Al contrario de lo que se plantea desde los partidos y entidades indepedentistas, una de las más importantes consecuencias de una secesión de Cataluña sería que esta quedaría fuera de la Unión Europea y de la Unión Económica y Monetaria, lo que conllevaría una serie de efectos que perjudicarían muy negativamente a la economía catalana.
Ante esta hipotética situación, el PIB catalán se vería reducido, lo mismo que los ingresos impositivos, y el desempleo aumentaría. Además, tanto el sector público como el privado tendrían más sus dificutades para acceder al crédito, y toda la economía catalana sufriría una sobreexposición a los vaivenes de la economía mundial.
Así lo recoge de forma detallada el documento "Veinte preguntas con respuestas sobre la secesión de Cataluña", publicado este miércoles por la FAES, en el que se analizan y rebaten los aspectos históricos, jurídicos, sociales, culturales y económicos del proyecto independentista promovido por Artur Mas.
La incertidumbre del 'euro catalán'
El informe advierte de que, tras la secesión, "nadie podría obligar a los catalanes a deshacerse de sus activos en euros y, por supuesto, tendrían muy difícil, por no decir imposible, deshacerse de sus deudas denominadas en la moneda común, pero de mantener la moneda única, Cataluña pasaría a formar parte, junto con Andorra, Liechtenstein y Montenegro, del grupo de países europeos que utilizan el euro sin ser en realidad parte del euro".
De esta forma, "el 'euro catalán' no estaría defendido por la política monetaria del Banco Central Europeo. Por decirlo gráficamente, Cataluña podría ponerse la camiseta del “club euro” como aficionado y espectador, pero no formaría parte del equipo y contemplaría el partido desde las gradas y no desde el terreno de juego. No tendría su respaldo, ni su financiación, ni tendría presencia en los órganos de gobierno, ni influiría en sus decisiones. Lo que significa que perdería todas las ventajas financieras y comerciales de la moneda común".
"La renuncia a crear una moneda propia lleva aparejado renunciar a ejecutar políticas monetarias y cambiarias propias, lo que dejaría a la economía catalana expuesta a las decisiones de otros y sometería a las empresas y a los hogares catalanes a una gran inestabilidad e incertidumbre", añade.
Efectos devastadores sobre la financiación
La "exclusión" de la Cataluña independiente del Eurosistema (formado por el Banco Central Europeo y los bancos centrales nacionales, y reforzado por la Unión Bancaria) "tendría un efecto inmediato sobre las instituciones financieras que decidieran mantener su sede en Cataluña, que dejarían de ser consideradas como entidades de contrapartida, perdiendo así las facilidades permanentes de financiación y el acceso a las operaciones de mercado abierto del BCE".
La consecuencia de esta situación es que "las instituciones financieras situadas en Cataluña fijarían sus sedes centrales en un país de la Eurozona -previsiblemente España, por su mayor presencia operativa-, con el consiguiente efecto sobre la recaudación fiscal potencial catalana".
De igual forma, el coste de la financiación de las empresas residentes en Cataluña aumentaría por la incertidumbre que generaría en los mercados financieros la emisión de deuda pública y privada en 'euros catalanes', y que tendría asociada "una prima de riesgo muy elevada y un coste de financiación insoportable".
Una situación que sería especialmente grave partiendo de la realidad actual, en la que la Generalidad no puede hacer frente a sus pagos (necesita la asistencia del FLA), su deuda soberana está calificada como bono basura y carece de experiencia y de estructuras propias de recaudación y supervisión financiera.
La alternativa de adoptar una moneda propia
Una alternativa sería la adopción de una moneda propia tras la hipotética secesión, "que tendría la ventaja de una mayor independencia de acción monetaria y cambiaria de las autoridades catalanas".
Sin embargo, esto "acarrearía previsiblemente efectos aún más acusados en las variables económicas fundamentales por la pérdida de credibilidad que supondría abandonar la disciplina del euro, así como por la más que probable y significativa devaluación de la nueva moneda", advierte el informe.
Los efectos de esta opción sería "un empobrecimiento adicional de los catalanes con respecto a sus vecinos y la quiebra de muchos hogares y empresas por no poder atender al pago de sus deudas".