Volkswagen vive este agosto un mes de paros generalizados en las factorías europeas del principal consorcio de la automoción del mundo. El problema, según fuentes próximas al grupo, ha sido una tormenta perfecta e inesperada este agosto que ha quebrado las previsión de producción.
Se inició en la planta de Wolfsburg, la sede central de la compañía presidida por Herbert Diess. Dos proveedores germanos reconocieron a mediados de mes que no podían entregar las piezas que tenía comprometidas con el consorcio a tiempo "por diferentes casuísticas", señalan las fuentes del sector consultadas.
Este hecho ha propiciado que no se pudieran fabricar dos tipos de motores distintos y ha tenido impacto en el resto de factorías del grupo. Además de la sede, en Alemania ha afectado a Endem y Zwickau.
Efectos del WLTP
¿Era sólo por la falta de piezas? Otros interlocutores conocedores del día a día en Volkswagen señalan que supuso la estocada final a unas previsiones logísticas que estaban al límite. El principal causante es el ya famoso WLTP, el nuevo sistema de homologación de vehículos en Europa que mide su contaminación. Y el consorcio alemán tiene mucho que ver con la implementación de los cambios de Bruselas, ya que están motivados por el diéselgate.
Los ocho meses de transición que se han dado para adaptarse a los nuevos requisitos de certificación han sido insuficientes. Y no sólo para Volkswagen. Ha afectado a todas las marcas que operan en la Unión Europea.
Quejas por los controles
Los fabricantes se quejan de que son controles muy estrictos a los que deben someter cada una de las configuraciones finales de sus modelos. Con el WLTP no es lo mismo un vehículo con aire acondicionado que otro con climatización, o si lleva un techo solar o un cambio de marchas automático. Todo ello influye en el peso final del vehículo y, como consecuencia, a sus emisiones. Por lo que deberá pasar su propio examen de certificación.
El volumen de trabajo que ha generado ha colapsado los centros de homologación, que han trabajado a pleno rendimiento en agosto. Pero no ha sido suficiente para llegar al 1 de septiembre con todos los deberes hechos. Y a partir de ese día no se podrá vender un turismo o todocamino urbano (SUV) en el continente sin que haya pasado el test.
Menos coches diésel
La caída en la reputación de los diésel también ha afectado a esta tormenta perfecta de Volkswagen. Ante la incertidumbre sobre las futuras normativas que podrían limitar la circulación de estos motores en determinadas ciudades, entre ellas Barcelona y Madrid, los clientes priman los motores de gasolina en su opción de compra. Hecho que tiene impacto en las factorías.
Se han tenido que adaptar líneas enteras de producción para poder dar salida a la nueva realidad de la demanda, y ello requiere cierto tiempo. No se ha podido ejecutar de forma inmediata.
Paros en Navarra
En España, la factoría de Volkswagen Navarra ha sido la más perjudicada por la situación del grupo por una cuestión de calendario. Los Sanfermines propician que las vacaciones se adelanten en la planta. Desde mediados de julio hasta la segunda semana de agosto. La vuelta al trabajo se ha producido en el momento álgido de la crisis de producción en el grupo.
La dirección de este centro, encabezada por Emilio Sáenz, presentó un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que llegaba a las dos semanas. Tras la negociación en Wolfsburgo para asegurar las piezas necesarias para poder fabricar el modelo Polo, los paros se han reducido a ocho días.
Afectarán a los 4.922 empleados en la primera semana de septiembre. Los sindicatos y la parte empresarial aún deben cerrar el acuerdo para asignar otros tres días adicionales.
Reunión en Seat
Como las vacaciones en las factorías de Seat en Cataluña tienen lugar en agosto, se espera que el huracán que ha pasado por Volkswagen les afecte menos. El presidente del comité de empresa de la automovilística española, Matías Carnero, explica que en la primera semana de septiembre está prevista una reunión con la dirección del grupo, encabezada por Luca de Meo, para concretar qué medidas se deben aplicar.
Los sindicatos apuestan por opciones no traumáticas como eliminar los turnos de fin de semana, por ejemplo, para no llegar al ERTE. Los portavoces del grupo indican que, en estos momentos, Seat “analiza la situación”. Otros interlocutores de la compañía afirman que ya se han realizado ajustes en los planes productivos para minimizar los efectos de la crisis que afecta a todo el consorcio alemán.