El gigante de la siderúrgica Celsa ha conseguido un nuevo apoyo de la banca acreedora para superar sus estrecheces económicas. Apoyo, pero temporal. La multinacional catalana de la familia Rubiralta ha conseguido otros seis meses para devolver 30 millones de euros de una línea de crédito que podría haber llevado a la compañía al impago.
Se trata de una pequeña parte de la deuda total de la compañía, que alcanza los 2.700 millones de euros. La gran refinanciación de la segunda siderúrgica de Europa se firmó en julio de 2013 en los juzgados de lo Mercantil con un pool de entidades encabezado por Caixabank, BBVA, Banco Santander, Bankia, Banco Sabadell, Banco Popular y varias entidades extranjeras. Fue la oposición de las firmas internacionales las que propició la judicialización de la operación.
Inyección extraordinaria
La reestructuración propició un balón de oxígeno extra de 82 millones para Celsa, ahogada por falta de liquidez. Esta inyección es la que pone contra las cuerdas al grupo dos años después, publica El Confidencial. Se debían devolver en 18 meses y en este tiempo sólo han podido pagar 37 millones.
Los 45 restantes vencían en junio y los nuevos problemas económicos de la siderúrgica han propiciado que la factura pendiente aún se eleve a 30 millones.
Venta de activos
Además de los seis meses, la banca acreedora ha impuesto a Celsa que suelte lastre para hacer caja. Los Rubiralta intentan vender su filial escandinava, Celsa Nordic, desde el inicio del ejercicio, pero aún no les ha llegado una oferta que consideren suficientemente interesante para desprenderse de la sociedad. Los inversores no descartan que se sumen otros activos a la desinversión forzada.
Celsa tiene otros seis meses para salir a flote. La siderúrgica cuenta con un fondo de maniobra negativo de 280 millones de euros desde finales de 2013, los últimos datos que consolidó en el Registro Mercantil.