Miles de agricultores del sector olivarero llegados desde diferentes puntos de España se manifiestan este jueves, 10 de octubre, en Madrid para protestar por la crisis ocasionada por los bajos precios del aceite, que siguen menguando, y que a buen seguro se verá incrementada si finalmente el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aplica nuevos aranceles que gravan este producto español --no así el italiano o el griego-- con hasta el 25%. Así lo autorizó la Organización Mundial del Comercio (OMC) por las ayudas ilegales comunitarias al consorcio Airbus, en el que participa España junto con Francia, Alemania y el Reino Unido, que también van a ser castigados por la administración estadounidense con nuevas tasas a sus artículos. Se aplicarán desde el día 18 de este mes si no lo remedia cuatro días antes una reunión en Ginebra (Suiza) entre representantes de la Unión Europea y de Estados Unidos. La aplicación de los aranceles de Trump es una nueva desgracia para un sector ya de por sí muy castigado desde hace tiempo por los bajos precios del aceite. Esos precios por los suelos son la verdadera razón que llevó a los olivareros a convocar una protesta en Madrid, aunque ahora hay más razones para ser pesimista.
La manifestación está convocada por diferentes agrupaciones de agricultores del país, Asaja, COAG, UPA y Cooperativas Agroalimentarias, y movilizará a agricultores llegados a Madrid desde Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón, Comunidad Valenciana, Murcia, La Rioja y Cataluña, que recorrerán las calles de la capital bajo el lema Precios justos para un olivar vivo. Se iniciará en la Puerta de Alcalá y discurrirá por la calle Alfonso XII para finalizar ante la sede del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en Atocha.
Precios por debajo de los costes
Los olivareros aseguran que la situación del sector, con 250.000 familias de productores afectadas, es “crítica”, y sus argumentos son claros: a pesar de que España es el principal productor mundial de aceite de oliva, los precios en origen son los más bajos de la Unión Europea, llegando incluso a situarse por debajo de los costes de producción, ya que el coste medio ponderado de producción de aceite de oliva en España, según el Consejo Oleícola Internacional, se estableció ya en 2015 en 2,75 euros por kilo de aceite.
La campaña se inició en 2018 con una caída de precios del 26%, a una media de 3,53 euros por kilo, según datos del Observatorio de Precios y Mercados de la Consejería de Agricultura de Andalucía. Pero la tendencia bajista ha continuado durante 2019 hasta convertirse en un 44% menos: de 3,53 euros por kilo en junio de 2018 a cotizaciones por debajo de los actuales 2 euros por kilo; por debajo, por tanto, de los costes de producción, 2,75 euros por kilo. Estas condiciones se dan, además, en un contexto de menor producción internacional, sobre todo en países extracomunitarios.
Maniobras especulativas
De esta manera, y según comentan desde las organizaciones agrarias, "esta situación de precios no obedece a razones de mercado, ya que se trata de un sector en el que la demanda crece por encima de la oferta, sino a maniobras especulativas que buscan ganar cuota hundiendo los precios en origen".
Los agricultores aluden también a la falta de medios materiales y humanos, que a su juicio impiden llevar a cabo los controles pertinentes en materia de trazabilidad, que garanticen la calidad y la pureza, erradiquen prácticas fraudulentas relacionadas con las mezclas de aceite y certifiquen que el etiquetado ofrece una información completa y rigurosa.
A esto se suman, denuncia el sector, las prácticas comerciales desleales de las cadenas de distribución que utilizan el aceite de oliva como producto reclamo, "tirando por tierra la imagen de un producto de excelencia y contribuyendo a la tendencia a la baja de los precios". Una situación que amenaza la viabilidad de las explotaciones de olivar tradicional y pone en riesgo a más de 250.000 familias y cientos de municipios que viven directa e indirectamente de este cultivo, que en España supone 2,6 millones de hectáreas, distribuidas en más de 400.000 explotaciones y que mantiene 15.000 empleos en la industria, generando más de 50 millones de jornales por campaña.
Sus demandas
El sector del olivar solicita un paquete de medidas que reactiven los bajos precios en origen y garanticen un futuro "digno" para las explotaciones olivareras tradicionales. Los olivareros quieren un cambio en el mercado que les permita lograr esos precios justos para sus explotaciones, por encima de los costes de producción, y garantizar así el futuro del olivar en España. Estas son sus reivindicaciones:
- Exigen un cambio estructural, con medidas como la revisión completa del sistema de almacenamiento privado, y una actualización de los precios de desencadenamiento que tengan en cuenta los costes de producción.
- Establecimiento de normas de autorregulación del mercado con carácter obligatorio para todo el sector, que la PAC asegure el mantenimiento del olivar y el relevo generacional, medidas de apoyo para los olivares con mayores dificultades, cuyo papel socioeconómico, ambiental y paisajístico es fundamental para el mantenimiento de los pueblos.
- Que las políticas de lucha contra el despoblamiento tengan en cuenta la capacidad del olivar rentable para fijar población; perseguir las actuaciones que provocan una banalización del aceite de oliva y su utilización como producto reclamo; promover un mejor conocimiento de las calidades del aceite de oliva por parte del consumidor.
