“La actividad bancaria debe estar muy supervisada y contar con unos criterios que definan principios [de gestión] de mayor peso”. El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, tiene fama de no dejar indiferente a ningún auditorio por hablar meridianamente claro y bastante de frente a pesar de su cargo, y así ha ocurrido este jueves ante el empresariado de Barcelona reunido en el Círculo de Economía. Incluso llegó a tener un blog, tal y como recordó el líder del lobby catalán, Antón Costas, antes de aterrizar en Bankia que aún sigue abierto.
Se mostró muy crítico con declaraciones como la anterior sobre la forma con la que se gestionaron las entidades financieras durante una época en España y que han dejado la reputación del sector por los suelos, uno de los retos actuales.
“La sociedad está enfadada con los banqueros, piensa que son los culpables de que haya disminuido su sentido de vida”, reconoció. “Pero en España se debería discutir sobre quiénes son los banqueros; la palabra banquero se debería matizar”, sentenció un gestor que cuenta con una trayectoria dilatada en BBVA, que asumió el reto de remontar Bankia y a quien no le tembló el pulso de abrir la caja de pandora de las tarjetas black.
Depuración de responsabilidades
Defendió que “han pagado justos por pecadores, ya que existen gestores excelentes que han mantenido su entidad” y que se ha empezado un proceso para “reconocer los errores, exigir responsabilidades de los gestores que no se han comportado correctamente y definir una serie de principios y valores que se conviertan en el norte de cualquier entidad”.
Y este debe implicar que los antiguos responsables de bancos y cajas que sean declarados culpables se rasquen el bolsillo. El presidente de Bankia señaló que sin un banco es multado por malas prácticas, estas habrán sido “concebidas o permitidas por una serie de personas”. Por ello consideró “lógico que tengan un impacto en su remuneración”.
“La sociedad lo exige y hace bien en hacerlo”, sentenció.
Defensa del rescate de Bankia
Goirigolzarri identificó la mejora de la reputación de las entidades financieras en España como uno de los retos del sistema. Con todo, añadió elementos para sosegar el debate. Recordó que las finanzas públicas hubieran sufrido más si en lugar de rescatar Bankia hubieran dejado caer la entidad.
“Si se hubiera decidido liquidar el banco se habría pagado el seguro de los primeros 100.000 euros a los depositantes. Hubiera costado 60.000 millones de euros en lugar de los 18.000 que se pusieron, tres veces menos”.
Reto de la rentabilidad
En este sentido, aplaudió en que la Unión Europea revise el mecanismo único de resolución de entidades financieras para blindar los depósitos de particulares e incidir en una contribución de dinero público y privado que venga de los institucionales. Especialmente ante los procesos abiertos en el Monte dei Paschi y la presión sobre el Deutsche Bank.
Todo ello, en un momento que la política de rebaja de tipos impuesta por el Banco Central Europeo (BCE) ha puesto las cosas difíciles a la banca del Viejo Continente en su negocio tradicional. Goirigolzarri defendió que se trataba de un proceso complicado, pero aseguró que como mínimo en Bankia, se sentía optimista por el futuro inmediato de la entidad.