Aunque no está nada claro si Illa podrá ser president de la Generalitat, los votos dicen, fundamentalmente, que los catalanes queremos estabilidad y tranquilidad.

Tras años convulsos y de enfrentamiento, el electorado ha mostrado su cansancio. Suben, y mucho, los partidos nacionales y los partidos independentistas han quedado lejos de la mayoría. El procés ha muerto.

En un entorno normal, Illa tendría muchas alternativas para gobernar. En el que vivimos, todo pinta a una pinza por todos lados, con el ojo puesto en Madrid. El candidato del PSC podría ser presidente aliado con Sumar, como en Madrid, y con votos prestados de otros, o con muchas abstenciones, para ir a un Govern en minoría con apoyos variables.

Probablemente vayamos a un entorno de equilibrios muy inestables contando con las posiciones tanto de Madrid como de Barcelona. Pero mejor eso que seguir como estábamos hace siete años. Es tiempo de centrarse en la gestión y de ocuparse de la sequía, de la seguridad, de la ampliación del aeropuerto y, en definitiva, de todo lo que de verdad importa a los ciudadanos. Mantengamos la identidad, pero no hagamos de la identidad algo tan importante que nos cargamos todo lo demás.

Cataluña ha perdido peso en la economía española, Barcelona ha dejado de ser atractiva, cada vez vienen menos inversiones extranjeras, hemos perdido la Fórmula 1… tenemos una oportunidad de oro para cambiar y volver a ser los que éramos. Gestión y economía, economía y gestión. Esperemos que los políticos no desperdicien esta oportunidad por sus personalismos, no nos lo podemos permitir.