Las siete aeronaves de la patrulla Águila, durante el desfile del 12 de octubre / EFE

Las siete aeronaves de la patrulla Águila, durante el desfile del 12 de octubre / EFE

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España necesita una industria militar “sólida” para afrontar los retos del futuro

El Instituto de Coordenadas resume que hay dos opciones: ser un país puntero en el sector y mantener la máxima “soberanía” o estar subordinado a otros estados

12 octubre, 2018 16:51

España necesita desarrollar una industria militar “sólida” si quiere tener voz y voto en el mundo del mañana. Así de contundente se muestra el vicepresidente ejecutivo del Instituto de Coordenadas, Javier Sánchez Lambás, quien recuerda que ser puntero en este sector es esencial para mantener los máximos “niveles de soberanía”. De lo contrario, el país está destinado a quedar subordinado a otros estados del mundo.

Lambás hace referencia al Informe Coraza sobre el Futuro de la Industria de Defensa, elaborado por el instituto, que sugiere que la industria de defensa tiene que presentar un “tamaño empresarial, fortaleza financiera y respaldo tecnológico suficiente para sustentar una estrategia nacional eficiente ante los enormes retos en materia de defensa y seguridad que se avecinan en la proyección internacional”.

El modelo de defensa de Europa está cambiando

Los retos a los que se refiere se centran en Europa, que “está viendo cómo cambia su modelo tradicional de defensa asociado a Estados Unidos y cómo se impone un modelo centrado en sus propias estrategias de defensa”. Por ello, Lambás llama a “poner en valor la industria de defensa” y “dar sentido al adjetivo de estratégica”, hecho que requiere el apoyo institucional, “con planes de desarrollo y crecimiento a largo plazo”.

Se trata de “proteger la seguridad interna y poner en valor el necesario protagonismo en la paz y la seguridad en los escenarios multilaterales”. De este modo, el futuro pasa por disponer de una industria de defensa avanzada, “capaz de responder a las exigencias de desarrollo de programas de equipamiento militar a todos los niveles”. Quienes no lo logren, “se convertirán en meros agentes subordinados en la construcción de un espacio europeo de paz y seguridad”.

Empresas obsoletas en pocos años

El informe añade que estamos ante una situación de “todo o nada”. “O tenemos una industria de defensa que sirva a los intereses futuros de la paz y la seguridad europea, con unos retos imponentes en desarrollo tecnológico, o estamos condenados a ver cómo nuestras empresas languidecen y quedan obsoletas en muy pocos años, relegadas a un papel de meras subcontratistas de grandes grupos industriales y de países con la capacidad, la inversión y la tecnología que respalde las decisiones de Estado”.

La industria española de defensa mueve actualmente un volumen de negocio superior a los 5.370 millones de euros con un crecimiento sostenido a lo largo de los últimos años (7% en 2017), y con una especial resistencia a los efectos de la crisis económica iniciada en 2008.

Un momento del tradicional desfile del 12 de octubre / EFE

Un momento del tradicional desfile del 12 de octubre / EFE

Un momento del tradicional desfile del 12 de octubre / EFE

Casi 23.000 trabajadores

El 80% del negocio procede de la exportación, lo que muestra su alto nivel de competitividad en el intercambio global de defensa; emplea a casi 23.000 trabajadores directos, un 40% de ellos titulados universitarios, y su actividad supone más de 11% de todo el PIB industrial español. Más del 10% de sus ingresos se dedican a tareas de investigación y desarrollo.

La productividad de la industria de defensa “se estima en cuatro veces superior a la del resto de la industria”. En líneas generales, se trata de un sector industrial competitivo, “volcado en la innovación tecnológica, con empleo de alta calidad y con unas tasas de retorno de la inversión notables, al considerar que cada euro invertido en programas de defensa genera otros tres euros en todo el sistema económico”.

Industria de defensa fragmentada

Es una industria que en España está enormemente “fragmentada”, con multitud de “medianas empresas muy especializadas o con monoproducto”. El Informe refleja que hay “referencias indiscutibles en las distintas plataformas navales, terrestres y aeronáuticas con Navantia, General Dynamics-Santa Bárbara y Airbus como protagonistas”.

Pero apunta que el futuro de la industria no descansa en fabricar cascos de navíos, carrocerías de vehículos de combate o fuselajes de aviones, sino de “llenar esos caparazones de sistemas de armas, telecomunicaciones, electrónica y software de altísima sofisticación para generar estructuras básicas de la defensa del futuro. Y ahí es donde la fragmentación industrial debilita al conjunto del sector”.

Los ejemplos de Francia y Gran Bretaña

“Una somera comparación con el resto de Europa muestra la realidad de la industria de defensa española”, señala el informe: “Las empresas de defensa de Francia y Gran Bretaña multiplican por cinco el volumen de negocio de las españolas. Francia e Italia tienen retornos superiores en más de un 35% a los que genera la industria española y entre las 25 grandes empresas europeas de defensa no hay ninguna española”.

“La industria europea de defensa ha creado gigantes como Safran, Thales, Airbus, Fincantieri, Rolls Royce, BAE Systems, Cobham, Leonardo o Rheinmetall con los que hay que competir en el futuro inmediato. Son gigantes industriales con capacidades muy concentradas con las que pueden dar respuesta inmediata a todos los retos tecnológicos que la estrategia de defensa les proponga”, recoge el análisis.

Situación preocupante

La industria española de defensa muestra “altos niveles tecnológicos en sistemas de navegación aérea y plataformas de entrenamiento y simulación”. “Pero sus capacidades son de tipo medio o bajo en el resto, incluidos los sistemas de mando y control o todo lo relacionado con ciberdefensa”.

En definitiva, “una situación un poco preocupante pues resulta evidente que aproximadamente la mitad de las capacidades críticas de nuestra defensa dependen de suministros procedentes de empresas con centros de decisión que están fuera de España”.