Alonso Quijano alucinaría hoy al toparse con alguno de los siete millones de pistacheros, de porte mediano (unos seis metros), que pueblan Castilla-La Mancha. La comunidad acoge 22.000 de las 30.000 hectáreas de este cultivo llamado a ser el nuevo diamante verde de la España interior. Estos nuevos gigantes son el resultado de arriesgadas inversiones, ya que tardan años en ofrecer sus frutos.
Las virtudes saludables en la prevención de enfermedades cardiovasculares, su fama de potenciador del vigor laboral y sexual, y la infinidad de posibilidades en la cocina moderna, han disparado la demanda mundial.
El pistacho manchego trata de asomar cabeza y plantar cara, por su calidad según los productores, al californiano e iraní. Pese a que la producción hispana, unas 1.600 toneladas, está a años luz de las 250.000 producidas en EEUU y otras tantas en Oriente Próximo.
Revolución de la agricultura
La Junta de Castilla-La Mancha certifica que las plantaciones se han multiplicado por cuatro en los últimos cinco años. Sus promotores hablan de revolución en la agricultura en estas zonas idóneas por las condiciones climáticas (las plantas aguantan -30º C y más de 45º y precisan humedad relativa baja), y una demanda internacional y precios imparables (9 €/ kilo, un 500% más que hace 30 años).
Plantación de pistacheros, el árbol del pistacho, en Castilla-La Mancha
José Francisco Couceiro López, del IRIAF, la institución castellano-manchega que lidera la investigación del pistacho en España, asegura que el cultivo va más allá de una moda pasajera. Este conocido experto calcula que para satisfacer la demanda europea y evitar las exportaciones harían falta 120.000 hectáreas y en los próximos 20 años, unas 300.000. Ayuda que los competidores sufren más los efectos del calentamiento mundial.
Veto inquisitorial
El pistachero es un árbol originario de Asia central de vida más que centenaria. Duro como el almendro, es apto para secano y regadío a 275 ejemplares por hectárea.
Cuentan las crónicas que se cultivó en España hasta la expulsión de los moriscos y que, además, fue prohibido por la Inquisición por sus connotaciones sexuales. Hasta que en los años 80 fue rescatado por el ingeniero agrónomo andaluz José Aguilar. Luego se extendió al interior. En Cataluña no cuajó por exceso de humedad ambiental.
Sexualidad compleja
Su cultivo es complicado. Se requieren plantones de calidad, que exigen injertos varios, lo que provoca una lista de espera en viveros de Castilla-La Mancha y Andalucía, Madrid y Aragón, donde crece su cultivo.
Postre elaborado con pistachos
También es compleja su sexualidad y reproducción. Dioico como el kiwi, en estado salvaje los sexos están en árboles distintos, los macho producen polen y los hembra el fruto. Para garantizar una buena polinización se aconseja plantar uno por cada diez hembras. En California, cuando los machos ya van sobrados de polen, se les cambia de sexo para aumentar la producción.
Inversión arriesgada
El cultivo, sin subvenciones de la PAC, supone una inversión arriesgada. Para empezar el precio de cada árbol ronda los 15 euros, los plantones pueden fallar, y se necesitan seis o siete años de cuidados intensivos para comenzar a dar sus frutos.
Durante ese tiempo, los beneficios son cero y los gastos, considerables, unos 30.000 euros por hectárea. Además, hay que asegurar un tostado correcto nada más recolectarlos. Pero en cuanto comienza a producir, aseguran desde el sector, los márgenes de beneficio son “de largo más grandes que en los cultivos tradicionales”.
Pistachero, el árbol del pistacho
Es difícil convencer a los agricultores, admiten en el Ministerio de Agricultura, de que pasen de un monocultivo extensivo como el cereal o el viñedo a un árbol que tardará años en empezar a producir. “La gente no está acostumbrada a esperar, se fijan en el presente y no en la rentabilidad futura”, señalan.
Calidad única
Gastrónomos y otros expertos aseguran que en Europa solo la escasa producción de Sicilia, Grecia y Chipre puede hacer competencia al pistacho manchego. La mayor parte se destina a países que pueden pagar su elevado precio.
“Su sabor, cremoso y jugoso, y su tamaño son excepcionales”, explica María Antonia Álvaro, alcaldesa de Torralba de Calatrava (Ciudad Real). La regidora asegura que los agricultores de esta zona se han animado con este cultivo porque “ya tiene un gran presente y un excelente futuro”.
En este cervantino municipio se ha instalado Pistachos al sol, la mayor empresa de este fruto seco en España. Integra a cientos de productores asociados y compradores internacionales.
La Consejería de Agricultura trabaja en una marca colectiva de calidad diferenciada de la región con el objetivo de conquistar el mercado, “generar riqueza y fijar población”. Hoy Don Quijote le diría a Sancho: “No son diamantes, son pistachos”.