“Nada volverá a ser como antes”. Probablemente, haya sido una de las frases más escuchadas en las últimas semanas, en el contexto de la pandemia del Covid-19. Sin embargo, una mayoría de expertos sostiene que, en realidad, esas palabras se hubieran escuchado más tarde o más temprano porque la transformación del modelo económico era ya imparable. La irrupción del coronavirus en el mundo sólo ha hecho que el “más temprano” se haya impuesto al “mas tarde”. Y además, por un amplio margen.
Todo estaba preparado para el reinado económico de lo digital en la tercera década del presente siglo. El Covid-19 ha precipitado los acontecimientos de tal forma que la mayoría de apuestas de los mercados, expertos y consultores sobre los sectores que mejor se adaptarán a la nueva normalidad pasa por ese terreno. Los más tradicionales serán capaces de sobrevivir pero su peso en el modelo y su viabilidad dependerán de su capacidad de introducir el factor digital en su modo de producción.
El termómetro bursátil
Un termómetro tan valorado en el mundo empresarial como es el bursátil ha disparado la temperatura de compañías de cuya existencia apenas había referencias antes de la pandemia y que pertenecen a la nueva era digital que condicionará el modelo productivo en los próximos años. Uno de los ejemplos más recurrentes ha sido el de Zoom, que ha visto como la multiplicación exponencial de videoconferencias con motivo de la reclusión masiva que ha provocado la expansión del virus ha elevado su capitalización cerca de un 220%, además de poner a la compañía en el foco del mundo occidental.
En este mismo periodo, Amazon, convertida ya en todo un clásico pese a su corta historia, ha logrado revalorizarse un 50%, también beneficiada por el hecho de que se hayan disparado los pedidos a domicilio ante las restricciones de desplazamientos y el cierre de muchos negocios. Pero la empresa fundada por Jeff Bezos, convertido desde hace tiempo en la mayor fortuna del mundo, ya acumulaba una revalorización superior al 300% en los últimos cinco años.
El futuro adelantado
Es decir, la diferencia entre ambas simplemente se encuentra en que Zoom apenas lleva un año como empresa cotizada.
“Esa subida añadida en las últimas semanas hubiera llegado de todas las formas. Pero más adelante, en un año o dos. Lo mismo que ocurre con el comportamiento en bolsa de una empresa como Amazon, sucederá con las empresas de la era digital en el modelo productivo”, apunta un analista desde una firma bursátil internacional.
La distancia social ya existía
No en vano, ese distanciamiento social del que ahora se habla por motivos de seguridad, para evitar el contagio del coronavirus, en realidad lleva unos cuantos años de suma de adeptos en todo el mundo. No han sido pocos los expertos en psicología que han alertado de un cambio cada más acusado en las relaciones personales por culpa de lo digital. Y sin que la distancia social fuera algo obligatorio ni sobrevenido por motivos sanitarios.
“Las crisis aceleran los cambios y de los pocos efectos positivos que pueden tener es que derivan en muchas ocasiones en progreso al sacarnos de nuestra zona de confort”, apunta Ignacio Rel, socio responsable de Consultoría de EY. En el centro de esa aceleración está lo digital.
Clientes inesperados
Como apunta la gestora Pictet, fenómenos como el comercio electrónico y, en menor medida, el teletrabajo ya llevan tiempo implantados en el modelo. Lo que ha propiciado la crisis es que hayan llegado a usuarios que, en circunstancias normales, hubieran tardado mucho más tiempo a hacer uso de ellos. Y sin embargo, cuando se han visto obligados a hacerlo, han tomado la decisión de incorporarlos para siempre a sus hábitos.
Estrechamente vinculado a lo digital se encuentra la energía verde, otro de los grandes vectores de los próximos años, al que la pandemia ha puesto a prueba con demostrada solvencia. En cierto modo, su explosión como factor clave en un modelo productivo basado en la descarbonización de la economía coincide en algún momento de la línea del tiempo con lo digital y la irrupción de variables como la inteligencia artificial. De este modo, no resulta tan extraño que vayan de la mano en su desarrollo.
Energía barata
La crisis económica que sucede a la sanitaria ha puesto sobre la mesa el papel de una energía barata pero, al mismo tiempo, muy eficiente y contribuidora de la lucha contra el cambio climático. La llegada de nuevos actores al sector de las renovables, algunos provenientes de otros ámbitos energéticos, es un fenómeno que ya se había empezado a producir antes de la llegada de la pandemia pero que también se acelerará más de lo previsto como consecuencia del coronavirus.
La célebre resiliencia de la que tanto se habla en épocas de recesión cuenta en este punto con un elemento fundamental. Mientras que las compañías energéticas muy enfocadas en el negocio renovable podrán salir mucho antes de la crisis e, incluso, más fortalecidas, aquéllas que aún tengan una presencia destacada en el modelo de producción tradicional tendrán que arrastrar una serie de lastres que multiplicarán los efectos negativos de esta etapa.
Capacidad de resiliencia
En los próximos trimestres, cualquier elemento que aporte a las empresas capacidad para aguantar el tipo será un factor diferencial, al margen del sector al que pertenezca. “En la fase de recuperación no sólo va a ser un tema de sectores sino más bien de compañías y de la capacidad de resiliencia que tengan para superar la crisis”, apunta Ignacio Rel.
Para conseguir la supervivencia, cada empresa tendrá, de alguna manera, que reinventarse, especialmente aquéllas que pertenezcan a sectores tradicionales. Y del grado de acierto que tengan a la hora de definir su nueva estrategia dependerá su futuro.
Reinventarse
“La fase de recuperación va a suponer una transformación más o menos radical de los modelos de negocio actuales en función de la situación de partida de cada compañía. Este hecho va a suponer que las organizaciones repiensen sus estrategias y sus ‘formas de hacer’ de manera acelerada para garantizar el valor a largo plazo y la sostenibilidad del negocio. Solo las empresas resilientes serán capaces de superar y salir reforzadas de esta crisis”.
Mientras tanto, el sector sanitario es otro de los llamados a ser un referente en la nueva normalidad, incluso al margen de la carrera establecida para encontrar cuanto antes un remedio terapéutico contra el coronavirus y, sobre todo, la ansiada vacuna.
Un 'boom' sanitario
Los analistas de Pictet destacan que muchos de los productos cuya utilización se ha disparado durante la fase más dura de la pandemia, como los equipos de protección (especialmente las mascarillas) y los geles hidroalcohólicos, se incorporarán a la lista de aquellos elementos que los ciudadanos emplean en su día a día. Está por ver si para siempre pero, al menos, durante un tiempo considerable.
Por otra parte, las dificultades que han tenido los gobiernos a la hora de hacerse con un amplio stock de productos de este tipo ante la escasez de proveedores y su concentración en un área geográfica determinada han enviado una clara señal al mercado sobre una oportunidad para los próximos tiempos en este campo. En las últimas décadas, Occidente ha externalizado un buen número de manufacturas a Asia para aprovechar los bajos costes de fabricación. Una crisis de componentes sanitario y económico tan acusados como la presente marcará el punto de inflexión necesario.