Después de estar más de 11 años a la venta, el Grupo Zeta ha sido adquirido por Prensa Ibérica, el grupo empresarial que encabeza Javier Moll. La compra implica, en paralelo, un acuerdo con el sindicato bancario con el que el holding encabezado por Antonio Asensio Mosbah tenía contraída una deuda cercana a los 90 millones.
La compra supone que Prensa Ibérica adquiere el pasivo de Zeta, con una quita del 70%. Los bancos, que ya han firmado el compromiso, no tenían otra opción porque la aternativa era la quiebra y la pérdida del 100% del riesgo. Un riesgo que ya tenían provisto en su totalidad, por lo que el acuerdo firmado les permite liberar un 30% de las dotaciones. Toda la banca ha firmado, solo queda pendiente el aprobado del Institut Català de Finances y de su homólogo valenciano.
El neto para Asensio
La compra incluye un acuerdo con el propietario para que llegue a obtener en torno a 8 o 10 millones de euros, según ha sabido este medio de fuentes cercanas al holding periodístico. De momento, recibirá la tercera parte de esa cantidad; y en el futuro, en función de algunos variables, podría llegar hasta los diez. La operación supone que en el acto de la compra no se produce ningún desembolso.
Todos los candidatos a quedarse con lo que queda del grupo de publicaciones de Zeta habían tratado de obtener de la banca el placet para aplicar una quita muy importante, cercana al 50% del pasivo total, en un primer momento. Las entidades financieras, con el Santander y Caixabank a la cabeza, han estado dispuestas desde el principio a negociarla. Y, sobre todo, después de la auditoría de Deloitte de 2017 en la que se precisaba que un plan de saneamiento como el que proponía podría permitir perder solo el 30% del riesgo, pero que la deriva del grupo permitía temer un agujero del 80%. Unas proporciones que el paso del tiempo no ha hecho más que empeorar.
Venta de activos
Una de las condiciones del plan de viabilidad consistía en reducir el perímetro de la empresa y vender todos los activos posibles. Al poco de comenzar la implementación de esa estrategia, Penguin Randon House se hizo con la joya de la corona, Ediciones B, por 35 millones de euros. Parte de esa cantidad se destinó a mortizar deuda.
Sin embargo, la venta se complicó por dos razones. De un lado, el propietario pretendía garantizarse un beneficio directo y personal de en torno a 15 millones, lo que no era bien visto por la banca, conocedora de las cuentas internas del grupo y de la historia de la deuda acumulada, así como de las economías de escala que éste había aplicado. Las pretensiones de Asensio han quedado reducidas sensiblemente al final.
La oferta de Roures
Por otra parte, Jaume Roures, propietario de Mediapro y del diario Público, entró en la puja, lo que la politizó. Pero en un momento determinado era el único dispuesto a satisfacer las peticiones de Asensio Mosbah. El Gobierno central nunca tuvo interés que que esta iniciativa prosperara porque sospechaba que el magnate podría poner el grupo al servicio del independentismo. Roures ha peleado hasta el final para que su oferta triunfara, sin éxito.
Los otros grupos en liza, como Vocento --ABC, Telecinco-- y Henneo --Heraldo de Aragón, Lainformación-- tuvieron siempre claro que el precio exigido por Asensio desbordaba los que estaban dispuestos a pagar.
Desde Canarias
Prensa Ibérica nació en 1978 en Canarias de la mano de Javier Moll. En 1984, la empresa dio un enorme salto tras la compra en subasta pública de algunas de las antiguas cabeceras de los diarios propiedad del Estado a través de la Cadena del Movimiento. Entre ellos figura el Diari de Girona, La Opinión de Murcia, Diario de Mallorca, La Nueva España, Faro de Vigo y Levante, entre otros.
El grupo, que también dispone de revistas y algunas emisoras de televisión, tiene sus oficinas centrales en la Diagonal de Barcelona, aunque tras los acontecimientos del otoño de 2017 le llevó a centralizar su actividad comercial en Madrid.