Pedir comida a domicilio hoy no es lo que era. Ya no hay que conformarse con las pizzas y bocadillos. Ahora es posible pedir cualquier cosa. Y no solo comida, hoy podemos hacer que nos traigan un medicamento, y hasta unos zapatos, todo en cuestión de minutos y con solo bajarnos una app en el móvil.
El fenómeno de las plataformas digitales de mensajería es una novedad para el usuario, pero también para el trabajador. Aquel típico empleo temporal para obtener un dinero extra como camarero o dependiente está siendo reemplazado por la figura del rider o glover, que en España ya suma miles de adeptos.
Tiempo de entrega garantizado
Oscar Pierre, fundador de Glovo
Oscar Pierre, fundador de Glovo, explica que su app “te trae cualquier cosa dentro de los límites de la ciudad, y el tiempo medio de entrega es de 32 minutos”.
¿Cómo funciona el negocio? Glovo trabaja con partners, es decir otras empresas que están asociadas a la app. Es verdad que se puede pedir casi lo que sea, pero siempre funciona mejor si el pedido se hace a las empresas asociadas, no a cualquier sitio. Respecto a los partners de esta plataforma, la novedad es que nada menos que McDonald's ha comenzado a llevar sus pedidos a domicilios con Glovo, tanto en España como en Italia.
Un McDonald's en medio de la ciudad
Para Glovo hay dos perfiles de mensajero digital: uno es el típico, el estudiante que aprovecha tiempos libres para hacer los recados, pero hay un nuevo perfil que es el de sénior, quien utiliza este trabajo para tener un ingreso extra.
Empleados jóvenes
Para Deliveroo, su modelo de negocio contribuye a completar la economía de más de 1.000 riders en España, de los cuales un 40% son jóvenes. La compañía asegura, en su último comunicado, que emplea a más de 400 menores de 25 años en Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza. Aunque desde Deliveroo se reconoce que el 31% de sus riders afirma que dedica esos ingresos a financiar proyectos a largo plazo, pero no como medio de vida.
Las plataformas de mensajería también se meten en el mundo del marketing y la publicidad. Así lo entiende el economista Mathieu Carenzo, socio de Nero Ventures, antiguo alumno del IESE y colaborador habitual de la escuela. Para Carenzo, el de las mensajerías “es un modelo de negocio que tiene sentido porque da visibilidad a muchas otras empresas”.
Visibilidad para Enrique Tomás
Este argumento lo confirman en el restaurante Enrique Tomás, uno de los nuevos adeptos a esta ola digital. Xavi Bru es el director de estrategia y comunicación de Enrique Tomás. Llevan año y medio enviando pedidos mediante la plataforma Just Eat: “Entendemos que hay una nueva manera de consumir y esta plataforma nos garantiza visibilidad, trabajo de marketing relevante, cercano y diferente al que haríamos nosotros, a la vez que nos acerca a un público nuevo”.
No hay duda de que las empresas de mensajería digital han llegado para quedarse. La pregunta es cómo lo harán. Para el economista colaborador de IESE, estos modelos van a ir evolucionando: buena parte de los mensajeros seguirá siendo autónomo, pero a medida que el negocio crezca, se deberán contratar también trabajadores fijos.
Todo indica que las microrredes de distribución crecerán. De hecho, es posible comparar lo que hace Glovo en el ámbito local, con lo que Amazon consigue en el ámbito global. “Es una cadena de valor que se está reorganizando, quizás estas empresas de mensajería digital podrían convertirse en proveedores de Amazon”, arriesga Caranzo. Para el futuro de la economía digital, las fusiones entre redes locales y globales puede que sean una opción.
Los trabajadores autónomos
Salvatore tiene 32 años, es de Nápoles y hace cinco meses que vive en Barcelona, donde hace de mensajero para diferentes plataformas. Trabaja entre 40 horas y 50 horas a la semana, y está contento por poder ganar dinero e ir en bici por la ciudad a la vez, pero se queja de las condiciones.
“Para ellos somos un número, no nos conocen, ni nosotros a ellos; y en cualquier momento pueden echarnos, es muy inestable. La verdad es que no trabajo como autónomo, sino que trabajo para ellos”, asegura.
Oferta laboral como repartidor en una empresa de mensajería
Las cotizaciones
Para este napolitano, ser autónomo no es del todo rentable: “Los primeros seis meses o hasta el año puede que sí, pero cuando la cuota sube a 260 euros mensuales ya no nos conviene. He decidido que a los seis meses me paro”. Salvatore hace sus números teniendo en cuenta las bonificaciones que permite la Seguridad Social en las cuotas para quien se inicia como autónomo.
Para Hugo (catalán, 46 años), ser rider es un complemento como trabajador autónomo que ya es. Para él los beneficios son la flexibilidad horaria, y la posibilidad de trabajar en su mismo barrio. “La parte negativa es que no hay muchos incentivos, y los clientes dan pocas propinas”.
Según los riders de Deliveroo, es obligatorio trabajar en la franja horaria de ocho a diez de la noche los fines de semana; de lo contrario, las penalizaciones suelen ser la disminución de horas durante la semana.
Nuevas figuras laborales
La propuesta de Salvatore de crear una fórmula de autónomo específica para esta actividad coincide con la de José Luis Zimmermann, director general de la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital).
El problema, recuerda Zimmermann, es que la legislación laboral no recoge esa figura del trabajador ocasional y multiplataforma, que no hará más que crecer en todos los ámbitos, no solo en el de los servicios.
“Hay un continuo argumento falso de la precarización laboral, cuando en realidad lo que sucede es que la legislación actual es poco flexible”, reflexiona el entendido de Adigital. “El problema hoy es que es una figura sobre la que tenemos respuestas del siglo pasado”.