Esta señora Ponsatí es un caso notable, verdaderamente singular. Pero si no existiera NO habría que inventarla.

El caso es que existe, y hay que disfrutar de ello. 

Pensábamos que no había en las democracias occidentales un político con la… particular sensibilidad de la que hizo gala el día, en plena pandemia, en que el número de muertos en Madrid alcanzó los 200 diarios.

¡200 muertos! ¡Y mañana, 200 más! Qué pánico. ¿Y qué se hace en casos así? ¿Qué hizo Ponsatí? ¿Acudió, corriendo, a un hospital a ofrecerse como abnegada enfermera? ¿Se metió en el primer templo que le salió al paso e, hincada de rodillas, rezó por las almas de los fallecidos? ¿Imaginó cómo estarían sufriendo las familias? ¿Envió un pésame protocolario al ayuntamiento? ¿O, por lo menos, se calló respetuosamente ante la desgracia?

No, lo que hizo fue escribir un tuit donde decía: “De Madrid al cielo”. Al lado, su cara risueña. 

(Por cierto que a Puigdemont le gustó la ocurrencia y la difundió entre sus amigos, parientes, admiradores y público en general. Un sentido del humor peculiar).

Aunque toda la trayectoria de la señora Ponsatí me parece interesante y significativa, yo creo que ese tuit es la apoteosis de su trayectoria, el menudo acontecimiento que mejor la define, por la que hay que recordarla siempre.

Ahora ha creado un partido político nuevo, flamante, para presentarse a las elecciones, y ha lanzado un anuncio publicitario pidiendo el voto, con unas frases en off que no tienen desperdicio. 

Els meus fills tornen de l’escola parlant en castellà!”, empieza diciendo. Cuando llega a la palabra “castellà”, la voz ponsatiniana adquiere inflexiones de incredulidad y de profunda repugnancia. ¡Que después de tantos años de inmersión los niños lleguen de la escuela hablando entre sí en castellano es algo que clama al cielo! 

He aquí a una mujer que a lo mejor esta tarde ha estado preparando la merienda para sus nenes, pan y chocolate, y además Cola cao, que les gusta mucho… y resulta que cuando llegan a casa le dan este disgusto, un disgusto muy grande: ¡hablan en castellano! ¡Ejjjss qué asco!

A renglón seguido, la madre de esos chicos descastados se carga de razones para explicar por qué esto es intolerable, y por qué ella no se merece semejante disgusto. Y los motivos son estos: ella ha hecho los deberes, ha formado en las filas, ha creído, ha escuchado discursos en TV3 y en el Ateneo, ha contribuido en la medida de sus posibilidades a hacer realidad los sueños colectivos: 

He estat 15 anys anant a totes les mobilitzacions!... He participat d’assemblees i de grups de treball!... Jo vaig ser-hi l’u d’octubre…!”.

Este curriculum vitae perfila el tipo de ciudadano al que la señora Ponsatí aspira a seducir con su oferta política: gente creyente en la causa, gente perseverante, gente que se ha mojado. Y que ha visto que todas las promesas que sus políticos les hicieron han quedado incumplidas. 

¿Y esta gente creyente y crédula, esta gente de la mejor madera, tiene que aguantar que sus hijos, sus propios hijos, cuando llegan a casa… resulta que van hablando en esa lengua maldita? 

I ara els meus fills tornen de l’escola parlant en castellààà?”

REACCIONEM!!!”. Así acaba Ponsatí su publicidad, pidiendo el voto para Ponsatí.

De manera que el argumento para votar a esta señora no es que tenga una plataforma de innovadoras ideas para resolver los problemas preocupantes que afectan a la región y en general al mundo occidental, y que reclaman una respuesta compleja, coordinada y cuanto más rápida mejor. No es la sequía, la vivienda cara, los salarios bajos, el desempleo alto, la cesta de la compra, el fracaso escolar, la inmigración descontrolada, la delincuencia rampante, la fuga de cerebros, la baja natalidad, los abusos del turismo, y el escándalo del genocidio de Palestina y la guerra de Ucrania… sino que els seus fills tornen de l’escola parlant en castellà!

Yo, desde luego, votaré a esa señora Ponsatí, alias De-Madrid-al-cielo, pues representa mejor que nadie, de una forma más depurada, más sustancial, más concentrada, más perfilada, la mentalidad de la mayoría de la gente de mi querida región. 

Además, una señora tan irresponsable y que tan evidentemente ha perdut l’oremus, una candidata que no hi és tota, vamos, una loca del quince, promete mucha más chifladura y diversión que el mismo Puigdemont, no digamos ya los otros candidatos, que son unos sosos. 

¡Ponsatí, Ponsatí, Ponsatí!

No creo que gane, pero por lo menos yo contribuiré en la medida de mis posibilidades a que los hijos de la señora del anuncio no le den tantos disgustos. 

Estos niños está claro que no están hechos de la misma pasta patriótica que su propia madre, que ha asistido, abnegada, a todas las manis durante 15 años. 

Si con ese ejemplo y tanta presión los niños siguen decepcionando así a su mamá, es que ya no tienen solución. Lo más práctico sería ahogarlos en la bañera. Así ya no hablarían más en castellano. 

Si esta solución parece demasiado rigurosa, siempre cabe la solución de meterlos en un colegio en régimen de internado. Un centro educativo severo, al pie de los Pirineos, que pasen un poco de frío. Desde allí no llegarán sus voces a casa de mamá hablando en el idioma impropio y nefando.

Si esto también parece demasiado severo, yo mismo me ofrezco a ir cualquier tarde a la casa de la pobre mujer. Me ofrezco, digo, a ir a casa de esa señora, vestido con mi camiseta de la ANC, y en la mano una fusta con la que asestaré cien azotes en las nalgas de esos descastados hasta dejárselas rojas como un pimiento.  

Y a cada azote repetiría:

--Empreu la llengua pròpia de la terra, collons... A Catalunya, en català...! Ja no sé com se us ha de dir!

O sea: Reaccionem!