La crisis del coronavirus ha removido los cimientos de hoteles y restaurantes de Barcelona sin importar su tamaño. La paralización de la actividad durante más de tres meses y la llegada de turistas a cuentagotas amenaza la viabilidad en una parte importante del sector. Así las cosas, las empresas tratan de renegociar a la baja los alquileres de los edificios para tener oxígeno hasta que el flujo de visitantes se recupere. Con todo, desde el sector alertan de que una parte importante de los negocios se puede quedar en el camino y los locales vacíos si los propietarios no ceden a una rebaja en las rentas.
Aunque la música de las renegociaciones y los aplazamientos de alquileres venía sonando desde el inicio del estado de alarma que llevó al sector a echar el cierre, ha sido en las últimas tres semanas cuando se ha comenzado realmente a mover ficha. Esto obedece a que es ahora, con la pandemia controlada y la entrada del turismo internacional, cuando el sector puede hacer previsiones con mayor claridad. De este modo, mientras gran parte de la restauración y alojamientos reclaman bajadas de precios ya, otros tratarán de aguantar hasta septiembre. Es entonces, cuando muchos contratos vencen, cuando se intentarán cambiar las condiciones de los arrendamientos.
Entrevista a Eduard Torres, Presidente de Turismo de Barcelona (25/06/2020) / BETEVÉ
Impacto en la facturación
“La pandemia ha comportado una disminución de las ventas del 100%, por lo que todos están hablando con los propietarios de sus edificios”, asegura el presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería y Restauración de Cataluña (Confecat), Santiago García-Nieto. “La cuenta de resultados del sector en Barcelona bajará entre un 70 y un 80% este año porque solo se ha trabajado enero, algo de febrero y, si Dios quiere, noviembre y diciembre”.
Según detalla el codirector de la división hotelera de Cushman & Wakefield, Bruno Hallé, la mayoría de las empresas en esta situación han pedido una moratoria de las rentas entre el 15 de marzo y el 1 de septiembre, y pagar el 25% de la mensualidad hasta 2022. En otros casos, se aboga por reducir la cuota al 50% durante al menos seis meses y devolver el resto a plazos.
Contratos variables
“Se apuesta por contratos variables que contemplen un mínimo garantizado y, si se factura por encima de lo previsto, se pagará un 25% o un 30% del total. Esto permitirá al propietario recuperar el dinero cuando se normalice la situación”, detalla el ejecutivo.
“Si se es un inversor diversificado y que entiende el negocio, habrá que apostar por esto porque da la tranquilidad de que en un año malo hay un ingreso mínimo garantizado”, añade.
Recuperación lenta
Más allá del cierre total durante el estado de alarma, lo cierto es que la recuperación en capital catalana se prevé lenta en la medida en que más del 80% del turismo que recibió la ciudad en 2019 era internacional.
Además, Estados Unidos, uno de los principales mercados emisores, mantendrá las fronteras europeas cerradas pasado el 1 de julio. Junto a esto, hay que tener presente el fuerte revés que ya sufrió el sector con la cancelación en febrero del Mobile World Congress, el evento que más facturación genera en la ciudad y cuya ausencia dejó un agujero de casi 500 millones.
Rebajas y/o aplazamientos
Con este panorama, el grueso de propietarios se muestran favorables a una rebaja de las rentas. “Sobre todo los grandes tenedores ayudan al aplazar algún porcentaje del pago para afrontarlo en dos o tres años”, apunta García-Nieto. En la misma línea coincide Hallé, que reconoce que los dueños de los locales tienen más predisposición que en la crisis de 2008: “La opción B es llegar a un cabreo generalizado e ir a juicio o buscar otro operador que tampoco podrá asumir el precio”. A pesar de ello, ambos expertos aseguran que hay un riesgo real de que muchas empresas se queden en el camino.
En el caso de los restaurantes, el director del Gremio de Restauración, Roger Pallarols, critica que no sea el Gobierno el que obligue a los propietarios a rebajar los precios. "Si la renegociación la fuerza el mercado será porque muchas empresas ya se habrán caído", indica, "las condiciones pre-Covid no son asumibles. El consumo local está tocado y el externo es inexistente. La apertura de locales no significa facturar". Este es el gran problema que intenta capear el sector con una revisión a la baja de sus costes fijos.