Barcelona se ha consolidado en las últimas décadas como uno de los principales epicentros europeos de la reproducción asistida, y ya puede hablarse de un fenómeno que algunos bautizan como “turismo reproductivo”.
Cada año, miles de mujeres y parejas viajan a Cataluña para realizarse tratamientos de fecundación in vitro (FIV) y otras técnicas de reproducción asistida, posicionando a la ciudad como un referente mundial en este sector de la medicina reproductiva.
50% de pacientes extranjeras
La dimensión internacional es uno de los rasgos más llamativos del sector. Mark Grossmann i Camps, codirector de laboratorio en Barcelona IVF, ha confirmado que el 50% de sus pacientes son de origen extranjero, dato que también refleja la realidad de muchas otras clínicas catalanas.
En Barcelona IVF, el perfil es claramente global. “Tenemos pacientes de todo el mundo”, explica Grossmann. Principalmente de países cercanos como Francia, Italia o Alemania, pero también del Reino Unido, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, Australia o Marruecos.
Aunque la proximidad geográfica sigue siendo clave, Barcelona se ha convertido en un destino médico reconocido más allá de Europa.
Barcelona en el mapa europeo
El peso de Cataluña en este ámbito es significativo. En España, según los últimos datos del Registro Nacional de Actividad-Registro SEF, cerca del 10% de los niños nacidos en el país lo hicieron gracias a tratamientos de reproducción asistida —durante el último trimestre de 2023 y los primeros meses de 2024—.
Contando con las intervenciones de centros públicos y privados durante ese periodo, se realizaron 168.372 ciclos de FIV y 30.464 inseminaciones artificiales, de los que nacieron 39.555 niños.
En el caso de Barcelona IVF, Grossmann concreta cifras: “En nuestra clínica realizamos más de 3.000 intervenciones al año”. Este volumen, sumado al de otros grandes grupos y clínicas especializadas, explica por qué la ciudad se ha convertido en un punto de referencia internacional.
¿Por qué Barcelona?
Los especialistas coinciden en que la elección de la capital catalana responde a una combinación de factores, con la calidad médica en primer plano. “Barcelona lleva muchos años siendo un centro de muy buena medicina, no solo en reproducción asistida”, señala Grossmann. “Oftalmología, dermatología, medicina estética… vienen pacientes de todo el mundo. En reproducción asistida pasa lo mismo: hay buenos equipos, buenos profesionales y experiencia acumulada”.
A ello se suman otros elementos determinantes como, por ejemplo, costes más asequibles que en otros países europeos, conectividad aérea internacional y facilidad de acceso, y reputación consolidada de las clínicas, basada en resultados y experiencia, más allá del marketing.
La legislación española, un factor decisivo
Si hay un elemento estructural que explica el atractivo de España es su marco legal. Así lo subraya el doctor Antonio Urries, embriólogo y presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (ASEBIR).
“Históricamente, el principal motivo por el que los pacientes extranjeros vienen a España ha sido la legislación”, afirma Urries. “Permite acceder a técnicas que en otros países están limitadas o directamente prohibidas”.
España fue uno de los primeros países de Europa en regular la reproducción asistida, con una primera ley en 1988. La normativa actual, vigente desde 2006, es considerada una de las más amplias del continente.
Grossmann apostilla que esto lo que hace es aportar seguridad a los profesionales y a los pacientes, ya que deja muy claro qué prácticas se pueden hacer y qué no. “En técnicas con una carga ética tan importante, esto es fundamental”, subraya.
Entre los aspectos más valorados por las pacientes extranjeras destacan: el acceso a tratamientos para mujeres solas y parejas del mismo sexo, la posibilidad de donación de óvulos y semen y el uso de diagnóstico genético preimplantacional —técnica de prevención que se utiliza en reproducción asistida con la finalidad de detectar anomalías en el material genético de los embriones—.
El eterno debate
Otro elemento clave es que España mantiene el anonimato de los donantes, algo que ha cambiado en varios estados europeos. “En los países donde se ha eliminado el anonimato, la donación ha caído de forma muy importante”, explica Urries. “Muchos donantes potenciales dejan de hacerlo por miedo a reclamaciones futuras, aunque no tengan consecuencias legales”.
Grossmann coincide y añade una dimensión cultural. Asegura que en algunas sociedades se considera que los hijos deben conocer obligatoriamente la identidad del donante. Hecho que ha reducido drásticamente los programas de donación.
En España, la donación sigue siendo anónima, altruista y gratuita, lo que garantiza un mayor número de donantes y, en consecuencia, mayor acceso a tratamientos, especialmente para pacientes extranjeras.
¿Turismo reproductivo o movilidad sanitaria?
Aunque el término turismo reproductivo se ha popularizado, no todos los profesionales lo comparten. “El concepto de turismo implica ocio, placer y disfrute”, insiste Grossmann. Sin embargo, asegura que los pacientes se encuentran en una situación de vulnerabilidad, tienen una carga emocional muy grande.
¿Cuánto cuesta un tratamiento?
El precio varía en función de la complejidad del caso. Actualmente, un tratamiento puede oscilar entre 2.000 y 9.000 euros, dependiendo de si se utilizan gametos de donante, estudios genéticos o técnicas complementarias.
La mayor parte de estos tratamientos se realizan en centros privados, ya que la cobertura pública es limitada y se restringe a determinados perfiles de edad y diagnóstico.
Riesgos y oportunidades
El crecimiento sostenido de la reproducción asistida en Barcelona abre un escenario de oportunidades claras para la ciudad, que refuerza su posición como referente internacional en medicina reproductiva y atrae talento, inversión y conocimiento altamente especializado.
Este liderazgo contribuye también a consolidar un ecosistema sanitario y científico de alto nivel, con impacto económico más allá del ámbito estrictamente médico.
Sin embargo, este auge no está exento de riesgos. El aumento de la demanda plantea la necesidad de reforzar los mecanismos de regulación y control para garantizar estándares homogéneos de calidad asistencial y evitar una posible mercantilización de procesos que implican una elevada carga emocional y ética.
