El calvario que están sufriendo los inversores por los desplomes generalizados de las bolsas a causa de la crisis del coronavirus se ha visto corregido y aumentado en los últimos días por la decisión de algunas de las grandes cotizadas de revisar su política de remuneración al accionista. La previsión de fuertes caídas en la facturación y la llegada de gastos inesperados han obligado a las empresas a implementar medidas que fortalezcan su posición de liquidez y los dividendos han sido la víctima propiciatoria. Por el momento ya han volado unos 7.000 millones de euros por este concepto, entre retribuciones suprimidas, aplazadas y que se han quedado en el aire con muchas posibilidades de ser revisadas a la baja.
La crisis derivada de la expansión del Covid-19 ha generado una notable incertidumbre su impacto en la economía, que pocos se atreven a valorar con cifras concretas, pero que la inmensa mayoría estima que será muy fuerte a corto plazo. Un aspecto muy presente en las reuniones que, como cada final de mes, celebran las compañías cotizadas. Además, en el caso del mes de marzo suele ser un cita en la que se fija el orden del día de las juntas generales de accionistas, el momento adecuado para modificar estrategias como la remuneración al accionista, que son aprobadas en las asambleas.
Reforzar la liquidez
Entre los más penalizados en este capítulo se encuentran los accionistas de empresas del sector financiero. Con una estricta normativa en torno a la solvencia, precisamente derivada de la anterior crisis, la prudencia se ha impuesto en la mayoría de los bancos, que han preferido nadar y guardar la ropa y poner a salvo el cumplimiento de los requisitos de capital, por lo que pudiera venir.
Santander fue el primero en anunciar una medida de este tipo. A comienzos de semana, el consejo de administración de la entidad que preside Ana Botín acordó dejar en suspenso el pago del dividendo a cuenta del ejercicio en curso, que habitualmente abona en el último trimestre, con el fin de contar con más tiempo para valorar el impacto de la crisis.
Impacto en resultados
Hace unos días, con motivo de una conferencia del sector organizada por Morgan Stanley, Santander admitió que el coronavirus podría tener un impacto de hasta un 5% en sus resultados de 2020, siempre y cuando se produzca una recuperación en forma de V, es decir, en el mejor de los escenarios que se contemplan.
El banco aseguró que optará por abonar del dividendo correspondiente a este año en un pago único, cuya cuantía deberá aprobar la junta del próximo año. En 2019, Santander desembolsó algo más de 1.660 millones de euros en concepto de dividendo a cuenta. Una cantidad que en 2020 permanecerá a buen recaudo para reforzar la liquidez de la entidad.
Caixabank y Bankia
No ha sido el único del sector. Caixabank ha optado por no añadir más incertidumbre y recortar directamente un 50% la retribución al accionista para los dos próximos ejercicios. Sus socios no se quedarán sin remuneración pero ésta se verá reducida cerca de 500 millones de euros en relación con la del pasado año.
En el caso de Bankia, ha supuesto renunciar a uno de los desafíos más ambiciosos de su actual plan estratégico a tres años, que toca a su fin precisamente en el presente ejercicio. El equipo directivo que encabeza su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, se comprometió ante los accionistas repartir en concepto de dividendo ni más ni menos que 2.500 millones de euros a lo largo del periodo de vigencia del plan (2018-2020), naturalmente sin poner en riesgo el cumplimiento de los requisitos de capital.
Extremar la prudencia
Aun a finales de enero, durante la presentación de los resultados anuales, Goirigolzarri aseguraba que la entidad estaba en condiciones de hacerlo, pese a que supondría un desembolso cercano a los 1.000 millones de euros en este último año, de los que poco más de 300 millones se corresponderían con el dividendo ordinario.
Éste se mantendrá, según confirmó el presidente de Bankia en la asamblea celebrada este viernes, pero el compromiso de los 2.500 millones ha sido puesto bajo revisión. Bien es cierto que, por ahora, no ha sido cancelado. Sin embargo, el ejecutivo insistió un buen número de veces en su discurso que la entidad tendría que examinar esta cuestión con extremada prudencia, dada la situación tan delicada que se vive actualmente. Toda una declaración de intenciones.
Repsol no amortiza
Para Repsol, el escenario es aún más complicado si cabe porque una de las consecuencias de la crisis del Covid-19 ha sido el desplome de los precios del petróleo debido a la ruptura del acuerdo entre el cártel de exportadores y el resto de principales productores, que ha derivado en una sobreoferta por parte de Arabia Saudí en plena caída de la demanda por las fuertes restricciones a la actividad económicas acordadas en la mayoría de los países para tratar de frenar el avance de la pandemia.
El consejo de la energética se ha visto obligado a aplazar la presentación de su plan estratégico, señalado como un primer paso para alcanzar el objetivo final de ser una compañía neutra en carbono en 2050. La caída del precio del barril a sus cotas más bajas de los últimos 17 años ha hecho que Repsol revise su estrategia, cancele inversiones por valor de 1.000 millones y renuncie, entre otras cosas, a la amortización de un 5% del capital que anunció hace tan solo unas semanas, cuando presentó sus resultados anuales. La operación seguiría a una gran recompra de acciones propias, con lo que supondría una remuneración extra para los socios, valorada en algo más de 0,5 euros por título, unos 1.000 millones de euros en conjunto.
Crisis de la aviación comercial
La compañía que preside Antonio Brufau cumplirá el compromiso de pagar un euro por acción de dividendo aunque no lo podrá completar con la citada medida, que no formará parte del orden del día de la próxima junta de accionistas, frente a lo que estaba previsto.
El ámbito del turismo y de la aviación comercial también han sufrido desde el primer momento un fuerte impacto por la crisis. El consejo de AENA ha decidido dejar en el aire el dividendo de este año tras aplicar un plan de contingencia que supondrá reducciones en la salida de caja de la compañía cercanos a los 100 millones de euros mensuales. Además, la compañía adelantó que negocia con entidades financieras nuevas lineas de crédito para afianzar su liquidez con vistas a afrontar esta situación. La política de repartir el 80% del resultado entre los accionistas (el principal es el Estado con un 51%) quedará en revisión y podría estar condicionada precisamente por el acuerdo con la banca. El pasado ejercicio, AENA retribuyó a sus accionistas con cerca de 1.150 millones de euros.
La central de reservas Amadeus y el fabricante Airbus han optado directamente por suprimir sus dividendo, como parte de un paquete de medidas que tienen por objetivo fortalecer financieramente a las empresas.