El Circuit de Barcelona-Cataluña está más cerca de superar los números rojos desde esta semana. Como mínimo, sobre el papel. El secretario de Empresa y Competitividad, Joan Aregio, aseguró el lunes que Avançsa pondría los 4,5 millones de euros que se reclamaban desde la infraestructura para cuadrar las cuentas y asegurar que el futuro del Gran Premio de España de F1 pasaba por Montmeló. Pero cumplir con el capítulo económico no implica avanzar en los retos que tiene sobre la mesa.

De entrada, la dirección encabezada por Vicenç Aguilera se muestra muy cauta ante el anuncio del político convergente. La aportación no se ratificará hasta que se constituya un nuevo gobierno en Cataluña y, por el momento, no hay fecha para ello. Quim Torra ha anunciado un ejecutivo que el Gobierno considera inválido al incluir a encarcelados y huidos.

Cómo llenar las gradas

Aunque el compromiso anunciado daría alas a la negociación con Liberty Media, dueña de la competición, se espera a la firma para evitar sorpresas de última hora. Pero para presentarse ante Chase Carey, el ejecutivo que representa la competición, también deberán contar con un plan para, de entrada, poder llenar las gradas.

El Gran Premio de España de 2018 perdió 3.000 espectadores. Las gradas semivacías fueron escenario de la carrera del pasado 13 de mayo, cuando no se llegó a superar la barrera de los 100.000 asistentes. Se quedaron en 91.896, según datos de la organización.

Ampliar oferta

Una cifra mala en un año en que se intentó atraer a más aficionados con sus familias hasta el Circuit. Se rebajaron las entradas hasta los 55 euros en las gradas menos atractivas y los pases de tres días tenían un precio de partida de 130 euros. Muy competitivo, según fuentes cercanas a la organización.

También se puso en marcha un espacio para la familia y se habilitó una zona con food trucks y música en directo todo el fin de semana. Además de llevar a grafiteros e incluso habilitar una zona para los e-games. Un programa de actividades que empezaba desde el mismo viernes para intentar ganar público.

Concesiones

No ayudaron las largas colas que se tuvieron que hacer para entrar hasta el recinto. Son habituales, pero en el Gran Premio de F1 de 2018 han sido más destacadas que en otros ejercicios por la polémica con los vigilantes de seguridad. Unos problemas que parten de un concurso para concesionar el servicio que ha acabado ante el Departamento de Interior de la Generalitat.

De hecho, mejorar en sus procesos de contratación pública es otro de los objetivos pendientes de la dirección del Circuit. La licitación de los servicios de seguridad ha tomado el camino de los tribunales por las quejas de los sindicatos de que es contraria al convenio del sector --se denuncia el uso de auxiliares con responsabilidades de vigilantes con titulación--.

Debate político

No sería el único. La licitación de las pantallas para seguir los eventos más multitudinarios terminó ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Los magistrados tienen pendiente su resolución.

La guinda del pastel es el conflicto político catalán. Las reivindicaciones independentistas no se limitaron a la colocación (y posterior retirada) de una pancarta entre el público. Propició una polémica por los himnos.

Polémica de los himnos

Es habitual que en todas las carreras se reserven unos minutos para la canción oficial del país que organiza la carrera. En el caso de España, este tiempo se divide entre el nacional y el catalán. Pero en esta ocasión la reproducción de Els Segadors fue inusualmente larga y propició malestar incluso entre los pilotos. Fernando Alonso hizo un amago de marcharse de la parrilla.

La Federación Española de Automovilismo (RFEA) aseguró que el himno catalán no volvería a sonar en la pista, mientras que la dirección del Circuit recordó que existe un protocolo válido desde 1991. Una pugna que tampoco ayuda a mantener la F1 en Montmeló, avisan desde el sector. Liberty Media pone requisitos a los organizadores de las carreras, señalan. Y no son exclusivamente económicos.