Los mercados han vuelto a generar alta tensión en la deuda pública española. La rentabilidad del bono a diez años volvió a superar el 1% debido a la salida masiva de inversores en busca de un refugio más seguro en las rentas fijas de Finlandia y, especialmente, Alemania, lo que ha hecho que la prima de riesgo se dispare para situarse al borde de los 150 puntos básicos. Un escenario muy similar al de hace poco más de un mes, con la diferencia de que, por entonces, el Banco Central Europeo (BCE) aún no había anunciado su ambicioso plan de compra de deuda pública, que tuvo que lanzar de forma precipitada para evitar que la crisis del coronavirus virara hacia otra crisis de deuda como la de 2008.
El golpe de efecto de la entidad emisora se ha diluido demasiado pronto. Las recientes estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el impacto del Covid-19 en la economía, en especial en algunas como la española y también la italiana (cuya prima de riesgo está ya por encima de 250 puntos básicos), y la negativa de algunos socios europeos a sacar adelante los llamados coronabonos han contribuido a añadir tensión a unos mercados, a los que solo restaba el aderezo de la espiral de locura en la que se ha embarcado el petróleo.
Evitar una crisis soberana
A mediados del pasado marzo se encendieron todas las luces de alarma en Europa. El rendimiento de los bonos de Italia y España, los dos países del Viejo Continente más golpeados por el coronavirus, subía prácticamente sin control a medida que se iban conociendo detalles sobre las dimensiones de una recesión que no conoce precedentes. Los fantasmas de una crisis de deuda al estilo de la de finales de la pasada década aparecieron por el consejo de gobierno del BCE, que unos días antes había aprobado unas primeras medidas que, en cuestión no ya de horas sino de minutos, quedaron superadas por los acontecimientos.,
Para evitar males mayores, con la prima de riesgo por encima de los 250 puntos básicos en Italia y de los 150 en España, el BCE sacó su ya célebre bazuca al anunciar la extensión del programa de compra de deuda pública hasta los 750.000 millones de euros.
Ni el BCE ni el Eurogrupo
El decisión sirvió para detener el golpe y, de paso, para generar esperanzas de Europa era capaz de tomar medidas contundentes, lo que generó muchas dudas en la anterior crisis y las ha vuelto a aflorar en la actual. Casi de inmediato, tras aquella mañana del 19 de marzo, las aguas parecieron volver a su cauce. Pero resultó ser un espejismo.
Pese a que posteriormente el Eurogrupo fue capaz, tras varios intentos fallidos, de aprobar planes para movilizar hasta 550.000 millones de euros de ayudas para los estados miembros, las empresas y la lucha contra el desempleo, no hizo lo propio con la propuesta liderada por Italia y España, con el apoyo de más de media docena de socios más (entre ellos, Francia), de articular un instrumento para la emisión conjunta de deuda que permitiera financiar el ingente gasto de la batalla contra el Covid-19 y compartir el riesgo.
Portazo a los coronabonos
Se opuso principalmente Países Bajos, cuya prima de riesgo apenas se ha inmutado en las últimas semanas, en el entorno de los 30 puntos básicos, es decir, cinco veces inferior a la española. Y contó con el apoyo de Finlandia, con un diferencial aún menor, por debajo de 25 puntos; y Austria, que también se financia a largo plazo con tipos negativos.
Todo intento fue vano, lo que condena a ambos países mediterráneos a dar un par de vueltas de tuerca a la maquinaria de emitir deuda pública. Las compras del BCE resultan ya insuficientes y los mercados parecen haberlo asumido.
¿Italia en bono basura?
Para colmo, las estimaciones del FMI hacen hincapié, precisamente, en el notable incremento que experimentará la deuda pública de Italia y España en relación con sus respectivos PIB. Más deuda y más cara.
En el caso del país transalpino, ya paga más de un 2% por su bono a diez años. Tampoco le ha beneficiado el último comentario del banco de inversión estadounidense Goldman Sachs, que no descarta una notable bajada de rating de la deuda italiana, que le haría incluso perder el grado de inversión y pasar a la categoría de especulativa, lo que se conoce en el mercado como bono basura.
Consejo a la vista
Todo esto sucede en vísperas de un nuevo consejo europeo, a celebrar este jueves, en el que los líderes de los países miembros debatirán, entre otras, una propuesta de España para la creación de un fondo de hasta 1,5 billones de euros que pueda servir como instrumento emisor. No son exactamente coronabonos pero su aprobación contribuiría a relajar un tanto la tensión en los mercados de renta fija.
Este martes, la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Economía, Nadia Calviño, se ha mostrado prudente al respecto. Ha admitido que no es la única propuesta que está encima de la mesa. Y que su encaje para algunos socios es, cuanto menos, complicado.