El bufete de abogados de Miquel Roca Junyent está atravesando un declive que parece no tener fin. La firma cerró en 2018 su octavo ejercicio con facturación a la baja. A la vez, las cuentas de resultados, que hasta ahora siempre habían arrojado cifras positivas, registraron las primeras pérdidas. Éstas se cifran en 107.000 euros y contrastan con los 85.000 euros de beneficio del año anterior.
Los ingresos de la firma por provisiones de fondos y minutas de honorarios acumulan menguas continuadas desde comienzos de la presente década. En los ocho ejercicios ya transcurridos, el retroceso de los ingresos alcanza el 28%. El giro del último año volvió a reducirse, esta vez de 25 a 23,9 millones.
Informe de gestión
Joan Roca Sagarra, presidente del despacho e hijo del expolítico, asegura en la memoria anual que los malos registros de 2018 se deben a “la incertidumbre por los últimos acontecimientos de la política española”.
Con todo destaca una inexistente “recuperación”, gracias a que el gabinete “ofrece servicios jurídicos integrales, pues abarca un buen número de especialidades del derecho”.
También alude a la internacionalización de Roca Junyent, que “ayuda a mantener el ritmo y el nivel de años anteriores”. Tales afirmaciones no parecen guardar relación alguna con la realidad de la entidad, pues los ingresos de las actividades internacionales se desplomaron el año pasado de 2,9 a 2 millones.
Argumentos repetidos
El informe de gestión del presidente acaba de esta guisa: “Este ejercicio de 2019 tenemos la confianza de que será un año de cambio en el apartado económico. Aunque el entorno global es incierto, la combinación de la mejoría económica y la madurez de nuestro grupo profesional, hace que nuestras previsiones sean optimistas y preveamos para 2019 un incremento de nuestra cifra de negocios”.
Dicha coletilla es exactamente la misma que viene apareciendo en las cuentas de los últimos años. Desde 2011 no se han cumplido nunca las previsiones. En lugar de aumentos del negocio, lo que se ha verificado es una pertinaz marcha atrás, que de momento semeja no tener fin.
Cese de empleados
La plantilla tampoco evoluciona de forma positiva. En 2015, entre fijas y temporales, Roca Junyent contaba con 231 personas en sus tres oficinas de Barcelona, Girona y Madrid. Un año después bajaron a 215. En 2017 un nuevo recorte dejó la nómina en 197 colaboradores. Y en 2018, otra poda para situarla en 167. En resumidas cuentas, casi un tercio de los profesionales han abandonado el bufete en el último cuatrienio.
Miquel Roca Junyent, defensor de la infanta Cristina en el juicio del caso Nóos, fundó su gabinete a finales de 1995, tras abandonar el mundo de la política. A la sazón, las empresas se lo rifaban como si fuera una especie de mago del derecho, pese a que no había ejercido nunca.
Roca era un consumado experto de las relaciones humanas, acaso el mayor lobista que a la sazón transitaba por el solar ibérico. Hoy todavía se encuentra presente en los consejos de administración de cuatro gigantes como son Abertis, ACS, Banco Sabadell y Endesa.
Roca, perejil de todas las salsas
Roca, a sus 79 años, está en las postreras etapas de su vida profesional. Durante mucho tiempo se ganó fama de experto componedor de todo tipo de acuerdos, en algunos casos auténticos enjuagues.
Roca es un especialista en moverse tras las bambalinas, siempre haciendo gala de eso que los anglosajones llaman “perfil bajo”, que no es otra cosa que el trabajo silencioso, eficaz y discreto.
De Roca se decía que goza de inigualables contactos en las altas esferas políticas de Madrid y que tiene la puerta abierta de numerosos ministerios. Pero la edad no perdona. Desde su entrada en el sector privado los Gobiernos y políticos con mando y plaza se han sucedido a paso de carga. Y ya quedan muy pocos de los que mantuvieron relación con Roca.