España sale tocada, una vez más, de la última reunión del Eurogrupo, cuyo punto fuerte fue la elección de la persona encargada de sustituir a Mário Centeno al frente del organismo.
Y más que por la derrota en sí de Nadia Calviño ante el candidato irlandés y nuevo presidente, Paschal Donohoe, e incluso por la relevancia del propio Eurogrupo, sale tocada por la señal que los países de la zona euro han enviado sobre lo difícil que va a ser fijar las condiciones del fondo de reconstrucción propuesto por la Comisión Europea. Casi la última esperanza a la que se agarran las economías más penalizadas por la pandemia del coronavirus, entre ellas, la española.
Derrota del eje franco-alemán
La sensación de derrota se acrecienta por la forma de producirse. Calviño no es ahora presidenta del Eurogrupo con los votos favorables de Alemania, Francia e Italia (además, obviamente, del suyo propio). Es decir, el apoyo de las cuatro primeras economías de la eurozona y de la Unión Europea no ha sido suficiente. Algo prácticamente inédito en el seno comunitario y que significa que el denominado bloque del norte trabaja mucho y trabaja bien para lograr sus objetivos, muy alejados de los españoles.
Este bloque, liderado por los ya célebremente conocidos como “frugales”, con Países Bajos a la cabeza, está dispuesto a acabar con equilibrios considerados hasta no hace mucho como sacrosantos en el seno de la Unión Europea. Y lo más preocupante para los del sur es que las cuentas, en forma de votaciones, salen.
Un retraso mortal
Independientemente de las condiciones que se pacten para poner en marcha del fondo de reconstrucción, lo que menos conviene a España es que se retrase. Al igual que Italia, ambos países, que pasan por ser los más castigados por la crisis del coronavirus, han insistido en la necesidad de que la ayuda comunitaria llegue cuanto antes, toda vez que el daño a sus respectivas economías será mayor y más difícil de restañar cuanto más tarde en llegar el oxígeno en forma de dinero procedente del presupuesto.
Y lo sucedido con la votación para presidir el Eurogrupo sugiere que alcanzar un acuerdo sobre las condiciones del fondo no va a ser una cuestión de días, ni siquiera de semanas. La temida brecha norte-sur, manifestada desde el primer momento de esta histórica crisis, se muestra ahora más abierta que nunca. Y justamente en el peor momento, en el más trascendental de la historia reciente de la Unión Europea.
"Nada es gratis"
Las cosas tampoco hubieran sido sencillas con el triunfo de Calviño. Al fin y el cabo, el Eurogrupo no deja de ser una estructura informal, sin poder ejecutivo. Pero si la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos se hubiera hecho con la presidencia, el mensaje lanzado hacia los “frugales” hubiera sido que los partidarios de un sistema flexible para repartir el fondo de reconstrucción, sin excesiva condicionalidad, tenían la sartén por el mango.
En cambio, su derrota supone justamente lo contrario. El bloque del norte ahogó los “coronabonos”, llevó al límite al Eurogrupo para el plan de rescate de 550.000 millones de euros y, ahora, se siente más fuerte que nunca para hacer triunfar sus tesis de que “nada puede ser gratis en la Unión Europea”.
La tesis del PPE
Ése es, precisamente, el argumento del Partido Popular Europeo, el que ha apoyado a quien a partir del próximo 13 de julio será el presidente del Eurogrupo.
El encargado de llevar la agenda del Eurogrupo a partir de ahora estará en esa linea, sensiblemente distinta de la del presidente saliente, Mário Centeno, cuya defensa airada de los países del sur ante su situación por la crisis y los ataques furibundos que recibían en las reuniones por parte de los “frugales”, especialmente de Países Bajos, dio la vuelta al mundo.
El ejemplo de Irlanda
También resulta significativo que el candidato que defendía los intereses conservadores haya sido el ministro irlandés. Ya no cabe pensar en la República de Irlanda como aquel país que tuvo que ser rescatado en la pasada crisis por la situación de su sistema financiero. Una de esas medidas que, como aseveraba el propio Centeno, dejan un estigma.
Irlanda recuerda ese estigma, sobre todo ahora, cuando es una de las economías más saneadas del Viejo Continente, cuando hace tiempo que es capaz de financiarse a tipos negativos, con una prima de riesgo muy similar a la de Francia y muy por debajo de las de España y Portugal.
Más difícil que ayer
A esta hora, el desarrollo del fondo de reconstrucción es más complejo que ayer. El argumento, válido hasta la fecha, de que saldrá adelante porque lo apoyan Francia y Alemania ha sufrido un varapalo inesperado en la tarde de este jueves.
La onda expansiva ha llegado de forma notable a España. Y no sólo porque Calviño no vaya a ser presidenta del Eurogrupo.