Esto qué es, por Ignacio Vidal-Folch

Esto qué es, por Ignacio Vidal-Folch

¿Esto qué es? Hablemos de arte moderno

Lo que Dora García piensa de ti

Publicada

Hace ya años, bastantes años, encontrándome en Londres, entré por pura casualidad en una galería de arte cuyo nombre no recuerdo, y donde exponía una artista española, de la que no sabía nada. El título de la exposición era “Instant Narrative” (Narrativa instantánea). Se llamaba (se llama) Dora García, nació en Valladolid en 1965 y ha vivido un poco en todas partes, incluida durante muchos años Barcelona, donde no sé si aún sigue.

Desde que la “descubrí” ha ganado mucho reconocimiento internacional: fue la representante española en la Bienal de Venecia en el 2011, en el 2018 tuvo una gran exposición antológica titulada “Segunda vez” en el Reina Sofía, y en el 2021 fue premio nacional de artes plásticas. Pero cuando yo vi “Instant Narrative” en Londres pocos la conocían.

Instant Narrative, de Dora García, en el Museo Reina Sofía

Instant Narrative, de Dora García, en el Museo Reina Sofía museoreinasofia.es

Bien, dentro de la galería, en lo lato de una pared, había un letrero  electrónico de palabras deslizantes –como esos que se ponen, por ejemplo en las salas de espera para anunciar vuelos o demoras, o cuelgan sobre las autopistas para recomendar que aminores la velocidad, o advertir de que más adelante se ha producido un accidente, u otros mensajes, como el que Jenny Holzer colgó en Times Square reclamando “Protect me from What I Want”- que no había más remedio que mirar porque, por lo demás, el espacio blanco estaba vacío.

Lo primero que leí decía: “Lleva una chaqueta azul, bastante vieja, y sus pantalones están pidiendo una plancha a gritos”. Y a continuación: “Parece extranjero, ruso, quizá”. “Pues a mí me parece más bien norteafricano”.

Obviamente, eran dos los invisibles escritores, que observaban un mismo fenómeno, e intercambiaban sus deducciones y opiniones sobre él. Por cierto que no eran muy halagüeñas para el pobre sujeto. Uno decía –o sea, escribía—.

-Parece un maestro de escuela o algo así.


El otro agregaba:

-Un tipo del montón. Por cierto, le sobran unos kilos.


El primero:

-No ha juzgado necesario afeitarse esta mañana.


El otro:

-Creerá que da igual. O que no se nota.


El otro respondía:

-Pues se nota. Da impresión de… dejado, y como de… suciedad.

-Tendrá baja la autoestima.

-Pues no sé si estoy de acuerdo, porque se da unos aires de “aquí paso yo”…


Enseguida me atraparon esas frases sobre un desconocido, quizá no fuera un sujeto muy interesante pero no había nada más que mirar.

-Y qué te parece la corbata.  

-Pues es de seda…

-Pretenciosa y de mal gusto. Sus alumnos harán chistes a costa de esa corbata rosa.


Me dio un vuelco el corazón: me miré la corbata que llevaba, de seda rosa, y comprendí que a quien aquellos dos desconocidos invisibles habían estado observando desde algún lugar indeterminado era a mí, y que me estaban describiendo a mí. Resultaba que esa era la obra real que se exponía en aquella blanca y desnuda galería londinense: se exponía al visitante, y la impresión que provocaba en la artista, o en los colaboradores de la artista. Semejante inversión de los roles tradicionales, semejante ruptura traicionera de los papeles de cada uno es una idea muy excitante y daba para una buena meditación, así como el efecto de “escisión” entre mi autoconciencia y la conciencia exterior de unos tipos que me describían haciendo suposiciones frías, desinteresadas y poco complacientes sobre mi vida.

¡Ese no soy yo! ¡No soy como vosotros decís! ¿O sí?

Experiencia no necesariamente agradable, pero se la recomendaría a cualquiera. Volví a ver, o a participar, en la obra “Narrativa instantánea” de Dora García unos años después, cuando “Segunda vez” se expuso con buen número de otras piezas suyas en el MNCARS. Pero el impacto ya no fue tan notable, porque sus colaboradores en Madrid, por lo menos en el rato en que yo estuve, no eran tan proactivos y agresivos, se limitaban a describir lo que pasaba en la sala y la ropa y los gestos de los visitantes, que además, al ser varios a la vez, impedían un “estudio psicológico” personalizado como el que yo sufrí en Londres.

Dora García, en una imagen de archivo

Dora García, en una imagen de archivo EE

Dora García suele hacer cosas interesantes, a menudo en torno de o a partir de la palabra y a la literatura, pero de su ya considerable cuerpo de trabajo yo me quedo, de momento, con “Narrativa instantánea”.