Como reza la socorrida frase, con él empezó todo. Alberto Álvarez, Tito (Barcelona, 1976), es conductor, portavoz de Élite Taxi Barcelona y coimpulsor de una denuncia contra UberPop en 2014. La causa recaló en Luxemburgo por su complejidad. Tres años después letrados contratados por Élite han arañado una opinión del abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que constata que Uber debe ceñirse a las leyes de transporte. El dictamen influirá, y mucho, en la sentencia que se conocerá en octubre.
-Pregunta. ¿Quién es Alberto Álvarez?
-Respuesta. Alguien con cuarenta tacos. He sido gruista, camarero, soldador, mensajero y taxista, desde hace cuatro años. He sido de todo. Un currante.
-Llegó y puso el sector patas arriba.
-No. Yo no he puesto ningún sector patas arriba. La industria necesitaba un arreón, eso sí. Y lo ha hecho un equipo de personas. Yo soy uno más.
-Fue cofundador de Élite. Ustedes demandaron a Uber. Hoy un alto cargo de la UE les ha dado la razón. ¿Qué sienten?
-Orgullo y mucha energía para seguir luchando. Hemos perdido muchas cosas y la opinión de hoy, a la espera de la sentencia, es una recompensa parcial al esfuerzo realizado.
-El taxi en España, ¿está desfasado?
-No. Sí que es cierto que hay mucho que cambiar. Pero no es culpa nuestra. Hemos presentado una batería de medidas de modernización a la Administración. Y nos dan con la puerta en las narices. Pero eso los medios no lo cuentan: se centran en llamarnos "monopolio".
-¿Por qué el taxi español copa portadas continuamente?
-Porque somos un sector estratégico. Somos, junto a los estibadores, uno de los pocos núcleos obreros con fuerza para doblegar a los gobiernos corruptos.
-¿Son los estibadores de la calle?
-No. Somos muy distintos. Pero nos parecemos en la fuerza. La fuerza interior. Y en que somos industrias estratégicas a las cuales quieren eliminar para esclavizarnos.
-¿Quién quiere acabar con ustedes?
-Multinacionales que ganan dinero de forma insaciable. Desde Élite hacemos pedagogía de que esto es un problema global que afecta a toda la sociedad. Transnacionales que vienen, extraen y se van al calor de acuerdos comerciales. Y los partidos engañan a la gente: las plataformas entran, ni tributan aquí, y quitan los derechos a los trabajadores.
-¿Por qué engañan? Tienen un programa y los ciudadanos les votan.
-Dudo que todo el mundo en el PP esté a favor del CETA, o el antiguo TTIP. Que sepan realmente qué significará para ellos y sus familias.
-¿Qué opinión le merece la política?
-Uf... (suspira). Hay gente que hace las cosas bien, pero es difícil creer en alguno. Celebro que se haya acabado el monopolio en política, que es precisamente lo que dicen que es el taxi. Había un monopolio de políticos rojos y azules. Y los rojos vendían la ciudadanía a las corporaciones.
-¿Alberto Álvarez está haciendo carrera política?
-No, y me han acusado muchas veces de hacerlo. Lo único que se me ocurriría es formar un partido político dedicado al transporte. En España, hay 11 millones de transportistas. Y los están dividiendo. No me veo capaz de unirnos en un parlamento, pero quizá sería una solución.
-¿Qué autocrítica haría? Algo deben haber hecho mal.
-La culpa de todos los males del taxi es del taxista, porque no se cree la fuerza que tiene. Hemos alimentado a gente que se ha aferrado al sillón. En Élite hemos hecho sentir importantes a los compañeros. Convencer a los taxistas de que lo conseguiremos. Y lo haremos.
-¿Qué harán?
-El taxista perdió la autoestima y ahora la está recuperando. Cuando la recupere, nada ni nadie nos podrán parar.
-Taxistas, Uber y Cabify, ¿pueden convivir? Sentarse en una mesa y decir, "Sí, somos compatibles".
-En cada ciudad es diferente. Pero en España es imposible, y menos de la manera que entran. Insultando, mintiendo, faltando al respeto y contando mentiras un día tras otro.
-Pero Cabify y Uber son opciones válidas de transporte.
-Cabify y Uber son capitalismo salvaje, que utilizan tretas legales para operar en la calle. Y que tributan miserias aquí. ¿Quién sostiene el Estado del bienestar?
-Les han acusado de volcar coches en Barcelona. De quemar vehículos en Sevilla. ¿Qué dicen de ello?
-Yo diría que cuando hipotecaste tu casa para comprar una licencia, cuando te has endeudado hasta las trancas, no hace ninguna gracia que entre una empresa y diga que va a operar sin norma alguna. ¿Y las familias? ¿Qué diría la gente a esas familias?
-Pero condenan la violencia.
-Sin duda. La condenamos. Pero de nada sirve que cada día salga gente en corbata por televisión condenando incidentes. No deseo ningún mal a ningún trabajador. Pero lo que hay que hacer es resolver los problemas del sector.
-El ciudadano que está en la calle y espera en una esquina, ¿pierde movilidad si se veta a Uber o Cabify?
-¡Es que coger un taxi es muy fácil! Toda esa tecnología que tienen ellos ya la tenemos nosotros. Quizá no la publicitamos todo lo que deberíamos. Y luego están la Administración.
-¿Qué ocurre con la Administración?
-Que diseñamos una innovación, pon tecnología para las horas punta de demanda de transporte en una ciudad. Y nos cierran las puertas en las narices. Dicen que no, que es cuestión de regulación.
-Pero el taxi está regulado.
-Y lo veo lógico y normal. Pero no veo sensato que por la puerta de atrás vengan rivales que practiquen competencia desleal. Y perjudiquen al ciudadano.
-¿De qué manera dañan al ciudadano?
-Si las plataformas copan el transporte, les van a meter unos palos... Que la ciudadanía se olvide de tarifas reguladas. El taxi está regulado. Los precios son siempre los mismos. Con estas aplicaciones, no. Fluctúan según la demanda.
-¿El taxista es un privilegiado?
-Trabajar 12, 14 o 16 horas en la calle no es de privilegiados. El taxista ofrece seguridad y precios regulados a los usuarios. Todo esto, ¿qué tiene de privilegiado?
-¿Qué futuro le ve a UberX en Madrid y Cabify en la capital y Barcelona, pues?
-Tienen los días contados. De la manera que operan, tienen los días contados por operar de forma irregular. Se conseguirá su cierre definitivo por saltarse la normativa. Pero durante ese tiempo, habrán ganado mucho dinero, pagado las multas y se habrán reído de la justicia.