Navantia, la empresa pública dependiente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), está en un lío. El Gobierno está en un lío. Un lío que se traduce en la revuelta de los trabajadores de los astilleros públicos que se quedan sin carga de trabajo. Y sin carga de trabajo, los expedientes de regulación de empleo dejarían a miles de trabajadores directos en el paro y otros tanto indirectos, con el efecto añadido que inciden directamente en casi la única industria en algunas comarcas de la Comunidad Valenciana, Andalucía, País Vasco y Galicia.
Con este panorama, el Gobierno y Navantia buscaron culpable. Y lo encontraron en Gas Natural Fenosa. Acusaron con más o menos tiento a la empresa gasística de adjudicar cuatro metaneros a empresas asiáticas. En los mentideros, se decía sin demasiados tapujos que Gas Natural había preferido dar carga de trabajo a astilleros de Corea y Japón antes que a los depauperados astilleros españoles.
La situación amenazaba con complicarse porque el Gobierno y Navantia faltaban a la verdad. Los barcos acabaron en Asia porque Navantia no se presentó al concurso de Gas Natural y el Gobierno, en la inopia, reaccionó tarde y mal. Por eso, Gas Natural ha preferido echar un capote al ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, y ha encontrado una solución de compromiso en la construcción de un quinto metanero. La empresa española ha optado por ampliar su flota y esperar que Navantia no vuelva a ejercer su ineficacia, que en una empresa privada habría acabado con la destitución de su consejero delegado. Y en un país normal, con el ministro del ramo en la picota.
"Dejación de funciones" de Navantia
La empresa ha emitido este lunes un comunicado en el que afirma que "a la vista de las necesidades logísticas que impone el plan de comercialización del gas natural licuado, en especial el proveniente de Sabine Pass (Lousiana, USA), Gas Natural Fenosa ha decidido considerar la posibilidad de contratar, en régimen de alquiler y por 20 años, un quinto barco metanero que se una a los cuatro contratados el pasado mes de septiembre con los armadores Knutsen y Naviera Elcano". A buen entendedor pocas palabras bastan cuando se añade que "dado el interés manifestado por Navantia, Gas Natural Fenosa instruirá al armador seleccionado para que contacte con este astillero de forma que se intente que, en un plazo razonable, Navantia pueda presentar una oferta completa, competitiva y firme para construir este nuevo buque".
Los despropósitos se iniciaron cuando Gas Natural lanzó en abril de 2013 un concurso internacional para el alquiler durante 20 años de cuatro buques metaneros de última generación, para transportar el gas que Gas Natural Fenosa recibirá de Cheniere en Sabine Pass (Estados Unidos) a partir de 2016 y que tendrá como destino principal los mercados asiáticos. La empresa contactó con diez armadores y se presentaron 18 ofertas con varios constructores de barcos.
Navantia era conocedora del concurso pero en ningún momento presentó oferta alguna, a pesar de los requerimientos de algunos armadores, animados por Gas Natural. Ante esta "dejación de funciones" de Navantia, a finales de septiembre Gas Natural adjudicó el contrato de alquiler al armador español Naviera Elcano (2) y a la noruega Knutsen (2), ambas empresas con presencia industrial en España. El contrato de alquiler es de un valor aproximado de 600 millones de euros.
Presión del ministro Soria
A lo largo del mes de octubre, los armadores adjudicaron los barcos a astilleros de Japón y Corea debido a su alta especialización en la construcción de metaneros del tamaño y la tecnología requeridos. Navantia, en todo este tiempo, nunca formalizó su oferta que, según algunas fuentes, tenía un sobrecoste superior al 50% y los armadores consideran que la empresa pública de astilleros españoles "no está preparada para construir un buque metanero con las actuales exigencias tecnológicas ni puede garantizar el tiempo de construcción. De hecho, el último metanero se construyó en Sestao hace diez años y porque medió el entonces ministro José Montilla".
Después de cerrado y adjudicado el concurso, Navantia y el Ministerio se acordaron de Santa Bárbara, pero ya tronaba. Gas Natural comunicó al ministro que un contrato internacional no se podía romper y que no había marcha atrás. Aún así, el ministro Soria presionaba y Navantia inició una serie de contactos para intentar reabrir el proceso a la vez que culpaba -de su propia incapacidad- a la empresa gasística.
En un primer momento, los trabajadores aceptaron la versión de su empresa pero cuando tuvieron acceso a la información se percataron del engaño y centraron sus movilizaciones contra Navantia. Para evitar que el asunto vaya a mayores, Gas Natural abre la posibilidad de construir un nuevo metanero de "tercera generación". Un barco de 176.000 Tm, similar a los recientemente contratados en Corea y Japón, que será adjudicado a un armador que, a su vez, contratará la construcción del correspondiente barco con un astillero. Se espera que esta vez Navantia no esté a por uvas junto al ministro Soria. De momento, su consejero delegado no ha sido cesado, a pesar de los pesares.