Los exconsejeros de la Generalitat, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, han decidido cuestionar todo el proceso judicial del juez Llarena

Los exconsejeros de la Generalitat, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, han decidido cuestionar todo el proceso judicial del juez Llarena

Política

Los ‘indepes’ buscan elecciones con el plan de choque contra Llarena

La estrategia de las defensas de los exconsejeros cambia por completo y coincide con el objetivo de Puigdemont de jugar con los comicios

18 abril, 2018 00:00

Cambio de estrategia. Los exconsejeros, salvo alguna excepción como Joaquim Forn, han pasado al ataque. Consideran que ahora debe primar el cuestionamiento de la figura del juez Pablo Llarena, justo en el momento en que el independentismo intuye importantes grietas en el frente judicial, a la espera de la decisión de la justicia alemana.

Los exconsejeros Joaquim Forn, Josep Rull y Raül Romeva comparecieron este martes ante el juez Llarena para conocer de forma oficial los delitos por los que pueden ser juzgados: rebelión y malversación. Y la estrategia es la misma que la seguida este lunes por Oriol Junqueras, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. Lo que se proponen ahora, lejos de mantener posiciones conciliadoras, es cuestionar el trabajo de Llarena. Rull acusó al juez de actuar “coordinado” con el ministro de Justicia, Rafael Catalá, y consideró que “el juicio oral será un mero trámite”.

Momento decisivo

Se trata de un frente, directo, contra la actuación judicial, que se juega en distintos niveles. Mientras Carles Puigdemont insiste desde Berlín en desacreditar la democracia española, y en poner en solfa todo el proceso, las defensas mantienen el pulso, ya sea la del propio Puigdemont --el caso de Jaume Alonso Cuevillas--, o la de los exconsejeros en Bruselas, Gonzalo Boye, o de los letrados de los exconsejeros de ERC, Andreu Van der Eyden, o el abogado de Josep Rull y Jordi Turull, Jordi Pina.

No es el caso de Joaquim Forn, que habría pedido, según fuentes independentistas, que se forme gobierno cuanto antes y se negocie después, de gobierno a gobierno, para encauzar la situación. Esa también es la posición de Jordi Sànchez. Sin embargo, lo que prima ahora es aprovechar un momento que se entiende decisivo. “Hay que esperar lo que pase en Alemania”, insisten las mismas fuentes, que difunden todos los cuestionamientos a la justicia española que llegan desde medios de comunicación, y, en general, de la opinión pública alemana.

Chanzas sobre el Supremo

El auto del Tribunal Supremo, en el que rebate los argumentos del tribunal alemán que ha negado la extradición de Puigdemont por rebelión, fue, nada más conocerlo, motivo de chanzas por parte de las defensas de los exconsejeros. El Supremo considera que se podría acabar juzgando a los procesados por sedición, aunque, antes, cuestiona duramente los argumentos de los jueces alemanes.

Cuevillas lo tildó de “insuperable”, y auguró que se recordará y “se hablará durante décadas, y no muy bien, por cierto”. Boye incidía en que la sedición “fue derogada en Alemania en 1970”, y sostuvo que el escrito del Supremo puede ser una especie de “delitos a la carta”, y que “igual tendrán que cambiar los hechos más que los tipos penales”.

La esperanza del independentismo

Con esos posicionamientos, se establece ahora una relación directa entre defensa jurídica y planteamiento político: enfrentamiento, cuestionamiento del proceso, y comenzar ya a preparar unas elecciones en las que el independentismo vuelve a confiar en sí mismo.

Todo depende de la capacidad que tenga ahora el Supremo para convencer a los propios jueces alemanes de que, efectivamente, Puigdemont podría ser extraditado por rebelión o sedición, aunque tampoco está claro que la Audiencia Territorial de Schleswig Holstein acepte el delito de malversación. En caso de que no prosperen los planes del Supremo, la figura de Llarena será cuestionada, y Puigdemont se verá engrandecido por el independentismo de cara ya a unas elecciones que parecen aseguradas. Es es el plan del independentismo. Su esperanza, en todo caso.