantiene contactos con Warner Bros y con Disney atraídos por lo que ha creado. Pero, aunque no se quita méritos, tiene claro que esto es una racha.

Trabajo y pasión

“Esto es una pequeña empresa que piensa en el público local” y que une su pasión con el trabajo. “Empleamos a muchas personas del mundo artístico”, gente que quiere estar conectada con su pasión. Y se nota. El mismo Sánchez ha participado en el cambio de la iluminación del centro, y sigue yendo a dinamizar los negocios.

Si hace 10 años pasear por las Galerías Maldà era contemplar un espectáculo de tiendas cerradas, oscuro, semiabandonado y refugio de personas sintecho, ahora es entrar en un mundo de fantasía. Clientes y trabajadores, vestidos como sus personajes favoritos, llenan de color y alegría esos pasillos que empiezan a estar a rebosar, como en sus orígenes.

Colas para entrar en la Poketienda de las Galerias Maldà

Dificultades

No todos nos lo han puesto fácil”, recuerda Sánchez. Cuando el barón Maldà falleció, dividió su herencia entre cuatro personas. Sólo una de ellas creyó en su proyecto. Otras han dejado morir su parte pero, poco a poco, se está ganando su confianza. El Camden friki ha tenido tanto éxito que ya se han derribado los muros de hormigón que tapiaban la parte central de las galerías para crear nuevos mundos fantásticos.

Su llegada ha resucitado el lugar. Al ver el éxito que ha tenido Reino de Juguetes, han abierto nuevos establecimientos dedicados al frikismo que hasta ahora no encontraban su espacio. Y el atractivo de éstas llevan a descubrir el resto de ls galerías, ya más dinámicas. Y es que, de nuevo, el target del lugar es friki, pero también sus amigos, familias y gente mayor que se acerca atraída por el fenómeno.

Pandemia

El responsable de esta resurrección de las tiendas admite que la pandemia del Covid les ha afectado, aunque los pasillos de las Maldà ahora parecen un oasis: están bastante llenos. Ha conseguido un público fiel que ha ayudado al boca a boca que atrae, especialmente, al público local.

Sánchez reconoce que las pequeñas empresas son las que, en tiempos difíciles, tienen más capacidad de adaptación. Él mismo se lo aplica. El 21 de agosto inauguraron un nuevo local: la Poketienda. Y el primer fin de semana de septiembre un Willy Wonka y un Pikachu animaban a la gente que se paseaba por los pasillos. “El público necesita una inyección extra de magia”, concluye. Un factor que cree que forma parte de su éxito.