Los papeles de este hombre cuentan con el imprimátur de las autoridades procesistas. Jordi Sànchez se siente en el centro de Plaza Roja (Sant Jaume), rodeado de fieles duros como el acero, al estilo inconfundible de André Marty, el secundario de Por quién doblan las campanas, la novela de Hemingway. Se ata los machos y grita muy fuerte: ¡Todo el poder a los soviets! El partido dirigente ha sido superado por los acontecimientos; es la hora de las asambleas, de los auténticos representantes del pueblo: la ANC, Òmnium y la AMI, las plataformas serviciales y mantenidas.
Sànchez, presidente de ANC, es el Georgy Malenkov del escenario soberanista, un anti-partido que aspira a refundar el partido, a partir de las bases asamblearias. Malenkov, que llegó a ser presidente de la Unión de Repúblicas, contó con el favor puntual de Stalin y el respaldo de Beria para encaramarse entre los intersticios del Kremlin. Sànchez lo hará desde las minorías cualitativas, agrupadas en el brazo ejecutor, la ANC, correa de transmisión de JxSí. Él se considera a sí mismo el eslabón llamado a romper la cadena; ha recatado su ciencia en pro de lo público; es un politólogo amalgamado en la política no institucional y asociado a las universidades Autónoma, Central y Pompeu Fabra; un predicador que abandonó el púlpito para optar al trono, como lo hizo el Duque de Rouen a pocos días del asalto a la Bastilla.
Se muestra pródigo en elogios al sanedrín soberanista, aunque, íntimamente, solo ofrenda en el lado del altar republicano. Practica un trabajo fraccional digno del mejor trotskismo. Se siente tan fuerte que incluso se le ha escapado aquello de que puede "haber enfrentamientos", rompiendo la senda pacifista del pueblo adocenado. Hablará muy pronto por la voz de Brecht: "Vosotros que surgiréis del marasmo / en el que nosotros os hemos hundido" (Elegía a la Internacional).
En la tangente entre PDECat y ERC anida la conspiración de Sànchez y los suyos. Esta misma semana de pasión se han sucedido los golpes y enjuagues conocidos: la jefa de ERC en Junts pel Sí, Marta Rovira, desvela que la Generalitat se plantea organizar una "bolsa de parados" para celebrar el referéndum. Por su parte, Meritxell Borràs, consejera de Gobernación, se niega a comprar ocho mil urnas si no recibe una orden firmada por el vicepresidente, Oriol Junqueras, responsable logístico del referéndum, que no firma ni a tiros. Y Neus Munté desautoriza a Rovira por hablar en nombre del Govern. El cisma está ahí a pesar de los esfuerzos pacificadores de Puigdemont y los tejemanejes silenciosos de Junqueras. Sànchez espera; tendrá paciencia si quiere convertirse en el Ulises catalán de las tribus aqueas. Pronto llegará la hora de fundir y de fundar.
La Revolución de Octubre creó la Iglesia comunista en 1917 y el XX Congreso del PCUS (1956) lo destruyó al privarle de sus mejores herejías. En Cataluña, el vaivén independentista ha sido más corto; en apenas un lustro, el movimiento se ha estrellado conducido por el cisma soberanista. Sànchez es producto de este cisma como Malenkov lo fue de la Guerra Fría. Sànchez trampea; dejó de ser el número dos de Ribó, el Sindic de Greuges, para hacerse portavoz del parlamento en la sombra, la ANC, un engendro histórico de la Assemblea de Catalunya de la clandestinidad. Aquella fue útil además de gloriosa; ésta es mendaz y financiada con dinero público en la más pura tradición pujolista, un esquema que utiliza las instituciones de la sociedad civil (creadas por él mismo) para ganar consenso aparente. Su relación con el poder simula la línea de masas de los años del hierro, la dialéctica base-dirección de la que no parecen estar enterados ni la portavoz Neus Munté, liberada de por vida en UGT, ni el propio Sànchez, que se forjo en las calles como militante de la vocinglera Crida a la Solidaritat de Àngel Colom y se cambió el apellido (se llamaba Sánchez y ahora se llama Sànchez).
Sànchez trampea; dejó de ser el número dos de Ribó, el Sindic de Greuges, para hacerse portavoz del parlamento en la sombra, la ANC, un engendro histórico de la Assemblea de Catalunya de la clandestinidad. Aquella fue útil además de gloriosa; ésta es mendaz y financiada con dinero público en la más pura tradición pujolista
En el procés, las falsas apariencias minan la moral de combate. La reunión de Puigdemont y Romeva con los congresistas Brian Higgins y Dana Rohrabacher ha acabado con el comunicado de la Casa Blanca que glosa una España fuerte y unida (la comedieta solo valió la pena para ver el desencaje mal disimulado del delegado Enric Millo ante Rohrabacher, el gringo republicano e indepe). Pero a golpe de anécdota la cosa no va; y muy pronto los líderes soberanistas de hoy serán generales sin tropa gritando en el campo de Marte "mi reino por un caballo", como el Ricardo III de Shakespeare, en el último acto de la derrota de Bosworth.
La ANC organizará movilizaciones para que el Parlament apruebe la Ley de Transitoriedad Jurídica y proclame la independencia en el supuesto de que el Estado vete el referéndum o suspenda la autonomía. Lo dice el último papel de Sànchez que contiene el imprimàtur y que será ratificado el 29 de abril en Sabadell. Si el Estado utiliza la fuerza "coercitiva", la ANC hará tres cosas: movilización, proclamación de la independencia y la convocatoria de la Asamblea de Cargos Electos.
Cuando Malenkov utilizó la frase "¡todo el poder a los soviets!", ésta se había convertido en un mantra, desde mucho antes. Había perdido la fuerza inicial de los bolcheviques, cuando la lanzaron en 1917 para deshacer las costuras del Gobierno de Kerenski. La ANC toma cartas en su último documento: "Ante la imposibilidad física de hacer el referéndum y/o ante la supresión, inhabilitación o intervención de las instituciones catalanas, la ANC organizará las movilizaciones necesarias para que el Parlament, como depositario de la soberanía de pueblo catalán, apruebe la ley y proclame la independencia". Es la llamarada ante la traición revisionista del PDECat, cuyo coordinador, David Bonvehí, ha admitido que su partido prepara un candidato "autonomista" por si naufraga la secesión. En Cataluña priman la estética (gracias a Dios) y el doble lenguaje.
El Kerenski de hoy, el señor Puidemont, ex alcalde de Girona paseante del call judío que circunda la catedral, irá jugando con la gestión del tiempo y el mensaje. No está dispuesto a romper la baraja con el Gobierno de Rajoy con el que le aguarda la penúltima negociación. El president no electo ha superado los idus de marzo, pero no sabe si podrá contener la avalancha de los asamblearios de verdad (que no son los de la CUP).