La red de tiendas C&A, que hace pocas semanas anunció la puesta en marcha de un durísimo plan de ajuste, contabilizó en 2016 un devastador quebranto de 18,6 millones de euros. Este déficit supera en un 75% el de 10,6 millones registrado en 2015. Con semejante refuerzo, los números rojos acumulados en los últimos cuatro años se elevan a casi 90 millones. El resultado de explotación de 2016 también fue deficitario y se dobló con creces hasta los 16,9 millones.
Las ventas arrastran una evolución declinante desde 2012. El año pasado subieron ligeramente, de 363 a 370 millones, de los que 55 millones proceden de las tiendas existentes en Portugal.
Tampoco evoluciona de forma favorable el fondo de maniobra, que pasa de 27,9 millones positivos a 8 millones negativos. Asimismo, la situación patrimonial dista de ser idílica, pues los recursos propios bajan a 20,3 millones, frente a un capital social de 39 millones. El accionista de la casa, el grupo suizo Cofra, planea una inyección de recursos en su filial ibérica a fin de robustecer su situación financiera.
Cuatro actas fiscales
Para rematar la faena, sobre la compañía pende la amenaza de cuatro actas fiscales de Hacienda correspondientes al impuesto de sociedades de 2006 a 2009, por importe de 27,4 millones. La empresa las tiene recurridas. Pero entre tanto, el fisco le ha abierto una inspección sobre el impuesto de sociedades de 2010 a 2013, sobre el IVA de 2012 y 2013 y sobre las retenciones e ingresos a cuenta de rendimientos del trabajo, profesionales, arrendamientos inmobiliarios y de imposición a no residentes, de 2012 a 2014.
C&A comunicó a mediados de enero el cierre de 23 tiendas deficitarias, de las 106 que tiene en servicio, y un expediente de regulación de empleo de 300 personas, que representan el 13% de la plantilla de 2.226 trabajadores. Es la segunda reestructuración que afronta en pocos años. En 2014 se deshizo de 428 trabajadores y bajó la persiana de 23 establecimientos.