Un millón de coches del área metropolitana convierten Barcelona cada día en una ratonera. Los expertos piden "más permeación" del transporte público en la conurbación y una planificación conjunta de la movilidad entre todos los municipios, incluida la capital autonómica.
"La capital catalana es una ciudad que se mueve razonablemente bien comparada con otras urbes. Pero el transporte público tiene deficiencias que se deberían resolver", alerta Mateu Turró, catedrático de Infraestructuras del Transporte y Territorio de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC, por sus siglas en catalán).
Estas lagunas son las que colapsan la red de transporte público, pues no canalizan bien el alud de personas que acude diariamente a la ciudad a trabajar. A ello se le añaden las dificultades en el tráfico rodado.
"Barcelona soporta una entrada masiva de personas y vehículos en un periodo corto de tiempo cada mañana. ¿Cómo solucionarlo? El ferrocarril está probado como la mejor opción", valora Alfons Perona, consultor y ex director ejecutivo de la Fundación RACC.
Soluciones
Este es precisamente uno de los aspectos que reclama la plataforma Promoción del Transporte Público. Su presidente, Ricard Riol, subraya que la red de Cercanías "funciona mejor de lo que la pintan, pero es poco resiliente a incidencias". Además, adolece de lo mismo que el resto de infraestructuras.
"Hay una falta de inversión estructural en el transporte público de la ciudad y las cercanías. Y no todo es culpa del Estado. Las líneas de metro 1 (roja) y 5 (azul) están llegando al límite de su capacidad. Lo mismo ocurre con el corredor de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) del Vallès", dice el experto.
Ese problema, según Turró, podría solucionarse con la anunciada conexión de las dos líneas (Vallès y Llobregat-Anoia) de los FGC por Gràcia.
Por lo que respecta a las Cercanías de Renfe, hay un consenso entre los expertos: debe mejorar. "El ferrocarril rápido tiene que desincentivar el uso del transporte privado para entrar a trabajar a la ciudad. O para salir, en el caso de los empleados de las empresas situadas en los polígonos que rodean Barcelona", indica Perona.
Llegar al aeropuerto
Otro de los quebraderos de cabeza se origina en el acceso de Barcelona al aeropuerto de El Prat. Fuentes de Aena explican que el complejo aeroportuario "está muy bien conectado con los medios de transporte público".
"No es necesario coger el coche para venir desde el centro de la ciudad", indican. "Con la Línea 9 del metro y el enlace de Cercanías se puede llegar rápidamente, con solvencia y directamente a la terminal deseada", insisten.
Al suburbano y a Renfe se le añadirá el futuro raíl rápido al aeropuerto, que gestionará FGC. La entrada en servicio de esta infraestructura, no obstante, se demorará más allá de 2018.
Unos turistas miran el mapa de la Línea 9 del Metro de Barcelona en la Terminal 1 del Aeropuerto de El Prat / CG
Menos coches
Si estas mejoras concitan el consenso de los expertos, una propuesta une a todos: hay que quitar coches de las calles. Coinciden en que el exceso de vehículos privados daña al tráfico. Los incentivos para usarlo son directamente proporcionales a evitar el transporte público.
"Los semáforos son los mismos para todos, aunque dispongan de carril propio", indica el experto en transporte sostenible Manuel Gómez-Acosta. El colaborador de Crónica Global asegura que esta proliferación de vehículos rodados en la calle "es un problema que regulan los semáforos, que en ocasiones, pese a los potentes algoritmos que se utilizan, no pueden frenarlo".
Pese a ello, recuerda el peso del automóvil en la creación de riqueza en el ámbito nacional. "Es uno de los sectores que más repercute en la economía del país, pero nadie se atreve a potenciarlo por su coste y por las críticas que recibe en las grandes ciudades", sentencia.