- Legislar de manera clara y contundente para acabar con la venta a pérdidas, perseguir actuaciones que vulneren las normas de competencia y mejorar la transparencia en la formación de los precios del aceite.
- Apoyar la concentración y el asociacionismo para mejorar el valor añadido obtenido por los productores; asegurar por parte de las administraciones la trazabilidad y la calidad del producto ofrecida por los productores y preservar el prestigio del aceite de oliva español reconocido sobradamente por su alta calidad a nivel mundial.
El problema añadido
Pero igualmente el sector demanda que se resuelva la nueva dificultad añadida con la que se han encontrado en forma de una imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, un problema con el que no contaban pero que puede concretarse el día 18. Los agricultores quieren impedir a toda costa su aplicación, aunque parece complicado, pues Donald Trump no parece estar por la labor.
En todo caso, el día 14, tras la reunión de la UE y EEUU en Suiza saldremos de dudas. Pero en caso de aplicarse las nuevas tasas, los agricultores quieren ayuda y que sea la UE la que pague el pato, puesto que las sanciones en forma de aranceles llegan por un tema aeronáutico comunitario completamente ajeno a ellos.
Catalanes en Madrid
Aunque comparado con otras zonas de producción, Cataluña dispone de muchos menos cultivos de olivar, los agricultores catalanes también están afectados por la crisis e igualmente se van a manifestar este jueves en Madrid junto con sus compañeros de otras regiones. Jóvenes Agricultores y Ganaderos de Cataluña (JARC) y la Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña (FCAC) han confirmado su presencia y hablan igualmente de la situación “crítica” que atraviesan por la caída de precios. En Cataluña, durante 2018 se pasó de pagar el aceite virgen extra de 3,5 euros el kilo en el mes de junio a 2,75 euros al final del mes de octubre. Pero un año después la caída es ahora aún mayor, ya que los precios oscilan entre los 2,10 y los 2,30 euros por kilo, mientras que los aceites lampantes rondan 1,80 euros/kilo.
JARC ha reclamado en numerosas ocasiones al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que éste presione para que la Unión Europea suba el precio mínimo y se active el almacenamiento privado, que actualmente es de 1,79 euros/kilo. Desde la asociación aseguran que esta cifra es inferior al coste de producción y favorece la especulación por parte de la gran industria y los envasadores, que con esta fórmula pueden mantener el aceite más barato, importando además el de países extracomunitarios. Luis Gaya, jefe sectorial del olivo de JARC, apunta que en estos momentos “la especulación es la principal causa de esta tendencia bajista”, que no está justificada, con una demanda superior a la oferta, y reclama la puesta en funcionamiento de mecanismos de autorregulación del mercado con carácter obligatorio para todo el sector, así como mejorar la transparencia en la formación de precios y perseguir las actuaciones que provocan una banalización del aceite de oliva y la utilización como producto reclamo.
Éxodo andaluz
El mayor contingente de manifestantes, en cualquier caso, llegará a Madrid desde la región más afectada, Andalucía. Solo desde Jaén, la provincia que más aceite de oliva produce en todo el mundo, se han fletado más de 200 autobuses y el secretario provincial de COAG Jaén, Juan Luis Ávila, insiste en que “no pedimos ni un solo euro, ni un cambio normativo, le pedimos a los responsables políticos que se dejen de inventos y se ciñan a las medidas concretas que les hemos planteado la totalidad del sector y que llevamos pidiendo desde hace más de seis meses”.
La provincia de Jaén es la mayor productora mundial de aceite de oliva, con 550.000 hectáreas de cultivo, el 78% de su superficie agraria, con más de 60 millones de olivos, lo que supone más del 25% de la superficie total española y el 42% de la andaluza. En Jaén se produce más del 20% de todo el aceite de oliva a nivel mundial y el 50% del aceite a nivel nacional.
“¿Quién me compra un olivar?”
El secretario general de UPA Jaén, Cristóbal Cano, recuerda que ahora está en juego la supervivencia del olivar tradicional: “El sector que pierde con unos precios en origen tan bajos es el olivar tradicional. Otros sistemas ganan, por lo tanto nos manifestamos para reclamar precios justos, para que la cadena de valor se regule y para eliminar definitivamente los ilógicos dientes de sierra y la banalización del aceite que tanto daño nos hacen”.
Por su parte, así lo resume Francisco Martos, olivarero jienense, a sus 62 años, tras más de 40 dedicado al cultivo de la aceituna: “Antes compensaba tener un olivar, pero nos lo ponen tan difícil que llevo tiempo pensando en venderlo todo, pero ¿quién me compra un olivar? Si estamos todos los olivareros igual”.
Más de un año y medio de lucha
El precio del aceite comenzó a caer hace más de un año y medio, a partir de primeros de marzo de 2018, y desde entonces no ha remontado. Es más, el problema se ha incrementado con ese anuncio de nuevos aranceles para el aceite español por parte de Estados Unidos.
Con la movilización de este jueves en Madrid continúa la aplicación de una hoja de ruta establecida por las organizaciones agrarias, que comenzó el pasado 29 de mayo en Jaén con una concentración que reunió a más de 6.000 personas, y continuó con una manifestación masiva en Sevilla en el mes de julio, donde hubo más de 20.000 personas.