Domingo 25 de octubre, asamblea de compromisarios del FC Barcelona en el Palau de Congressos de Catalunya. A la puerta del recinto, un grupo de unas diez mujeres protestan contra las condiciones laborales de Qatar Airways. Son activistas del sindicato UGT y enarbolan carteles con el eslogan No patrocines el miedo en Qatar Airways. Las sindicalistas piden al conjunto blaugrana que no renueve el contrato de patrocinio que mantiene con el emirato y cuya expresión en la camiseta de los jugadores es la marca de su aerolínea de bandera.
De poco, o de nada, sirvió la protesta. En el interior, los compromisarios del club no iban a votar nada relativo a Qatar. Aunque desde hacía meses estaba previsto que esta cita de octubre se sometiera a consideración de los socios la renovación o no de los acuerdos con el emirato, los últimos acontecimientos lo han impedido.
Una campaña molesta para el patrocinador
Qatar ha dado un paso al frente. Durante la precampaña electoral, todos los candidatos a la presidencia del Barça pusieron sobre la mesa el debate de si el conjunto azulgrana debía mantenerse aliado con el emirato como principal sponsor. Algunos, como Agustí Benedito, fueron especialmente beligerantes contra las políticas que se practican en Qatar, valores que no coinciden con los que, en su opinión, el Barça debe propagar.
Otros candidatos como Toni Freixa o Joan Laporta fueron algo menos contundentes, pero también pusieron al emirato en el centro de la diana electoral. Josep Maria Bartomeu, el candidato que acabó ganando las elecciones, jugó a la distracción. Negociaría con quien estuviera interesado en patrocinar al club pero dejarían la decisión a los socios. Nunca defendió a Qatar de los ataques de sus contrincantes, pero dejó las puertas abiertas con una ambigüedad calculada. Dijo que llevaría ante los socios tres opciones.
Enfado en Qatar
Al emir de Qatar esa situación no le gustó. Ni a él ni a Hassan Abdullah Al-Thawadi, secretario general de Qatar 2022; tampoco a Nasser Al Khater, director de comunicación y marketing del comité organizador de Qatar 2022. Ellos, junto con Akbar Al Baker, consejero delegado de la aerolínea catarí, siempre han mantenido una estrecha relación con Javier Faus, vicepresidente económico del club hasta las elecciones de julio pasado.
Los jeques árabes ven a Faus, como antes al expresidente Sandro Rosell, como un hombre de empresa, que habla su mismo lenguaje además de un perfecto inglés. No sucede lo mismo con Bartomeu, a quien los interlocutores del emirato conceden menos credibilidad. De hecho, fuentes próximas a las negociaciones explican que Faus tenía apalabrado un contrato de 60 millones de euros por patrocinar la camiseta hasta 2020.
Compromiso con los socios
Con ese compromiso apalabrado, sólo faltaba darle naturaleza jurídica. Pero ahí es donde salta el problema: Bartomeu desea más dinero y mantener invariable su compromiso de que sean los socios quienes decidan sobre esa cuestión mientras que el patrocinador no desea someterse al escrutinio de una opinión pública que considera manipulada y contraria a sus intereses.
De ninguna manera los catarís quieren verse envueltos en una negativa blaugrana. Ante los acontecimientos deportivos internacionales que deben organizar, en un contexto de inversión en empresas europeas de diferente signo (la última es española: El Corte Inglés), los mandamases del emirato no pueden permitirse que el Barça les diga que no les quiere por ir en contra de valores democráticos o de otro signo.
Viaje sin éxito
En términos de reputación, Qatar está dispuesto a seguir en el Barça, incluso pagando más dinero, pero quiere amarrar su destino. De ahí que en septiembre pasado Bartomeu fuera invitado al emirato para zanjar la cuestión. Sin éxito, por otra parte. El presidente azulgrana y su vicepresidente Manel Arroyo pidieron más patrocinio: 80 millones anuales. Lo hicieron argumentando que había logrado el triplete y una serie de estudios que decían que el Barça valía mucho más.
Los representantes del emirato no dicen que no, sólo admiten que su continuidad sea llevada a una asamblea de compromisarios si existen absolutas garantías de triunfar. Y negocian con tranquilidad, a su ritmo, sin prisas. En el supuesto de que puedan ser sacados del club no aceptan proseguir las conversaciones. Quien tiene prisa ahora es el Barça porque Nike necesita saber qué ira en el pecho de la camiseta blaugrana la próxima temporada para iniciar la producción textil.
Faus fue llamado a capítulo por los catarís, que le consideran un excelente interlocutor para sus intereses en España. Le pidieron ayuda para controlar la asamblea, pero el empresario inmobiliario ya no está cerca del club. Ni tan siquiera está cerca de su antaño compañero Bartomeu. Las elecciones distanciaron a ambos dirigentes. El equipo de Barto sospechó de Faus y de su proximidad personal a Rosell, con quien Bartomeu había soltado amarras definitivas.
Cambio de equilibrios negociadores
Ante esa situación, Qatar ha tomado la iniciativa y pone ahora las condiciones. Si el Barça desea tener el mejor patrocinio deportivo mundial deberá someterse a algunas condiciones no sólo de carácter técnico o económico, sino reputacional. Mientras Barto y su equipo piensan cómo proceder, lo más prudente fue despejar del horizonte la votación de un eventual acuerdo ante los socios.
Votación, por otra parte, que Qatar prefiere eludir o ganar de forma clara y sin posibilidades de que afecte a su reputación internacional. No son los únicos que piensan así. Sus aliados catalanes de Mediapro, la empresa que lidera Jaume Roures, están en la misma tesis. “Tiene que salir Bartomeu y defender a Qatar en público, como la mejor opción”, dice alguien próximo a la negociación.