Artur Mas, el mesías que devino en mártir
El independentismo vivirá mañana otro día histórico que el expresidente catalán, arropado por las masas movilizadas por la ANC, quiere capitalizar políticamente
5 febrero, 2017 00:00Un "juicio político". Esta es la frase que, como un mantra, repite el mundo independentista ante la vista oral que mañana se celebra en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y que sentará en el banquillo al expresidente Artur Mas, la exvicepresidenta Joana Ortega y la exconsejera de Enseñanza, Irene Rigau. Ungidos como los mártires del llamado proceso secesionista, serán juzgados por la organización de la consulta secesionista celebrada el 9 de noviembre de 2014.
Frente a la pretendida indignación soberanista ante un acto judicial, que atribuyen a la acción de un Estado opresor, Mas está dispuesto a sacar partido. Quien se arrogó el título de mesías del procés, se convierte ahora en mártir con aspiraciones a resucitar como dirigente político, tras ser sacrificado hace un año por la CUP. Los antisistema pidieron su cabeza a cambio de investir presidente a Carles Puigdemont, quien a pesar de su vocación de interinidad, ha logrado hacer sombra a Mas.
La conversión
Todo comenzó en 2012, cuando el dirigente convergente llevaba dos años gobernando y, superado por los recortes, la corrupción y el empuje de un nuevo fenómeno político llamado 15M, decidió convertirse al independentismo, poner rumbo a Ítaca y lanzar el mayor desafío al Estado de la historia de la democracia española.
Ese desafío tendría su punto culminante en 2014, con la celebración de una consulta sobre la independencia de Cataluña que había sido prohibida por el Tribunal Constitucional. Esa desobediencia, delictiva según la Fiscalía, le enfrenta ahora a una petición de diez años de inhabilitación –nueve años en el caso de Ortega y Rigau–, algo que podría poner fin a las aspiraciones políticas de Mas. Que las tiene, y de ahí el uso y abuso mediático que el líder de PDECat hace del juicio que comienza el lunes, apoyado por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), encargada de movilizar a la ciudadanía –40.000 personas se han inscrito y se han movilizado 157 autocares–.
"Mas quedará kaput"
"Si inhabilitan a Mas quedará kaput, definitivamente", aseguró recientemente su padre político, Jordi Pujol, quien está convencido de que el líder de ERC, Oriol Junqueras –socio de CDC en el Govern y, hasta el momento, único interlocutor con el Ejecutivo español–, será el futuro presidente de la Generalitat. Todo un baño de realidad que Mas no quiere ver. No hubo desobediencia, como tampoco hay caso 3%, ha dicho el propio acusado tras las detenciones practicadas esta semana, entre las que se encuentran dirigentes muy próximos a su gestión como mandatario.
Y frente a esa locuacidad mediática, Mas, Ortega y Rigau enmudecerán mañana ante el fiscal y, muy probablemente, solo contestarán a sus abogados a modo de protesta ante un ministerio público que identifican con el Gobierno español.
Puesta en escena
El lunes volverá a ser otro día histórico del independentismo, aunque la puesta en escena resulte demasiado familiar, pues no es la primera vez que sus protagonistas comparecen ante la Justicia: paseíllo de los tres acusados hasta la sede judicial, arropados por la cúpula del independentismo catalán y por un amplio despliegue de TV3. En esta ocasión, Mas, Ortega y Rigau saldrán del Palau de la Generalitat, donde Puigdemont leerá una declaración institucional. Saldrá a la plaza Sant Jaume a despedir a los inculpados y a los consejeros del gobierno catalán que le acompañarán, pero no llegará a las puertas del Palacio de Justicia.
Tampoco tiene previsto hacerlo Artur Mas, pues confía en que la masa ciudadana, tal como publicó Crónica Global, le impida arribar a la sala de vistas donde será juzgado. Un simulacro de desobediencia que no parece que llegue a mayores, aunque retrase el juicio. Los líderes de ERC, encabezados por Oriol Junqueras, también formarán parte del séquito.
Un total de 342 periodistas pertenecientes a 70 medios de comunicación se han acreditado para cubrir la vista oral, entre ellos siete extranjeros. Esta cuota internacional hace recordar aquella frase mítica de El mundo nos mira acuñada por el propio Mas, en el fragor de un procés necesitado de complicidades exteriores que nunca llegaron.