"Está muy verde". De esta forma despachan en el vestuario blaugrana la situación del Vitor Roque, que desde que llegó al FC Barcelona apenas ha jugado dos partidos como titular, chupando sistemáticamente banquillo. La verdad es que el delantero brasileño, que llegó en este mercado de enero, tuvo que arrastrar desde el primer día la rémora de su elevado coste -30 millones fijos más 31 en variables- y los problemas intrínsecos de haber estado inactivo casi dos meses y medio por una lesión. Si a todo esto, sumamos las dificultades del salto al fútbol europeo y tener enfrente a uno de los mejores delanteros del planeta, Robert Lewandowski, la situación, ya de por sí, parecía muy complicada.

Pero resulta que Vitor Roque además no acaba de dar el nivel Barça exigible. Ya sea por su juventud -tiene solo 19 años- o por su difícil adaptación al ADN blaugrana, la realidad es que los técnicos consideran que se ha de desahogar en otro contexto porque aquí, a día de hoy, no tiene sitio. Seguir en el Barcelona sería estancar su progresión, por lo que su futuro a corto y medio plazo se vislumbra fuera del club, ya sea en forma de cesión o incluso un traspaso, si se recoge al pie de la letra las amenazas vertidas por su ínclito agente, André Cury.

De este agente brasileño más de uno en Can Barça podría escribir una auténtica Biblia. Su nombre apareció en escena hace casi quince años cuando, a través de la agencia Traffic, logró convencer al Barcelona que ficharan a Keirrison y Henrique, por un global de 24 millones de euros. Una operación que a primera vista podría parecer normal en un mercado tan inestable como el brasileño, acabó siendo un fiasco descomunal: el primero, ni tan siquiera fue presentado, y el segundo no le duró ni una pretemporada a Guardiola.

Con este talante empezó el nombre de Cury a ser un asiduo en las oficinas del club. Con la sombra de ser un comisionista de altos vuelos, volvió a aparecer en la operación Neymar. Un fichaje que si bien, deportivamente fue un éxito, arrastró al club a una judicialización sin precedentes. De hecho, a día de hoy se sigue sin conocer el montante real de la operación, que varía de los 57 a los 120 millones, según quién sea el interesado de la trama.

Mejor ni hablar cómo el inefable Cury acabó siendo empleado del club y cobrando bajo mano 685.000 euros anuales, bonus y dietas aparte. Bajo nómina del club, Cury tuvo a bien traernos a Douglas Pereira, un jugador con nivel de Segunda y gracias, y Matheus Fernandes, que fue cedido al Valladolid tras la negativa de Koeman de contar con semejante sujeto.

Cualquier persona normal, si viera aparecer a Cury en sus oficinas, lo evitaría como si se tratara del mismo Lucifer. Pero en el Barcelona, extrañamente, le siguen abriendo las puertas de par en par. Ahora, según cuentan allí dentro, ha vuelto a meter un gol por toda la escuadra con Vitor Roque. Está por ver quién ha salido ganando en esta operación: es relativamente palmatorio que si el Barcelona sigue negociando con este personaje, es porque todos salen ganando. Bueno, todos no, aquí el que siempre pierde es el entrenador de turno. Primero fue Guardiola, después Ernesto Valverde, más tarde Ronald Koeman y ahora le ha tocado apechugar a Xavi Hernández...