Habla el Extranjero

Habla el Extranjero Simón Sánchez

Habla el extranjero

Esperando la venganza

18 abril, 2024 00:00

Empezamos ahora, aquí, en esta línea, a ofrecer un nuevo servicio informativo al lector de Crónica Global, que será una revista semanal -bajo el epígrafe de Habla el extranjero- de la prensa internacional más informada y reconocida. La realidad más próxima y local, la micropolítica, el chisme, los acontecimientos que más nos afectan, las leyes que se nos imponen y las leyes que nos damos, son figuras apasionantes porque nos rozan la piel y porque afectan a la cartera, a las condiciones concretas de nuestra vida diaria; pero también puede ser ilustrativo, o por lo menos una distracción, poner cierta distancia, ver desde lejos. Bien decía Buñuel, en El último suspiro, que una vez muerto le gustaría levantarse de la tumba, ir a un quiosco, leer la prensa internacional del día, a ver qué pasaba en el mundo, y luego regresar bajo la lápida.

Es inevitable empezar con los tambores de guerra, o sea con la tragedia norteafricana que tiene el mundo en vilo.

Le Monde, de París, destacaba ayer el hecho de que desde que Irán en represalia por la muerte de siete militares en el consulado de ese país en Damasco lanzó contra Israel, la noche del sábado pasado, más de 300 drones y misiles –interceptados por Israel y sus aliados-, Benjamin Netanyahu guarde silencio, cosa extraordinaria en un provocador que lleva décadas alertando de la amenaza que supone Irán para Israel.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visita la base aérea de Tel Nof en Rehovot (Israel)

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visita la base aérea de Tel Nof en Rehovot (Israel) EFE

El primer ministro deja hablar a otros: el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el general Benny Gantz advierten que la agresión no puede dejarse sin respuesta -o sea, sin venganza-, pues es imprescindible para la supervivencia de su país demostrar dominio y poderío y además enviar a los enemigos la advertencia de que ninguna agresión quedará impune.

El rotativo parisiense especulaba ayer sobre cuál pueda ser esa respuesta: bombardear con sus veloces aviones un cuartel o una instalación de la siniestra Guardia Revolucionaria iraní en Siria, o bien una operación cibernética contra la red eléctrica y energética iraní, o acaso el asesinato de alguna personalidades del régimen de los ayatolas, acción a la que tan afecta es el siniestro Mosad

Netanyahu calla, pero en su lugar el oficialista The Jerusalem Post, editorializa así: "Israel tiene que reafirmar su fuerza contraatacando. La renuencia pasada a intensificar los conflictos podría cambiar, considerando las amenazas actuales que se extienden más allá de sus fronteras e incluyen importantes implicaciones globales".

El rotativo enfatiza que "por primera vez en la historia, Irán lanzó directamente desde su territorio un ataque contra Israel, empleando drones y misiles balísticos y de crucero que han estado en desarrollo durante décadas. Estas armas sirvieron como un elemento crucial de la disuasión estratégica de Irán y permitieron la proyección de su poder en toda la región. Si bien el programa nuclear de Irán aún está evolucionando, sus amplias capacidades de misiles y drones lo elevan a una potencia regional que no debe pasarse por alto. Si se eliminan esas capacidades, Irán parece mucho menos amenazante".

Se entiende todo.

Para compensar el miedo a una escalada bélica con alguna frivolidad del rutilante mundo hollywoodiense, me pasé a leer Allure, revista norteamericana sobre belleza femenina, donde Charlize Theron, actriz de 48 años tan impactante ya en su primera aparición en el cine, por lo menos que yo recuerde, que fue en Celebrity, de Woody Allen, donde encarnaba a una maniquí a la que perseguía en vano el alter ego de Allen, encarnado por Kennet Branagh -injustamente denostado entonces por la prensa internacional por imitar demasiado bien a Allen-, cuenta las consecuencias de envejecer.

