"Hemos sido irresponsables". Este es el análisis de Joan Gou, el exconcejal de Turismo de Lloret de Mar (Girona), que esta semana ha dejado el cargo entre críticas al modelo "cortoplacista" del negocio vacacional. Gou, ya reincorporado a Viatges Marítim, la agencia que dirige desde hace 30 años, hilvana una crítica más reposada al modelo turístico del destino catalán.

"Descuidar la excelencia turística nos condena a una rotación continua de turistas y a trabajar con grandes volúmenes que impiden la calidad", lamenta.

Crecimiento descontrolado

Gou ha trabajado con visitantes franceses desde 1985. Con esta experiencia, basa su crítica en tres ejes. "Uno, el turismo no se prohibirá. Algunos sectores sociales tienen que asumirlo. Dos, los empresarios turísticos deben adquirir un compromiso social. No puede ser que solo quieran hacer caja rápido. Y tres, los proyectos deberían ser a largo plazo", enumera.

¿Qué significa todo esto? "No se puede crecer por crecer. A algunos políticos les encanta poder decir que 'Hemos recibido más visitantes este año'. Cuando lo cierto es que acogemos a más gente, pero baja el gasto por turista. Nadie pregunta por el gasto por cápita. ¿Por qué?", se interroga.

"La ecuación es sencilla --continúa--: más turistas y menos gasto es igual a una factura mayor para el destino: en agua, electricidad o limpieza".

Turismo de calidad

La crítica del agente de viajes se extiende al llamado turismo de calidad. "Algunos gurús confunden el turismo excelente con la subida de precios por el mismo servicio. Pues mire, no. Tiene que ofrecer algo mejor para que, a medio plazo, el turista fiel esté dispuesto a pagar más", resume. 

¿Cuál es ese valor añadido? "Si un visitante quiere cenar en un restaurante Michelin, pero encuentra una calle llena de hamburgueserías, no pagará más. De hecho, al restaurante Michelin ni se le ocurrirá abrir allí".

El problema, según Gou, tiene solución. "El empresario es libre de instalarse en un sitio y hacer negocio. Vender barato. Pero si no tiene raigambre, si no tiene compromiso con el pueblo, el destino, el entorno, será imposible pivotar hacia un modelo de calidad. Ahí deben poner el acento las políticas públicas".

Fidelidad

Gou asumió la cartera de turismo en Lloret de Mar en 2015. Un año después, deja su cargo "contento y con la mano tendida", pero convencido de que "no es el hombre ideal para acometer los cambios que se necesitan".

El municipio recibió 1,4 millones de visitantes el año pasado, con una población de apenas 37.000 habitantes.

El destino, como a otros, trata de reinventarse. "Para que un turista acabe pagando más, hay que fidelizarlo. Cataluña no ha fidelizado a los turistas. La rotación es continua. Hemos vendido baratas las magníficas infraestructuras que tenemos, pensando en hacer dinero rápido". 

"Ese modelo --prosigue-- tiene éxito a corto plazo: Lloret de Mar está hoy al 100% de ocupación. Pero, ¿hemos fidelizado al turista? No. ¿Pagaría más sin irse a otro sitio? No. Eso significa que nos hemos equivocado", concluye.