Adaptarse a las nuevas circunstancias, con una “desaceleración” de la economía que no tiene por qué derivar en una crisis o en una recesión. Esa es la posición de Foment del Treball, que advierte, eso sí, de que la parálisis política es ya un peligro para la buena marca de la economía española y catalana. La patronal ha analizado los últimos indicados económicos, y sostiene que es imprescindible que se aprueben nuevos presupuestos en el Congreso y en el Parlament, para no “ahogar” servicios sociales y a los propios agentes económicos:
Foment es claro en su diagnóstico y en las medidas para afrontar la nueva etapa: “Ante un escenario de desaceleración económica internacional e interna se requiere eliminar debilidades internas, y por eso, se debería disponer de presupuestos tanto en el Estado como en la Generalitat y también en el Ayuntamiento de Barcelona, porque la prórroga presupuestaria es la excepción, no la norma”.
Brexit y guerra comercial
De hecho, para el presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, la falta de presupuestos en Cataluña, si el Govern del presidente Quim Torra no encuenta socios para las cuentas de 2020, debería provocar nuevas elecciones, porque los comicios serían mejor que seguir con un Ejecutivo paralizado, sin capacidad de aprobar reformas.
El escenario internacional no ayuda. Lo que pueda ocurrir con el Brexit y la guerra comercial entre China y Estados Unidos, afecta directamente a la economía española. Primero, por la inversión directa de las empresas británicas en España. Y, después, porque la gran locomotora europea, Alemania, que tira del resto de economías, se ve lastrada por esa guerra comercial, con los nuevos aranceles que Estados Unidos impone a China, y que castiga toda la política exportadora de las empresas alemanas.
Incertidumbres claras
En esa situación, España debe tomar medidas. Y una de ellas, la de tener presupuestos y afrontar reformas, como la fiscal, no se podrán implementar con un Gobierno es funciones, ni con un Govern catalán inmerso en la parálisis, sin ideas y con broncas internas entre sus socios.
El actual crecimiento de la economía española es sólido. Lo señala Foment. La desaceleración es un hecho, pero eso no se debe traducir en recesión. Para 2020 el FMI prevé un crecimiento del 1,9% del PIB, por 1,6% de la zona euro. Sin embargo, se creció menos en el segundo trimestre de este año que en el primero, y los síntomas son claros: las incertidumbres “llevan a los inversores a aparcar sus decisiones, y eso depende ahora de que el poder político reaccione”, señala Salvador Guillermo, jefe del servicio de estudios de Foment.
La limitación de la política monetaria
Lo que se defiende desde la patronal es que se asuman las responsabilidades políticas, y si, en el caso del conjunto de España, se llega a unas nuevas elecciones, que serían el 10 de noviembre, “éstas se conviertan en definitivas, en la asunción de responsabilidades por parte de todos, de toda la oposición, para que se constituya un Gobierno”, según apunta Guillermo.
En cuanto a las políticas que pueda adoptar la Comisión Europea, o el BCE, éstas se entienden que tienen limitaciones: “Nuevamente, la política monetaria actúa para suavizar la desaceleración, pero se requieren reformas estructurales que mejoren dos cuestiones esenciales: la productividad y la competitividad”, señala el informe de Foment.
El papel de Barcelona
Los retos son mayúsculos. Uno de ellos es que el crecimiento que experimente España en los próximos años sea más inclusivo, con planes dirigidos a los colectivos más desfavorecidos, los que tienen “menos formación”.
La otra cuestión que Foment que plantea es que en un contexto de globalización, pero que se centra en las grandes ciudades, se sepa aprovechar mejor la potencialidad de Barcelona. “Desde la sociedad civil, como desde las instituciones locales, con un enfoque eminentemente metropolitano, se debe saber aprovechar las potencialidades de Barcelona y de su área o región metropolitana, para situarla como ciudad global”.