Italia quiere destruir España porque de otro modo no se entiende gran parte de la programación de Mediaset, sobre todo la relativa a los programas de cotilleo. Algo muy gordo estamos haciendo con la pizza (por ejemplo llamarla picha y ponerle piña) o con la pasta (que nos gusta bien cocida) para que la empresa de Berlusconi, el rey del bunga-bunga, se vengue de tan cruel manera, con una parrilla de detritos audiovisuales en la que por comparación, las Cacao Maravillao de los primeros noventa eran la quintaesencia del refinamiento y buen gusto latino.
Al maquiavélico plan de idiotizar a los telespectadores no es ajena la presencia que ya empieza a ser habitual de Gabriel Rufián en el plató de Sábado Deluxe, que es el Informe Semanal de Jorge Javier Vázquez, un contenedor de reciclaje de Supervivientes, las peripecias de Ángel Garó enseñando la minga en el balcón, el serial de Caparrós sobre sus problemas con la farlopa y tres cara a cara tres de Rufián con la letrada Montse Suárez, el periodista Antonio Naranjo y el inaudito padre Apeles.
"El niño malo del Congreso, el parlamentario más controvertido, Rufián en su especialidad, el cuerpo a cuerpo" decía la voz en off que presentó al mocito feliz de Santa Coloma que a punto estuvo de volarle las gafas al amigo José Rodríguez Trinitro, indepe de la UGT, en una reunión de Súmate. En la tele, Rufián muestra el lado tranqui. Insulta, miente, desprecia e ignora igual, pero sin el punto camorrista que se gastaba en las reuniones de la sección para castellanohablantes de ERC.
En el primer debate con Montse Suárez no supo explicar por qué su partido se ausentó del minuto de silencio en recuerdo de Miguel Ángel Blanco en el Congreso. En el segundo, con Naranjo, naufragó en la defensa del referéndum y calificó al público de "primos" del periodista. Belén Esteban, en las gradas, animó mucho a la concurrencia con un ¡viva España! que sonó a ¡se sienten, coño! Algo mejor le fue con el sacerdote porque el tema era el Valle de los Caídos sí o no y el buen Rufián se inventó la estadística de que según Amnistía Internacional España es el segundo país con más desaparecidos, sólo por detrás de Camboya. Total, qué más da buey que bestia gorda. Cabe señalar no obstante que el enfrentamiento mostraba de manera hiriente la sideral distancia entre una persona cultivada como es Apeles y el sonriente e indocumentado diputado.
Así es que en el Rufián contra todos, todos incluía al díscolo e inclasificable mosén y a Belén Esteban, la edificante imagen de España que el inocente Jorge Javier proyecta en su caótico espectáculo con unos aires de suficiencia que delatan a gritos que él se considera muy por encima de la chusma que se traga sus programas y se tiene que comer a Rufián con patatas.