Freixenet ni se vende ni mueve su sede social de Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona). La compañía vitivinícola familiar ha celebrado este viernes un consejo de administración sobre el que se había conjeturado con que las familias Ferrer, Bonet y Hevia, los tres herederos del grupo, debían discutir sobre la presunta entrada en el capital con una participación mayoritaria de Henkell, la división del sector de la multinacional alemana Dr. Oetker.
“No se ha hablado de ninguna decisión estratégica sobre la compañía”, explica el presidente de Freixenet, José Luís Bonet, en conversación con Crónica Global. El anuncio de la oferta llegó hace dos años, aunque hasta la fecha no se ha concretado. La alemana incluso completó hace meses una due-diligence sobre el grupo, presentó alegaciones y fueron contestadas.
Buena relación familiar
Otra fuentes de la compañía añaden que la oferta no se ha retirado. Los planes de venta de una parte de la familia se mantienen, pero se posponen. Por el momento, sin fecha. Bonet explica que tampoco está previsto celebrar ninguna otra reunión extraordinaria en las próximas semanas para abordar esta cuestión. Si se llega a negociar, será en el encuentro de finales de marzo.
El empresario detalla que el consejo de administración de este viernes se ha celebrado como es habitual en el transcurso de una comida, muestra de la buena relación personal que se mantiene en la tercera generación de los Ferrer Sala. De hecho, el tema que ha centrado buena parte del diálogo ha sido la discusión sobre un posible cambio de sede social de Freixenet.
Vigencia del artículo 155
Se ha decidido mantener el domicilio en Sant Sadurní d’Anoia, la misma resolución que se tomó el pasado 31 de octubre y por el mismo argumento: la vigencia del artículo 155 en Cataluña. “Se ha recuperado el orden constitucional”, indica el empresario: “nosotros llevamos más de 100 años aquí y dar el paso no es sencillo”.
Bonet se muestra “expectante” ante la posible constitución de un nuevo Gobierno de la Generalitat. Especialmente por las políticas que pueda emprender en materia secesionista y los efectos que tengan sobre la economía.
Efectos limitados del boicot
Reconoce que la incertidumbre que se generó entre finales de septiembre y octubre ha tenido efectos negativos en la actividad. Para Freixenet, implicó que octubre fuera un mal mes en ventas y que se depreciara en gran medida la buena marcha de la comercialización que se había producido en el arranque de su ejercicio fiscal, que termina en abril.
Con todo, indica que la cifra de facturación pasada la campaña de Navidad se mantiene en el mismo rango que en el ejercicio 2016. Dibuja unos efectos limitados en el boicot sectorial que se esperaba y asegura que eso se verá en el cierre del año fiscal.