Charlize Theron en la entrega de los British Academy Film Awards

Charlize Theron en la entrega de los British Academy Film Awards Europa Press

Parece que antes, cuando era joven, no le afectaban los físicamente demoledores rodajes de películas de acción -prepara ahora tres más: Atomic Blonde 2, The Old Guard 2 y Two for the Money-, pero ahora le dejan efectos colaterales penosos: "Tardo tres días en recuperarme de algunas escenas de acción violenta, apenas puedo caminar, y ni siquiera puedo sentarme en el váter".

Dios mío, ¿y cómo se las apañará, entonces, la pobre, dolorida Charlize, para…? Para no compadecerla más, casi prefiero volver a la guerra. Ayer se celebró en Teherán el día de las Fuerzas Armadas, ocasión que aprovechó el presidente Ebrahim Raïssi para advertir que si Israel se venga con "la menor agresión contra nuestro territorio, la respuesta será feroz y severa". ¿Le suena a usted todo esto de algo? A mí me recuerda La espiral de violencia contra la que en un libro homónimo, muy exitoso entre los jóvenes contestatarios de mi generación, advertía el sacerdote y filósofo brasileño Helder Cámara, adalid de la “teología de la liberación”:

-Cuando doy comida a los pobres -decía Helder-, me llaman santo. Cuando pregunto por qué son pobres, me llaman comunista.

Yo –y creo que usted también, lector- voy y vengo de las amenazas pavorosas de que se inflame del todo Oriente Medio a los problemas de la hollywoodiense Charlize Theron, igual que el poeta Yevtushenko cruzaba el puente, "con los nervios tensos como cables, entre la ciudad y la ciudad No". En la ciudad todo era bienestar y dicha, y en la ciudad No, desastre, miseria y angustia.

Por eso me ha divertido leer en Le Figaro el gran rebote del pensador Alain Finkielkraut (distinguido colaborador de ese diario y autor de La humanidad perdida: ensayo sobre el siglo XX; de El judío imaginario, y de La aventura a la vuelta de la esquina, ed. Anagrama, entre otros muchos libros estimulantes que se vienen publicando en español) porque cuando se disponía a hablar sobre Palestina en el plató de la televisión BFM, a la que había sido invitado, el locutor le ha quitado la palabra para dar paso al flash info de una breaking new, o noticia impresionante.

El filósofo francés Alain Finkielkraut en una imagen de archivo

El filósofo francés Alain Finkielkraut en una imagen de archivo Jérémy Barande

Resulta que media Francia está estos días consternada por la desaparición, hace dos meses, de un niño llamado Emile, que escapó de la vigilancia de sus abuelos en su casa, situada en la aldea de Haut-Vernet, en los Alpes.

Cuenta Voici que después de muy laboriosas investigaciones la policía ha podido encontrar cerca del pueblo… el cráneo del chico. BFM TV interrumpió bruscamente su transmisión en vivo cuando Finkielkraut estaba empezando a hablar sobre la guerra en Palestina. "Lamento mucho interrumpirle porque acaba de llegar información sobre el pequeño Emile", le interrumpió el locutor, a lo que el ensayista respondió, bastante molesto: "¿Entonces, qué? ¿Me voy?".

Dos días después de este intercambio que provocó muchas burlas en las redes sociales, Alain Finkielkraut ha reaccionado en las columnas de Le Figaro: "Esta historia es atrozmente triste. Como muchas personas en este caso, esperaba que [el niño] hubiera sido secuestrado y, por lo tanto, que todavía estuviera vivo. Sin embargo, pensé que este anuncio, este descubrimiento, no merecía una breaking news, porque sigue sin saberse nada sobre las circunstancias de su muerte y me pareció que despedirme tan brutalmente era una ruptura con la decencia común", lamentó el filósofo, antes de añadir: "La historia es terrible, pero (...) tenía media hora para hablar".

Oh, Alain, yo te comprendo, pero creo que en este caso, como en tantos, hubiera sido mejor callarse.