Si 2020 comenzó con una borrasca que asoló las playas y despertó las inquietudes de los hoteleros para tener todo listo antes de Semana Santa, pocos meses después un ciclón ha barrido todas las previsiones y amenaza con dejar el año en blanco. El coronavirus tiene congelada la campaña de verano, con contrataciones y aperturas paralizadas. En el caso de Cataluña, el sector turístico cruza los dedos para que se levanten fronteras y llegue público europeo ya que, aseguran, solo con la movilidad nacional no salen las cuentas.
“Si no vienen clientes, estamos jodidos. No hay tantos españoles para llenar tanta oferta. Es insuficiente”, explica el gerente de la Asociación Costa Brava Centre, Martí Sabrià, que detalla que la costa catalana tendrá que repartirse el mercado con otros destinos estrella como la Costa del Sol, la costa valenciana, la cántabra o las islas. “Hay hoteles que se plantean no abrir este verano, pendientes de la apertura de la frontera con Francia”, sigue.
Cataluña, primer destino turístico
La industria turística representa el 12,3% del PIB de España, según datos del INE a cierre de 2019. Solo el año pasado generó 148.000 millones de euros y el 12,7% de todos los puestos de trabajo en el país. Esto es, 2,62 millones de ocupados. Por comunidades, Cataluña fue el destino principal, con 19.351.900 personas.
Francia es de lejos el principal emisor de turistas en Cataluña --cuatro millones en 2019--, seguido por Reino Unido --dos millones--, Estados Unidos --1,5 millones-- y Alemania --1,4 millones--. Así las cosas, los hoteleros reconocen que la clave para salvar la campaña estaría en que se permitan desplazamientos y, al menos, el público francés pueda trasladarse en coche. “Necesitamos que se abra esa frontera. Ya no hay ni que decir lo que supone que no vengan británicos o alemanes”, dice Sabrià.
Desplazamientos en coche
Si en la Costa Brava el panorama es poco alentador, no resulta mucho más halagüeño en la Costa Dorada, aunque ahí el sector confía en sobrevivir este año en base a su “fortaleza” como destino nacional. “Históricamente estamos al 50-50 entre España y el resto de Europa y trataremos de jugar con eso, aunque la situación con las fronteras es preocupante”, explica el portavoz de la Federación Empresarial de Hostelería y Turismo de Tarragona, Xavier Guardia. “Británicos y rusos, que vienen con turoperadores y por vía aérea, lo tienen más difícil. El objetivo serán los que puedan venir en coche en familia”, resume.
De hecho, aunque en Tarragona la procedencia del turismo está más repartida, hay hoteles y cámpings en los que la mayoría de los clientes suelen ser extranjeros, motivo por el que algunos de ellos se plantean no abrir en verano si los desplazamientos internacionales no son posibles: “En sitios como Salou, si una cadena tiene cinco hoteles, es posible que se plantee abrir solo tres”, explica Guardia. “No sabemos aún por dónde vamos a tirar, y noticias como la de que los turistas extranjeros tendrán que hacer cuarentena 14 días es una absoluta barbaridad: ¿Quién va a venir para confinarse?”, señala.
Agencias cerradas
“El coronavirus nos cogió calentando en la banda para Semana Santa, que supone un empujón para iniciar la campaña. Ahora la mayoría de empleados están en ERTE y la esperaza es sacar los meses de julio, agosto y septiembre. Lo importante será seguir vivos y que el sector, mejor o peor, siga de pie y tengamos temporada en 2021”, afirma Guardia.
Si la situación es crítica para los hoteleros, tampoco lo es menos para las agencias de viaje, la mayoría cerradas por la falta de actividad. “Ni tenemos nada que vender ni tenemos clientes”, explica el presidente de la Asociación Corporativa de Agencia de Viajes Especializadas (ACAVE), Martí Sarrate. La patronal reclamó al Gobierno el pasado 29 de abril que los ERTE se puedan ampliar “al menos seis meses” en el sector, ya que consideran que la actividad y el turismo tardarán en recuperarse más que en otros ámbitos. Con todo, Sarrate confía en que a partir de junio muchas compañías vuelvan a abrir.
“Aunque viajaran todos los españoles no cubriríamos la capacidad total, pero es un balón de oxígeno del que también dependen restaurantes o taxistas”, reconoce Sarrate.